MADRID, 18 (SERVIMEDIA)
Los jóvenes europeos de la Generación Z (entre 18 y 24 años de edad) consideran tener mejor salud física, pero peor salud emocional que los millennials (25-35 años) frente a los españoles que refieren peor salud física y especialmente psicológica.
Así se desprende de la ‘Encuesta Merck: Sostenible o nada. El futuro que ambicionan los millennials y zeta europeos’ dada a conocer este martes y realizada en 10 países de nuestro entorno.
De hecho, los jóvenes españoles -al igual que los europeos- afirman tener peor salud emocional que física. Por géneros, los hombres creen gozar de mejor estado físico que las mujeres. Por generaciones, cabe destacar que los Z europeos (18-24 años) consideran tener mejor salud física, pero peor salud emocional que los millennials (25-35 años).
Llama la atención que, en el caso de los españoles, los jóvenes Z refieren peor salud física y especialmente psicológica (44% versus al 36% de la generación comprendida entre los 25 y 35 años).
Esta macroencuesta, impulsada por la compañía de ciencia y tecnología Merck con el apoyo técnico de GAD3, se ha dirigido a 6.119 jóvenes de entre 18 y 35 años de 10 países europeos (España, Alemania, Austria, Francia, Hungría, Italia, Noruega, Polonia, Portugal y Reino Unido) en el contexto del proclamado por la Comisión Europea como ‘Año Europeo de la Juventud’.
REDES SOCIALES
Uno de cada tres jóvenes españoles, coincidiendo con la media europea, considera que las redes sociales no son un entorno saludable para ellos. De las respuestas de ambas generaciones se deduce que los millennials españoles aseguran tener en todos los ámbitos (familia, amistades, trabajo, redes sociales) un entorno más saludable que los Z.
Es en lo referido a las redes sociales donde se aprecia una mayor diferencia: para casi la mitad de los jóvenes comprendidos entre los 18 y 24 años estas son “poco o nada saludables”, frente al 31% de los de entre 25 y 35 años.
Según la Encuesta Merck, los jóvenes españoles son los europeos que más valoran a los y las profesionales sanitarios, científicos e investigadores. De hecho, estos son para 7 de cada 10 millennials y Z de España (55% en el caso de los europeos) sus principales referentes a la hora de seguir consejos de vida saludable.
Además, el 90% de los jóvenes españoles considera al personal sanitario y a los científicos e investigadores las figuras más parecidas a héroes y heroínas, por delante de los deportistas de élite y empresarios de éxito.
Esto es coherente con que, como ya revelaban los datos de la primera oleada de la Encuesta Merck del pasado mes de junio, ante la pregunta: ‘¿En qué áreas invertirían más los jóvenes españoles si fuesen presidentes del Gobierno?’, 7 de cada 10 -frente a la mitad de los europeos- afirmaran que lo harían en investigación científica y tecnológica.
A este respecto, la presidenta de Healthcare de Merck en Europa, Marieta Jiménez, aseguró que “es revelador que las generaciones Z y Millennials europeas, de acuerdo con los resultados de nuestra encuesta, sientan que la salud, y especialmente la investigación y la ciencia que la impulsan, son valores absolutamente prioritarios”.
CÁNCER Y ALZHEIMER
En el caso de España, el 83% de los jóvenes (en comparación con el 78% de los europeos) afirma que, si estuviera en su mano decidir qué investigaciones apoyar, elegiría la lucha contra el cáncer, seguida por las enfermedades neurodegenerativas, (por ejemplo, el alzhéimer o la esclerosis múltiple).
Por otro lado, la encuesta puso de manifiesto que en la actualidad, cerca del 60% de los jóvenes europeos de entre 18 y 35 años no tiene hijos, porcentaje que se incrementa ligeramente (64%) en el caso de los jóvenes españoles (85% de los pertenecientes a la Generación Z y 53% a los millennials).
Además, 3 de cada 10 millennials españolas reconocen que no se han planteado aún la maternidad. Este dato es importante si se tiene en cuenta que la edad en las mujeres es un factor determinante cuando se habla de fertilidad y, a partir de los 35 años -coincidiendo con la edad de las encuestadas-, se produce una reducción considerable de la cantidad y calidad de la reserva ovárica.
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