La AEMPS apunta que se puede adaptar la vacuna a cualquier variante en 3 meses si solo se estudia en animales
MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
La jefa de Área de Programas de Vacunación del Ministerio de Sanidad, Aurora Limia, ha avanzado que es “poco probable” que se administre una dosis de recuerdo de la vacuna contra la COVID-19 cada tres meses a las personas más vulnerables a largo plazo.
Así lo ha resaltado Limia durante su participación este martes en la VI edición de la Jornada sobre Vacunaciones de la Sociedad Española Epidemiología (SEE), que tiene como objetivo generar reflexiones y preguntas para hacer frente, mediante los programas de vacunación, a las enfermedades que suponen un reto para la sociedad.
La experta ha comentado que algunos países o expertos aseguran que será necesario administrar las dosis de recuerdo a las personas vulnerables cada tres meses, puesto que a partir de ese período se produce la caída de anticuerpos neutralizantes.
“Realmente en España lo veo poco probable. Todo dependerá de cómo evoluciona la situación epidemiológica. Yo no entendería que eso se hiciera cada tres meses, creo que nadie lo entendería, sobre todo si no hay una presión asistencial donde realmente haya problemas de personas que se infectan y tienen enfermedad grave”, ha argumentado.
Por ello, considera que “el escenario más probable es que la COVID-19 se comporte como un virus respiratorio y, por tanto, tenga más alta incidencia en otoño e invierno”. “Entonces, probablemente la vacunación sería junto con la de la gripe o no, ya lo veremos”, ha afirmado.
Por su parte, el jefe de Área de la División de Productos Biológicos, Terapias Avanzadas y Biotecnología de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), Agustín Portela, ha apuntado que las vacunas contra la COVID-19 se podrían adaptar a cualquier variante si solo se estudia en animales para su autorización, tal y como se hace con las vacunas contra la gripe.
En primer lugar, el experto ha defendido la necesidad de aprobar las nuevas vacunas adaptadas a ómicron, que se están utilizando este otoño como segunda dosis de refuerzo. “Todas las vacunas originales estaban basadas en la cepa de Wuhan. Este es el motivo básico por el que necesitábamos nuevas vacunas”, ha detallado.
Portela ha recordado que a finales de 2021 aparecieron las cepas de ómicron, que “se han extendido globalmente por el mundo”. “Ómicron tiene muchas mutaciones respecto a la cepa de Wuhan. Con estas mutaciones la respuesta inmune que montamos con las vacunas originales puede no reconocer a estas variantes. La protección que confieren es limitada”, ha explicado.
Así, ha puesto de ejemplo varios estudios que muestran que “claramente” se producen niveles “mucho menores” de anticuerpos con la vacuna original frente a la variante Alfa. “Esto se traduce en que la protección es del 60 por ciento contra ómicron, frente al 90 por ciento por ejemplo contra Delta”, ha esgrimido.
Por ello, ha reivindicado la necesidad de poner en marcha vacunas adaptadas a variantes lo antes posible. “La realidad es que si pedimos a una vacuna hacer experimentación preclínica en animales y luego clínica en humanos tardamos unos ocho meses”, ha esgrimido.
En este contexto, ha señalado que si se hubiera empezado la investigación de la vacuna adaptada a Delta en agosto de 2021, cuando era la mayoritaria a nivel mundial, se hubiera podido comercializar esta vacuna en una etapa en la que ómicron ya era dominante. “Si hubiéramos hecho solo investigación preclínica, de 3 meses, sí hubiéramos llegado”, ha ejemplificado.
Portela ha insistido en la importancia de acortar plazos: “Lo que está claro es que pedir solo datos preclínicos nos permite ahorrar tiempo, muchos meses. Podemos tener una vacuna adaptada a cualquier variante en tres meses si solo nos basamos en datos de experimentación animal”.
En este punto, ha recordado que “todas las vacunas antigripales cada temporada se autorizan solo con datos de fabricación”. “Ni siquiera tenemos datos de preclínica y clínica”, ha apostillado.
En cualquier caso, el director del Área de Investigación en Vacunas de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO), Javier Díez Domingo, ha defendido que todas las vacunas contra la COVID-19, como cualquier medicamento aprobado, son seguras.
“La pandemia nos ha permitido estar orgullosos en Europa de los sistemas de farmacovigilancia. Hemos aprendido muchísimo y se deben potenciar estos sistemas mucho más de lo que está hasta ahora. Los efectos adversos graves por la vacuna son rarísimos, excepcionales, y se han podido identificar gracias a estos sistemas”, ha sostenido.
La vacunación contra la COVID-19 ha sido fundamental para combatir la pandemia. Se inició en España en un contexto de alta transmisión y baja disponibilidad de vacunas, lo que obligó a llevar a cabo una estrategia de vacunación priorizando la prevención de hospitalizaciones y defunciones.
Las nuevas vacunas aportan una actualización contra las variantes que circulan en la actualidad, por lo que los expertos del Ministerio de Sanidad han instado a los ciudadanos a vacunarse de nuevo.
En octubre se ha alcanzado una cobertura de pauta completa del 92,8 por ciento en la población mayor de 12 años y del 100 por cien en la población de 80 años o más, habiendo recibido dosis de recuerdo el 93,2 por ciento de la población de 60 años o más.
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