MADRID, 27 (SERVIMEDIA)
El tono y la afinación de los instrumentos musicales tienen el poder de manipular la apreciación humana de la armonía, con lo que el antiguo filósofo griego Pitágoras estaba equivocado en este sentido.
Esa es la conclusión principal de un estudio elaborado por cinco científicos pertenecientes a instituciones de Alemania, Estados Unidos o Reino Unido, y publicado en la revista ‘Nature Communications’.
Según Pitágoras, la ‘consonancia’ (o combinación de notas con un sonido agradable) se produce mediante relaciones especiales entre números simples como el 3 y el 4. Más recientemente, algunos estudiosos han tratado de encontrar explicaciones psicológicas, pero a estas ‘proporciones enteras’ todavía se atribuye el mérito de hacer que un acorde suene hermoso, y se cree que una desviación de ellos hace que la música suene ‘disonante’ y desagradable.
Investigadores de las universidades de Cambridge y Princeton (Reino Unido), y el Instituto Max Planck de Estética Empírica (Alemania) han descubierto dos formas clave en las que Pitágoras se equivocó.
Su estudio muestra que, en contextos de escucha normales, realmente los humanos no prefieren que los acordes estén perfectamente en estas proporciones matemáticas.
“Preferimos ligeras desviaciones. Nos gusta un poco de imperfección porque da vida a los sonidos y eso nos resulta atractivo”, según Peter Harrison, de la Facultad de Música de la Universidad de Cambridge y director de su Centro de Música y Ciencia.
INSTRUMENTOS MENOS FAMILIARES
Los investigadores también descubrieron que el papel desempeñado por estas relaciones matemáticas desaparece cuando se consideran ciertos instrumentos musicales que son menos familiares para los músicos, el público y los estudiosos occidentales.
Estos instrumentos suelen ser campanas, gongs, tipos de xilófonos y otros tipos de instrumentos de percusión afinados. En particular, estudiaron el ‘bonang’, un instrumento del gamelán javanés construido a partir de una colección de pequeños gongs.
“Cuando utilizamos instrumentos como el ‘bonang’, los números especiales de Pitágoras se pierden y encontramos patrones de consonancia y disonancia completamente nuevos”, apunta Harrison.
Este investigador agrega: “La investigación occidental se ha centrado mucho en instrumentos orquestales familiares, pero otras culturas musicales utilizan instrumentos que, debido a su forma y física, son lo que llamaríamos ‘inarmónicos’.
Los investigadores crearon un laboratorio en línea en el que más de 4.000 personas de Estados Unidos y Corea del Sur participaron en 23 experimentos conductuales.
A los participantes se les tocaron acordes y se les invitó a darle a cada uno una calificación numérica de agrado o a usar un control deslizante para ajustar notas particulares en un acorde para que sonara más agradable. Los experimentos produjeron más de 235.000 juicios humanos.
‘INARMONICIDAD’
Los experimentos exploraron acordes musicales desde diferentes perspectivas. Algunos se centraron en intervalos musicales concretos y pidieron a los participantes que juzgaran si los preferían perfectamente afinados, ligeramente agudos o ligeramente bemoles.
Los investigadores se sorprendieron al encontrar una preferencia significativa por una ligera imperfección o ‘inarmonicidad’. Otros experimentos exploraron la percepción de la armonía con instrumentos musicales occidentales y no occidentales, incluido el ‘bonang’.
Los investigadores descubrieron que las consonancias del ‘bonang’ se correspondían claramente con la escala musical particular utilizada en la cultura indonesia de la que proviene.
Estas consonancias no pueden reproducirse en un piano occidental, por ejemplo, porque quedarían entre las grietas de la escala utilizada tradicionalmente.
“Nuestros hallazgos desafían la idea tradicional de que la armonía solo puede ser unidireccional, que los acordes deben reflejar estas relaciones matemáticas. Demostramos que existen muchos más tipos de armonía y que existen buenas razones por las que otras culturas las desarrollaron”, recalca Harrison.
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