MADRID, 18 (SERVIMEDIA)
Más de 15.000 personas han firmado una petición impulsada por un ciudadano que responde a las iniciales R.O. (iniciales de su nombre para mantener en el anonimato su identidad), una persona adicta al juego, en la plataforma ‘Change.org’ el pasado 31 de enero, por la que se solicita la prohibición de las máquinas tragaperras en los bares de España.
El impulsor de la petición comenzó a jugar cuando tenía 16 años y tras tres años de acción al juego se está movilizando contra estas máquinas para “reducir tanto las recaídas de los actuales adictos al juego como los riesgos de que otras personas se inicien en el juego compulsivo”.
R.O. se presenta como un “adicto al juego” que comenzó a jugar muy joven, “primero esporádicamente, después sin poderlo controlar”, y puso de manifiesto que “quería curarme, pero cuando caes en algo así, créeme, que es muy difícil salir”. En esa época, “pedí que me prohibieran el acceso a salas de juego y apuestas, y así fue”; sin embargo, “las máquinas tragaperras siguen estando ahí, en el bar de al lado de casa y en muchos bares más”.
El impulsor de la petición subraya que “al principio entraba en los bares y, para consumir algo mientras jugaba, me pedía cafés”; pero “acababa frenético”, por lo que “empecé a pedirme cervezas. Una primero, otras después. Y, como quería seguir jugando, un botellín más”. Esto provocó que su adicción al juego le llevara a la adicción a la bebida, “con todas las consecuencias que esto tuvo no sólo en mí, sino en toda mi familia”.
R.O. se dio cuenta de que había “tocado fondo”, pidió ayuda y comenzó a ir a terapia. Ahora acude regularmente a las reuniones de Jugadores Anónimos. “Quiero salir de esto”, confiesa, pero advierte de que “en España es muy fácil volver a caer”, ya que “en todas partes hay máquinas tragaperras atrayéndote con sus luces y sus sonidos estridentes junto a la barra de un bar”.
En ese sentido, apunta que las personas que como él se encuentran en fase de recuperación “corren un riesgo elevado de recaída”, ya que “entras en un bar, echas una partida y vuelta a empezar”.
Ante esta situación, R.O. ha decidido explicar su caso públicamente con el objetivo de que “sirva para concienciar sobre el peligro que conlleva el fácil acceso a máquinas tragaperras” y poner en marcha esta campaña de recogida de firmas.
Con ella, aspira a que “se prohíban las máquinas tragaperras en los bares o que al menos se regulen de una forma más estricta”, como sucede en Noruega y Polonia, países que “ya prohibieron hace tiempo las máquinas tragaperras en bares y cafeterías”.
Frente a los ejemplos anteriores, se encuentra España, donde “seguimos teniendo más de 140.000 máquinas tragaperras que no sólo producen recaídas en quienes ya tenemos una adicción al juego, sino que además generan nuevos adictos, muchos de ellos a edades muy, muy tempranas, como fue mi caso. Y seguirán generándolos si no hacemos nada por evitarlo”. “No más vidas destrozadas por culpa de la ludopatía”, concluye R.O. en su petición.
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