MADRID, 16 (SERVIMEDIA)
Los ocho millones de hogares en España donde llega el gas no tendrían que hacer nada ni asumir ningún coste para descarbonizarse si el país fuera capaz de producir el biometano necesario para ello.
Esta fue una de las ideas expuestas en el diálogo ‘El futuro del biometano en España’, un evento organizado por Servimedia con la participación del subdirector general de Hidrocarburos y Nuevos Combustibles del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, José Luis Cabo; la secretaria general de la Asociación Española del Gas (Sedigas), Naiara Ortiz de Mendíbil; el manager de Frontier Economics, Pablo González Pinillos; y la directora de Captación de Nedgia, grupo Naturgy, Marta de Pablos.
De hecho, de Pablos afirmó que “el biometano es una de las principales oportunidades” para el país al contar ya con una infraestructura gasista de más de 100.000 kilómetros de redes. “No hay que hacer nada relativamente grande”, afirmó.
“Esta infraestructura es totalmente compatible y los equipos de los hogares españoles también lo son sin tener que hacer nada”, aseguró, antes de añadir que se debe vehicular el biometano hasta la caldera. En esta línea, defendió que el coste de instalar una caldera de gas puede rondar los 1.500 euros, lo que es mucho más económico que otras soluciones como la aerotermia, que puede alcanzar los 15.000 euros.
Por ello, lamentó que según un estudio realizado por Naturgy entre 1.500 clientes, “prácticamente nadie conoce lo que es el gas renovable” pero cuando lo saben el 65% se muestra dispuesto a contratarlo.
También quiso poner en valor “el esfuerzo muy grande” realizado por Naturgy para fomentar la inyección de biometano en la red con 70 contratos que alcanzan los 4 teravatios hora (TWh), el 10% del consumo del sector residencial. “Empieza a ser una realidad relevante”, sostuvo.
Por otro lado, incidió en el poco desarrollo del biometano en España en comparación con otros países europeos, pese a ser el tercero con mayor potencial y que podría ser “un caso de éxito”. “A día de hoy hay 1.300 plantas en Europa, en España 13 y en Francia 700”, expuso.
A continuación, Ortiz de Mendíbil se centró en el impacto en términos de empleo que podría tener el biometano si España explota todo su potencial, que cifra en unas 2.200 plantas.
En concreto, reveló que según las estimaciones de Sedigas en esas plantas ubicadas en zonas rurales podrían trabajar 60.000 personas durante unos 20 años, su vida útil, y que además otras 500.000 se podrían emplear en su construcción.
“Tenemos que ponernos objetivos ambiciosos”, pidió Ortiz de Mendíbil, quien apuntó que España podría alcanzar los 35 TWh de biometano para 2030, frente a los 20 TWh contemplados por el Gobierno en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec.
Asimismo, señaló que “el biometano es el gran desconocido cuando tiene un gran potencial al ser una tecnología madura con muchos beneficios y externalidades positivas” que podrían llegar a todas las comunidades autónomas, especialmente las que tienen mayor extensión, como Castilla-León, Castilla-La Mancha, Andalucía o Extremadura. Hoy en día, de las 13 plantas 7 están en Cataluña.
Por su parte, Cabo indicó que “en todos los documentos” del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico “los gases renovables juegan un rol predominante”, algo que se ha visto potenciado por “todos los acontecimientos de los últimos años que han mostrado la importancia de la autonomía estratégica y la seguridad de suministro”.
Además coincidió con De Pablos sobre su compatibilidad con las infraestructuras de gas natural. “Es exactamente igual y cualquier molécula que metas va a descarbonizar el uso final”, valoró. Adicionalmente, abogó por la importancia de “lograr que sea competitivo en costes” y destacó que hasta el momento el ministerio ha destinado 150 millones de euros a 80 proyectos.
También coincidió González Pinillos en el papel del biometano para descarbonizar los edificios residenciales al sustituir el gas natural utilizando las calderas ya instaladas, frente a la electrificación total.
Entre sus ventajas, se refirió también a su facilidad de almacenamiento, lo que permite utilizarlo en invierno, momento en que la producción con renovables es inferior a la de otros periodos del año como la primavera y el verano y cuando la demanda es más alta.
BULOS Y DESCONOCIMIENTO
Todos los participantes en el diálogo coincidieron también en señalar los bulos y desconocimiento sobre el biometano, que provocan reticencias en muchas poblaciones a la hora de instalar plantas.
“Se les achacan cosas que no son verdad”, denunció De Pablos, quien pidió poner como ejemplo Dinamarca, país en el que el 30% del gas que circula por su red ya es biometano. “Allí las plantas tienen gran aceptación y saben que no huelen”, zanjó.
A este respecto, indicó que “la aceptación social es necesaria para poner las plantas donde se deberían poner”, que son ubicaciones cercanas a los residuos agrarios y a la red de distribución.
En la misma línea, Cabo consideró “necesario” que se expliquen “las bondades” de estas plantas y aseguró que “tienen los máximos estándares de seguridad y cumplen lo que se exige en la normativa medioambiental”. “Hay que contarle a la sociedad cómo se reducen los riesgos y que los olores no existen”, sentenció.
“Son plantas pequeñas y no es una macrogranja”, apuntó Ortiz de Mendíbil, quien sostuvo que “la gente tiene muchas dudas sobre lo que pasa con las plantas” por bulos y por miedo a los olores. “El sector está involucrado y quiere hacer las cosas bien”, aseguró, antes de señalar que “no se genera ningún residuo nuevo para producir biometano”.
Por último, González Pinillos defendió que aunque puede haber dudas se debe tener en cuenta que países como Alemania con 15 veces más plantas que España, o Italia con cuatro veces más, han sido capaces de “integrarlas sin problemas”.
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