MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha recordado la importancia de evitar los golpes de calor entre los niños, sobre todos en menores de un año, ya que su temperatura corporal puede subir de 3 a 5 veces más rápido que la de un adulto.
Este incremento tan rápido se debe a la menor reserva de agua del organismo de un niño y a que su mecanismo de sudoración es menos eficiente que el de un adulto. Además, el aparato respiratorio de los niños, que aún se encuentra en desarrollo, los hace más vulnerables al agotamiento por calor.
La AEP ha recordado que un golpe de calor se produce cuando aumenta la temperatura corporal hasta un punto en el que el organismo no puede disipar el calor acumulado. Un niño que sufre un golpe de calor puede presentar mareos, vómitos, elevación de la temperatura corporal por encima de los 40ºC, cefalea (dolor de cabeza) o irritabilidad y taquicardia (aumento de las pulsaciones).
En los casos más graves, se pueden producir desmayos o pérdida de conciencia y convulsiones. Desde el Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (AEP) avisan que también hay que estar atentos a otros síntomas como piel seca y muy caliente, fatiga (cansancio excesivo), debilidad, respiración superficial y rápida o calambres musculares.
“Una causa frecuente de golpe de calor en niños pequeños sucede cuando la familia les deja, por ejemplo, dentro del coche y sin ventilación, hay que saber que, con una temperatura ambiente de 39ºC, existen zonas en el interior del coche donde la temperatura puede alcanzar los 70ºC. Y con una temperatura ambiente de 29ºC, la temperatura interior aumenta casi 20ºC en los primeros 45 minutos de exposición”, ha explicado el coordinador del comité Ignacio Manrique, quien ha alertadi que “esa temperatura tan elevada puede causar un golpe de calor con pronóstico muy malo para ese lactante o niño”.
CONSEJOS PARA EVITARLO
Desde la AEP han recomendando una serie de medidas para evitar que la temperatura llegue a suponer un problema para la salud de los niños. Por ello, ha advertido de que en la sombra también hay peligro. “Los menores no deberían exponerse al sol en días de temperaturas elevadas, sobre todo en las horas centrales del día, aunque cabe recordar que aún bajo la sombrilla, la temperatura corporal puede ser muy alta. Se aconseja descansar en un ambiente fresco, utilizando aire acondicionado o ventiladores”, han destacado.
Además, recomiendan que en caso de que los niños se encuentren bajo el sol, se cubra su cuerpo para limitar el porcentaje de área expuesta a la luz solar, ofreciendo una barrera para evitar el sobrecalentamiento. Es aconsejable cubrir la cabeza y resto de cuerpo con ropa, pero ésta debe ser fresca y holgada, y de colores claros, que evite la absorción excesiva de calor y no contribuya a aumentar la temperatura corporal.
En este sentido, también indican que el ejercicio físico se deje para otro momento, pues al realizar actividad se produce una gran cantidad de calor, se desencadena un mecanismo reflejo a nivel de los vasos sanguíneos de la piel, denominado vasodilatación, comenzando de inmediato a sudar para mantenerse fresco. En consecuencia, hay una reacción inmediata que causa pérdida de calor y ayuda al organismo a recuperar su temperatura normal. Cuando la temperatura del exterior es muy alta, los mecanismos termorreguladores funcionan, pero no pueden disipar el calor con suficiente rapidez, lo que provoca que el cuerpo no se refresque lo suficiente y sufra algún golpe de calor. Por ello, aconsejan evitar la práctica de ejercicio en las horas centrales del día, las de más calor.
Así, la AEP también ha recordado que los niños de 6 a 12 años deberían tomar de 750 mililitros a 2 litros de agua al día.
En caso de que suceda el golpe de calor, la Asociación recomienda colocar al niño tumbado boca arriba a la sombra, en un sitio fresco y ventilado. Además de aflojar su ropa y quitar las prendas innecesarias.
Después, colocar compresas de agua fría en la cabeza, cara, cuello, nuca y pecho. Si el niño está consciente, darle de beber agua fría o una bebida isotónica y si está inconsciente, avisar al 112 y, si es preciso, iniciar reanimación. Por último, trasladar al niño al hospital lo antes posible, para que sea valorado.
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