MADRID, 08 (SERVIMEDIA)
La edad media de los seres humanos para tener hijos por primera vez es de 26,9 años durante los últimos 250 milenios, si bien existe una brecha entre los padres (30,7 años) y las madres (23,2).
Así se explica en un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) y publicado en la revista ‘Science Advances’.
La duración de una generación específica puede decir mucho sobre la biología y la organización social de los humanos. Investigadores de la Universidad de Indiana han determinado la edad promedio en que las mujeres y los hombres tuvieron hijos a lo largo de la historia evolutiva humana con un nuevo método que desarrollaron utilizando mutaciones de ADN.
Los autores apuntan que este trabajo puede ayudar a comprender los desafíos ambientales experimentados por los antepasados y a predecir los efectos del cambio ambiental futuro en las sociedades humanas.
“A través de nuestra investigación en humanos modernos, notamos que podíamos predecir la edad a la que las personas tenían hijos a partir de los tipos de mutaciones de ADN que les dejaban a sus hijos”, indica Matthew Hahn, profesor distinguido de biología en la Universidad de Indiana, quien añade: “Luego aplicamos este modelo a nuestros ancestros humanos para determinar a qué edad procrearon”.
Según el estudio, la edad promedio en que los humanos tuvieron hijos durante los últimos 250.000 años es 26,9. Además, los padres eran más mayores (30,7 años de media) en comparación con las madres (23,2 años).
No obstante, esa brecha de edad se ha reducido en los últimos 5.000 años y las estimaciones más recientes del estudio sitúan el inicio de la edad materna en 26,4 años. Además, la edad de los padres no ha aumentado de manera constante desde el pasado y puede haber disminuido hace unos 10.000 años por el crecimiento demográfico que coincidió con el surgimiento de la civilización.
“Estas mutaciones del pasado se acumulan con cada generación y existen en los humanos de hoy”, recalca Richard Wang, de la Universidad de Indiana, antes de señalar: “Ahora podemos identificar estas mutaciones, ver cómo difieren entre los padres masculinos y femeninos, y cómo cambian en función de la edad de los padres”.
MUTACIONES NUEVAS
El ADN de los niños heredado de sus padres contiene aproximadamente de 25 a 75 mutaciones nuevas, lo que permite a los científicos comparar a los padres y la descendencia, y luego clasificar el tipo de mutación que ocurrió.
Al observar las mutaciones en miles de niños, los investigadores notaron un patrón: los tipos de mutaciones que adquieren los niños dependen de las edades de la madre y el padre.
Los enfoques genéticos anteriores para determinar los tiempos de generación histórica se basaban en los efectos combinados de la recombinación o la mutación de la divergencia de la secuencia de ADN humana moderna a partir de muestras antiguas.
Hahn, Wang y sus colegas construyeron un modelo que usa mutaciones ‘de novo’, una alteración genética que está presente por primera vez en un miembro de la familia como resultado de una variante o mutación en una célula germinal de uno de los padres o que surge en el óvulo fertilizado durante la embriogénesis temprana, para calcular por separado los tiempos de generación de hombres y mujeres a lo largo de los últimos 250.000 años.
Los investigadores no buscaban originalmente comprender la relación del género y la edad en el momento de la concepción a lo largo del tiempo, sino que estaban realizando una investigación más amplia sobre la cantidad de mutaciones que se transmiten de padres a hijos.
Solo notaron los patrones de mutación basados en la edad mientras buscaban comprender las diferencias y similitudes entre estos patrones en humanos y otros mamíferos, como gatos, osos y macacos.
“La historia de la humanidad se compone de un conjunto diverso de fuentes: registros escritos, hallazgos arqueológicos, fósiles, etc.”, indica Wang, al tiempo que agrega: “Nuestros genomas, el ADN que se encuentra en cada una de nuestras células, ofrecen una especie de manuscrito de la historia evolutiva humana. Los hallazgos de nuestro análisis genético confirman algunas cosas que sabíamos de otras fuentes (como el aumento reciente en la edad de los padres), pero también ofrecen una comprensión más rica de la demografía de los humanos antiguos”.
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