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Nace la Red Europea de Universidades Inclusivas para que los estudiantes con discapacidad también se vayan de Erasmus

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MADRID, 27 (SERVIMEDIA)

Un total de 64 instituciones de educación superior de la Unión Europea integran la red de Universidades Europeas Inclusivas EUni4All, que se presentará de forma oficial el próximo 16 de diciembre en Bruselas.

Junto a ella, se lanzará la plataforma web del proyecto, donde estudiantes, universidades, familias, entidades y todos los interesados podrán consultar el nivel de inclusión de las 64 entidades participantes.

Ambos lanzamientos forman parte del proyecto Erasmus+ Red de Universidades Inclusivas, impulsado por fundación ONCE con la colaboración de ocho socios comunitarios: El Foro Europeo de la Discapacidad (EDF), la Universidad Oriental de Finlandia, la Universidad de Oporto (Portugal), la Universidad del Estudio de Trieste (Italia), la Universidad Politécnica de Lublin (Polonia), y las universidades españolas de Murcia, Sevilla y Autónoma de Madrid.

Según explicó a Servimedia Isabel Martínez Lozano, directora de Programas con Universidades y Promoción del Talento de Fundación ONCE, su objetivo último es fomentar la movilidad internacional de los estudiantes con discapacidad, que es muy baja respecto a la población universitaria general.

LA BRECHA

De acuerdo con los últimos datos facilitados por el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (Sepie), en el período 2014-2020, 585 estudiantes con necesidades especiales salieron de España para realizar programas de movilidad en otras universidades. Mientras, “nuestras instituciones recibieron 809 estudiantes de Erasmus” en dicha situación.

Solo alrededor de un tercio de estos alumnos tienen discapacidad, estimó Martínez Lozano, lo que arroja una media de 194 estudiantes por curso en programas de movilidad internacional durante este período, una cifra ínfima si se compara con los 40.949 universitarios que solo en el curso 2019-2020 salieron de España a otras universidades europeas.

Lo mismo sucede con los universitarios con discapacidad que llegaron de otros países en estos seis años (270 por curso si estimamos un tercio de los que afirman tener necesidades especiales), frente a los 48.203 alumnos de la UE recibidos en el ejercicio previo a la pandemia.

“El miedo, la falta de accesibilidad, los costes extra que supone la discapacidad y la imposibilidad de recibir las mismas prestaciones en otros Estados” son, según Martínez Lozano, “las principales barreras que los estudiantes con discapacidad encuentran para irse de Erasmus.

LOCALIZAR Y EVALUAR

Por este motivo nació la red EUni4All, dentro de la Estrategia Europea de Inclusión y Diversidad de Erasmus+ y Cuerpo Europeo de Solidaridad. “Cuando propusimos el proyecto, nuestro objetivo era incrementar de forma considerable el número de estudiantes con discapacidad que participan en este programa”, afirmó Martínez Lozano, y de ahí la idea de crear una red de universidades comprometidas con la inclusión, cuyo “primer paso” fue “identificar a los futuros miembros”.

Con el apoyo de la Comisión, se elaboró una guía de 38 indicadores que miden el grado de inclusión que ofrecen estas instituciones en ámbitos como la accesibilidad física de los espacios y de sus alojamientos; la existencia de personal de referencia para estos estudiantes; la oferta de libros en braille u otros formatos accesibles; las oportunidades para participar en la vida universitaria (deporte inclusivo, actividades culturales accesibles…); la garantía de metodologías de enseñanza y evaluación inclusivas; la accesibilidad de las pruebas de ingreso; la formación del profesorado y del resto del personal; la existencia de plazas reservadas; los programas de mentoría personalizados; el apoyo a los estudiantes extranjeros, etc.

A continuación, se prepararon dos cuestionarios que las universidades debían completar para evaluarse, y también se editó una guía completa con los resultados de las 64 instituciones que finalmente participaron. Esta última recoge toda la información facilitada respecto a los citados ámbitos, así como otros recursos de información (páginas web, personas de contacto, teléfonos…).

El cuestionario ‘largo’, de 150 ítems y referido a los 38 indicadores, fue respondido por 33 instituciones, que además debieron aportar “evidencias” de que cumplían tales criterios (se les reconoce con un distintivo azul). La encuesta breve se refiere a 14 indicadores, los más importantes, y fue contestada por 32 universidades (distintivo naranja). Hubo además una decena de instituciones que, aunque no completaron los cuestionarios, sí mostraron interés por participar, pero se limitaron a exponer sus políticas en el ámbito de la inclusión y a reseñar las personas de contacto.

Según Silvia duarte, jefa de departamento de programas con universidades en Fundación ONCE, el objetivo de ambas guías es “proporcionar una herramienta útil a las universidades para evaluar sus políticas de inclusión y animarles a profundizar en ellas”. “También buscamos ofrecer información de calidad a estudiantes, familias y asociaciones”, prosiguió, a fin de “facilitarles la toma de decisiones respecto a qué universidad elegir para un programa de movilidad”.

El proyecto Erasmus+ de Universidades Inclusivas nació así en noviembre de 2019, con la intención de cubrir un amplio ámbito geográfico dentro de la UE. Por eso, “buscamos socios mediterráneos, entre los países nórdicos y también de Europa central y del Este”, indicó Duarte.

“Nos repartimos los Estados y cada uno de los ocho teníamos que contactar con al menos dos universidades por país”, agregó. Para ello, contaron con listados de las universidades que más estudiantes con discapacidad tenían matriculados y de aquellas que recibían un mayor número de alumnos con estas características. Además, prosiguió, “contactamos con expertos en discapacidad de los distintos países, a fin de escuchar sus sugerencias”.

En su opinión, este “ha sido un trabajo constante de tocar puertas una y otra vez”. “Había universidades en las que teníamos grandes esperanzas que finalmente no quisieron participar”, apuntó. “Otras, sin embargo, nos dieron una grata sorpresa”. En total contactaron con 356 instituciones de Educación Superior, aunque solo 64 de ellas se involucraron finalmente en la red (casi el 18%).

DIFUSIÓN

Martínez Lozano lo tiene claro. Este dato “demuestra que la inclusión de la discapacidad no es una prioridad de las universidades europeas”, por lo que “nos queda mucho trabajo pendiente”. Desde luego, EUni4All se puede ampliar, y “nuestro propósito es que así sea”. Del mismo modo, las universidades ya participantes tienen la posibilidad de mejorar en su evaluación.

El siguiente paso del proyecto será darse a conocer entre estudiantes y asociaciones. “Lo vamos a difundir entre las redes de alumnos y también entre las organizaciones de personas con discapacidad”, apuntó Duarte, porque “si no se conoce, esto no tiene sentido”. Se trata, en definitiva, de que un estudiante con discapacidad sepa qué universidades le ofrecen los apoyos que necesita, o, por lo menos, que la institución dispone de personal dispuesto a buscar soluciones.

CUANTAS MÁS, MEJOR

Para Martínez Lozano, España “está bien situada a nivel europeo en cuanto a la inclusión de sus universidades”, pues “tenemos una legislación bastante exigente”. Además de las tres que son socias del proyecto, las universidades de Valencia, Zaragoza y Nacional de Educación a Distancia forman también parte de la red.

Las instituciones del norte de Europa obtienen también buenas calificaciones, prosiguió, aunque en general, “resulta difícil hablar de sistemas nacionales”. “Por lo que hemos visto, hay dos o tres universidades por país que sí están comprometidas, pero la tónica general es un interés escaso”, recalcó. Eso explica su intención de mantener este proyecto en el tiempo y de continuar con la labor de difusión. Silvia Duarte espera que “estas buenas prácticas sirvan de inspiración” también a otras universidades, para que “cunda el ejemplo.

Otro elemento esencial que, a juicio de Martínez Lozano, facilitaría mucho la movilidad de estudiantes con discapacidad sería la aprobación definitiva de la Tarjeta Europea de Discapacidad. En principio, ello ayudaría a que las prestaciones sociales reconocidas en un país (libros adaptados, intérpretes, asistentes personales…) se concediesen de forma automática en el país de acogida, aclaró.

Es muy difícil que un alumno usuario de silla de ruedas se anime a irse a una universidad que no esté adaptada o que una estudiante con sordera se vaya a otro país si no le garantizan un intérprete en lengua de signos para seguir las clases. A eso hay que añadir las más que posibles barreras en el transporte de la ciudad y la falta de viviendas adaptadas. “¿Qué estudiante puede permitirse ir todos los días en taxi a clase?”, se preguntó Martínez Lozano.

En esta línea, instó al Gobierno de Pedro Sánchez a impulsar esta medida durante la presidencia española de la UE. Mientras tanto, “debemos buscar el compromiso de las universidades”. Se trata de dar cumplimiento a la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, apuntó, que la Unión europea ha ratificado pero que, en lo tocante a estos alumnos, “se incumple de forma flagrante sin que pase nada”.

De ahí la importancia de esta red de universidades inclusivas, destacaron ambas responsables. Por ello, cuantas más instituciones se sumen a EUni4All, “mucho mejor”, animaron las dos.


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