MADRID, 31 (SERVIMEDIA)
Una buena naturalización de los patios escolares promueve la inclusión, el aprendizaje creativo y la salud de los niños, según un estudio de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC) que analizó los factores clave en la gobernanza de estos espacios.
El estudio, publicado en abierto y elaborado por las investigadoras Filka Sekulova e Isabel Ruiz-Mallén, del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (Turba Lab), perteneciente al Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, se adentró en el proceso de diseño de estos espacios para proponer una gobernanza que facilite el “éxito en todos los ámbitos”.
El estudio se basa en el análisis de procesos de diseño de patios escolares naturalizados en cuatro ciudades: Barcelona, con el programa ‘Transformem els patis’; París, Bruselas y Róterdam (Países Bajos). “En las cuatro ciudades que hemos estudiado vemos que la mayoría de los esfuerzos se dirigen a fomentar la participación en las fases de visión y preparación del espacio, pero no tanto en las de implementación y mantenimiento. Sin embargo, los niños y niñas suelen apreciar más el lugar si han estado implicados en su construcción; por ejemplo, con pequeños trabajos prácticos”, explicó Filka Sekulova.
De esta manera, estos patios verdes pueden incluir colinas, puentes, caminos y túneles, además de árboles, zonas arbustivas y suelos cubiertos con virutas de madera, entre otros. En cuanto a las estructuras de juego, las investigadoras recomendaron instalar cabañas y zonas de escalada hechas de madera reciclada, anfiteatros, huertos, elementos de agua y barro e infraestructuras para la recogida de agua.
A pesar de todas las “ventajas” que supone para los niños y las niñas pasar tiempo en espacios naturalizados, por el momento “el sistema educativo no está preparado para integrar el sistema de aprendizaje en el entorno exterior”.
Las investigadoras proponen incluir módulos sobre aprendizaje y enseñanza al aire libre en los programas de formación de los futuros maestros, así como “ofrecer formación” a los profesionales del sector educativo. “La presión de las familias también puede ser una palanca de cambio”, aseguran.
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