MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
El fallecimiento de un ser querido puede acarrear graves consecuencias psicológicas, especialmente en el caso de los niños y adolescentes, según el director clínico de RECURRA-GINSO, el doctor Javier Urra, la intervención de padres y tutores se vuelve crucial si los menores afectados por la pérdida tienen edades comprendidas entre los 7 y 14 años, que tienen más dificultades para afrontar la pérdida.
“A partir de los siete años, la cuestión de la muerte puede tener un impacto significativo. Los niños comienzan a desarrollar una mayor conciencia del entorno y a interactuar más con él. Si no comprenden que la muerte es un aspecto natural de la vida, los niños pueden experimentar un vacío emocional que obstaculiza su desarrollo normal”, apunta el experto.
El doctor Urra también destaca que en jóvenes de 13 años el proceso se vuelve aún más complejo, ya que los adolescentes anhelan una mayor independencia, lo que a menudo resulta en una falta de comunicación con sus padres. En lugar de ver esto como algo normal en la adolescencia, los padres deben abordar este tema con cercanía, respeto e incluso compartir sus propias emociones y dolor.
“No es tanto lo que se dice, sino la autenticidad con la que se comunica la verdad. Un día nuestros abuelos morirán, un día moriremos nosotros y un día morirán ellos. Pero lo importante es cómo hemos llenado de significado la vida”, afirma el doctor Urra.
Algunas alteraciones en el comportamiento, como la falta de higiene, el sedentarismo, el insomnio, la pérdida de apetito, el aislamiento social o actitudes negativas hacia este evento, actúan como señales de alerta que permiten identificar si un menor está lidiando adecuadamente con la pérdida de un ser cercano.
En este sentido, el experto señala que la mejor forma de ayudar al menor a superar el sentimiento de pérdida es encomendarle a tener un nuevo propósito de vida, a través del apoyo a los demás. “La manera más óptima de reconstruirse a uno mismo es ayudando al resto. Con este pilar fundamental debemos mostrar a los niños que el familiar fallecido desearía que superasen el dolor y ayudasen a quienes los necesitan. Así, cuando ellos están bien, sus amigos, familiares y seres queridos también pueden estarlo”, explica el doctor Urra.
Si finalmente se requiere apoyo psicológico clínico, el doctor Javier Urra enfatiza la importancia de buscar ayuda profesional. En este sentido, RECURRA-GINSO cuenta con clínicas especializadas que ofrecen diferentes canales y programas de intervención. Una de las propuestas destacadas es el Hospital de Día Retiro RECURRA-GINSO, que brinda terapia especializada para permitir que los menores vuelvan a encontrar un equilibrio emocional saludable, ya sea tras la pérdida de un familiar o debido a otros problemas que afecten negativamente a la salud mental de los niños y adolescentes.
“Los niños son más adaptables, pero también muchas veces callan sus sentimientos y no los transmiten. Para los que no asumen bien la pérdida, mostrándose negativistas y oposicionistas a todo, el Hospital de Día logra ofrecerles un gran apoyo. Es capaz de crear una distancia óptima y profesional que discierne, no lo observable en el exterior, sino lo callado en el interior y el por qué”, concluye Urra.
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