MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
Los trabajos arqueológicos en el yacimiento de Gruta da Figueira Brava (Portugal) han puesto al descubierto unos restos que demuestran que los neandertales que ocuparon esta cueva, hace más de 90.000 años, marisqueaban grandes cantidades de bueyes de mar, los cocinaban al fuego y los comían.
Así lo refleja el trabajo publicado en la revista Frontiers in Environmental Archaeology, en un trabajo liderado por Mariana Nabais, investigadora postdoctoral MSCA-COFUND-2020 en el IPHES-CERCA, en el que ha participado también Catherine Dupont, del CNRS-Université du Rennes; y João Zilhão, del Centro de Arqueología de la Universidade de Lisboa-UNIARQ.
Esta investigación demuestra que los neandertales explotaban los recursos marinos de forma intensiva, algo que hasta hace poco se consideraba que era una práctica exclusiva de los humanos anatómicamente modernos. Y es que el consumo de presas de pequeño tamaño por parte de los homínidos es, según los expertos, “un tema ampliamente controvertido por parte de la comunidad científica”.
En este sentido, hay un modelo que considera que este tipo de presas era inviable para los neandertales, ya que proporcionan poca cantidad de carne y, por tanto, de energía. En este sentido, este tipo de alimentación rica con pescado y marisco, quedaría reducida sólo a los humanos anatómicamente modernos del continente africano, coetáneos a los neandertales, a los que además les habría conferido algún tipo de ventaja a nivel cognitivo.
Los resultados en el yacimiento de la Gruta de Figueira Brava demuestran que esto realmente no fue así y que, en cualquier caso, si el consumo habitual de recursos marinos había jugado un papel importante en el desarrollo cognitivo, esto debería ser igualmente cierto en el caso de los neandertales.
“Las acumulaciones de restos de alimentos marinos de la secuencia estratigráfica de la Gruta de Figueira Brava, que abarca unos veinte milenios, son iguales a las observadas en los yacimientos de conchas del Holoceno de la región, que se encuentran entre los mayores de Europa”, ha explicado la investigadora del IPHES-CERCA y autora principal del estudio, Nabais.
El yacimiento arqueológico de la Gruta de Figueira Brava está situado a unos 30 kilómetros al sur de Lisboa, en la conocida Sierra de Arrábida. Actualmente, esta cueva está pegada al mar, pero cuando los neandertales la ocuparon, debían desplazarse más de dos kilómetros para llegar a la costa.
En sus depósitos arqueológicos se han recuperado gran cantidad de herramientas de piedra y huesos, que demuestran que éste era un espacio de hábitat por parte de grupos de neandertales. Entre este conjunto de restos, sobresalen gran cantidad de restos de crustáceos de gran tamaño que presentan claras evidencias de haber sido aportados y consumidos por parte de estas poblaciones del Paleolítico medio.
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