MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha asegurado este jueves que hablará con su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega, en relación a los religiosos detenidos, entre ellos el obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel.
“Pretendo hablar con Daniel Ortega sobre la liberación del obispo”, ha anunciado el presidente brasileño durante la rueda de prensa que ha puesto punto y final a su visita oficial a Italia, antes de poner rumbo a Francia.
“Voy a intentar ayudar, pero las cosas no siempre son fáciles. Ni todo el mundo tiene la grandeza para pedir disculpas. La palabra ‘perdón’ es sencilla, pero requiere mucha grandeza reconocer que se cometió un error”, ha dicho Lula.
“No todos los hombres tienen el coraje de decir: ‘me equivoqué, voy a cambiar de opinión’. Hay que estar convencido”, ha añadido el presidente brasileño, quien ha reconocido que “la Iglesia tiene un problema en Nicaragua”.
“Hay curas y obispos presos. La única cosa que la Iglesia quiere es que sean liberados para venir a Italia”, ha dicho Lula, quien no ha precisado si intercederá por petición del Papa Francisco, con quien se ha visto estos días en El Vaticano.
En febrero de este año, Álvarez fue condenado al destierro junto a más de 200 ciudadanos nicaragüenses opositores a Ortega por delitos de traición, desinformación e intento de subvertir la integridad territorial. Al negarse a ser trasladado a Estados Unidos, fue encarcelado por un periodo de 26 años.
La postura de Brasil con respecto a Ortega ha sido criticada por parte de la comunidad internacional que considera que se está poniendo de perfil, como muestra que se negara a firmar una resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) contra los crímenes cometidos por el Gobierno nicaragüense.
En marzo, en el seno de Naciones Unidas, Brasil, tras evitar sumarse a un informe previo elaborado por expertos sobre los crímenes que se estarían cometiendo en el país centroamericano, propuso entablar un “diálogo constructivo” con Ortega. A su vez, también abrió las puertas del país a los disidentes nicaragüenses.
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