MADRID, 01 (SERVIMEDIA)
Los perros de edad avanzada y con demencia duermen cada vez menos profundamente, al igual que las personas con alzhéimer.
Así se explica en un estudio realizado por ocho investigadores de instituciones de Argentina, Estados Unidos o Hungría, y publicado en la revista ‘Frontiers in Veterinary Science’.
Los primeros síntomas en las personas que tienen alzhéimer suelen ser alteraciones en los ritmos del sueño, que incluyen somnolencia diurna, agitación o confusión al anochecer, permanecer despierto por más tiempo y despertarse con frecuencia durante la noche. Se cree que estos cambios son el resultado de daños en las áreas del cerebro que regulan el sueño.
Los pacientes de alzhéimer tienden a pasar menos tiempo tanto en el sueño REM (movimiento ocular rápido), en el que ocurren la mayoría de los sueños, como en el sueño no REM. Pero muestran una mayor reducción en el llamado sueño de ondas lentas (SWS, por sus siglas en inglés), una etapa de sueño profundo caracterizada por ondas cerebrales ‘delta’ lentas (0,1 a 3,5 Hz), cuando se consolidan los recuerdos diurnos.
Ahora, los científicos han demostrado que la misma reducción en el tiempo de sueño y las ondas cerebrales delta se produce en perros con el equivalente canino de la demencia: el síndrome de disfunción cognitiva canina (CCDS, por sus siglas en inglés). Estos perros duermen cada vez menos profundamente.
“Nuestro estudio es el primero en evaluar la asociación entre el deterioro cognitivo y el sueño usando polisomnografía, la misma técnica que se usa en los estudios del sueño en personas, en perros de edad”, apunta Natasha Olby, profesora de neurología veterinaria y neurocirugía en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos).
Olby y sus colegas estudiaron a 28 perros machos o hembras, de raza mixta o pura, de entre 10,4 a 16,2 años, lo que corresponde entre el 81% y el 106% de su vida útil promedio, según el tamaño. Se pidió a sus dueños que completaran un cuestionario sobre sus compañeros caninos, para calificar la gravedad de los síntomas de CCDS, como desorientación, interacciones sociales deficientes y ensuciar la casa. Los investigadores también examinaron a los canes en busca de posibles comorbilidades ortopédicas, neurológicas, bioquímicas y fisiológicas.
Según los resultados, ocho perros (28,5%) se clasificaron como normales, mientras que ocho (28,5%), cuatro (14,3%) y ocho (28,5%) tenían CCDS leve, moderado o grave, respectivamente.
‘TAREA DE DESVÍO’
Luego, los investigadores realizaron pruebas cognitivas en los perros para medir su atención, memoria de trabajo y control ejecutivo. Por ejemplo, en la ‘tarea de desvío’ un perro tenía que recuperar una golosina de un cilindro transparente horizontal accediendo a él desde cualquiera de los extremos; esta tarea se vuelve más difícil al bloquear su lado preferido, por lo que tienen que mostrar habilidades cognitivas y flexibilidad para desviarse al otro extremo del cilindro.
Luego, Alejandra Mondino, becaria postdoctoral en el grupo de investigación de Olby, y sus colegas realizaron estudios de polisomnografía en una habitación tranquila con luz tenue y ruido blanco en una ‘clínica del sueño’.
A los perros se les permitió tomar una siesta espontánea al mediodía, mientras los electrodos medían sus ondas cerebrales, la actividad eléctrica de los músculos y el corazón y los movimientos oculares.
Estas mediciones duraron hasta dos horas, pero se detuvieron si los perros se ponían ansiosos, intentaban salir de la habitación o se quitaban los electrodos. Un total de 26 (93%) entraron en somnolencia, 24 (86%) entraron en sueño no REM y 15 (54%) llegaron a sueño REM.
Los resultados mostraron que los perros con puntuaciones más altas de demencia y aquellos a los que les fue peor en la tarea de desvío tardaron más en conciliar el sueño y pasaron menos tiempo durmiendo, y esto fue cierto tanto para el sueño REM como no REM.
Los perros con puntuaciones de memoria más bajas mostraron cambios -como menos oscilaciones lentas en sus electroencefalogramas- durante el sueño REM, lo que indica que durmieron menos profundamente durante esta fase.
“En las personas, las oscilaciones cerebrales lentas son características del SWS y están vinculadas a la actividad del llamado sistema glinfático, un sistema de transporte que elimina los productos de desecho de proteínas del líquido cefalorraquídeo”, explica Olby.
Los perros con peor memoria tenían ondas beta rápidas más pronunciadas, entre 15,75 y 19 Hz. Las fuertes ondas beta son típicas de la vigilia en personas y perros sanos, por lo que no son un fenómeno normal durante el sueño, lo que nuevamente indica que los perros con CCDS duermen menos profundamente.
DE DÍA O DE NOCHE
Los perros a los que les fue peor en la tarea de ‘mirada sostenida’, que mide la capacidad de atención, mostraron un acoplamiento más estrecho en las ondas delta entre los dos hemisferios cerebrales, un resultado que también se ha encontrado en personas con demencia.
Los autores concluyeron que los perros con CCDS mostraron cambios en el ciclo de sueño y vigilia durante los experimentos que se asemejan a los encontrados en personas con alzhéimer. Pero advierten que aún se desconoce si estos cambios también ocurren cuando los perros duermen por la noche en lugar de por la tarde.
“Nuestro próximo paso será seguir a los perros a lo largo del tiempo durante su edad adulta y avanzada para determinar si hay marcadores tempranos en sus patrones de sueño y vigilia, o en la actividad eléctrica de su cerebro durante el sueño, que podrían predecir el desarrollo futuro de disfunción cognitiva”, concluye Olby.
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