MADRID, 05 (SERVIMEDIA)
Un equipo de científicos ha descrito un nuevo fósil del ave moderna más antigua conocida, un pariente temprano de los patos y los gansos que vivió en la Antártida hace unos 69 millones de años, aproximadamente en la misma época en que el ‘Tyrannosaurus rex’ dominaba América del Norte.
Ese hallazgo figura en un estudio dirigido por Christopher Torres, de la Universidad de Ohio (Estados Unidos), y publicado este miércoles en la revista ‘Nature’.
Hace unos 66 millones de años y coincidiendo con el final del periodo Cretácico, el impacto de un asteroide cerca de la península de Yucatán (México) provocó la extinción de todos los dinosaurios conocidos que no eran aves.
Para los primeros antepasados de las actuales aves acuáticas, sobrevivir a ese evento de extinción masiva fue como agua que resbala del lomo de un pato. La Antártida pudo haber servido como refugio, protegida por su distancia de los disturbios que se desarrollaban en otras partes del planeta.
La evidencia fósil sugiere un clima templado en la Antártida con vegetación exuberante, que posiblemente sirvió como incubadora para los primeros miembros del grupo que ahora incluye patos y gansos.
DISCUSIONES CIENTÍFICAS
El nuevo fósil documentado, un cráneo casi completo de 69 millones de años, pertenece a un ave extinta llamada ‘Vegavis iaai’ y fue recogido durante una expedición en 2011 por el Proyecto de Paleontología de la Península Antártica.
El cráneo exhibe un pico largo y puntiagudo, y una forma de cerebro única entre todas las aves conocidas previamente descubiertas de la Era Mesozoica, cuando los dinosaurios no aviares y una extraña colección de aves primitivas dominaban el mundo.
En cambio, estas características colocan a ‘Vegavis’ en el grupo que incluye a todas las aves modernas, lo que representa la evidencia más temprana de una radiación evolutiva ahora extendida y exitosa en todo el planeta.
“Pocas aves son tan propensas a generar tantas discusiones entre los paleontólogos como ‘Vegavis'”, afirma Torres, ahora profesor en la Universidad del Pacífico (Perú), quien agrega: “Este nuevo fósil ayudará a resolver muchas de esas discusiones. La principal de ellas: ¿dónde se encuentra ‘Vegavis’ en el árbol de la vida de las aves?”.
Hace 20 años, Julia Clarke, de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos), y varios colegas informaron por primera vez sobre ‘Vegavis’. En ese momento, se propuso como un miembro temprano de las aves modernas que evolutivamente anidaba dentro de las aves acuáticas.
Pero las aves modernas son excepcionalmente raras antes de la extinción del Cretácico final y estudios más recientes han puesto en duda la posición evolutiva de ‘Vegavis’. El nuevo espécimen descrito en el nuevo estudio tiene algo de lo que carecían todos los fósiles anteriores de esta ave: un cráneo casi completo.
SIN ESCEPTICISMO
El nuevo cráneo ayuda a disipar ese escepticismo, ya que conserva varios rasgos, como la forma del cerebro y los huesos del pico, que son compatibles con las aves modernas, en particular las aves acuáticas.
A diferencia de la mayoría de las aves acuáticas actuales, el cráneo conserva rastros de poderosos músculos de la mandíbula, útiles para superar la resistencia del agua mientras se sumergen para atrapar peces.
Estas características craneales son consistentes con pistas encontradas en otras partes del esqueleto, lo que sugiere que ‘Vegavis’ usaba sus patas para propulsarse bajo el agua durante la persecución de peces y otras presas, una estrategia de alimentación diferente a la de las aves acuáticas modernas y más parecida a la de algunas otras aves como los somormujos y los colimbos.
“Este fósil subraya que la Antártida tiene mucho que decirnos sobre las primeras etapas de la evolución de las aves modernas”, indica Patrick O’Connor, director de Ciencias de la Tierra y el Espacio en el Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver (Estados Unidos).
Las aves que se conocen en otras partes del planeta en la misma época son apenas reconocibles según los estándares actuales. Además, la mayoría de los pocos yacimientos que incluso conservan fósiles aviares ofrecen especímenes tan incompletos que solo dan pistas sobre su identidad, como sucedía hasta ahora con ‘Vegavis’.
“Los pocos lugares con un registro fósil sustancial de aves del Cretácico Superior, como Madagascar y Argentina, revelan un aviario de especies extrañas, ahora extintas, con dientes y colas largas y óseas, solo lejanamente relacionadas con las aves modernas. Algo muy diferente parece haber estado sucediendo en los confines del hemisferio sur, específicamente en la Antártida”, indica O’Connor.
La forma en que la masa continental antártica contribuyó a dar forma a los ecosistemas modernos en tiempos remotos es un tema de investigación activa por parte de científicos de todo el mundo.
De hecho, Matthew Lamanna, del Museo Carnegie de Historia Natural (Estados Unidos), “la Antártida es, en muchos sentidos, la última frontera para la comprensión de la vida durante la era de los dinosaurios por parte de la humanidad”.
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