MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
La filósofa asturiana Inmaculada de Melo Martín, catedrática de Ética Médica en la Universidad de Cornell (Nueva York, Estados Unidos), ha advertido de que “no se sabe todavía qué regulaciones aplicar a los embriones sintéticos creados recientemente”.
“Si se parecen tanto a los embriones humanos como para aportar información relevante sobre nuestra especie, deberían someterse a la misma regulación. Y, si no se parecen lo suficiente, ¿cómo de relevantes serán los datos que nos aporten?”, ha expresado De Melo, que ahora mismo se encuentra en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), donde está investigando sobre aspectos éticos de los biobancos, los repositorios de muestras biológicas indispensables para la investigación biomédica.
“La ciencia nos puede decir si una entidad particular tiene las características que asociamos a un ser humano; esas por las que, por ejemplo, no consideramos apropiado experimentar con ella. El acuerdo actual pone ese límite en 14 días para los embriones”, ha recordado.
Preguntada sobre las pautas que debe seguir una investigación ética, en lo que se refiere a experimentos, si son con seres humanos, afirma que “sus criterios deben garantizar que se respetan sus derechos y bienestar”. También recuerda la importancia de asegurarse de “utilizar los recursos de manera apropiada”.
En el trabajo general de laboratorio, apuesta por “favorecer prácticas que ayuden a fomentar la confianza, para lograr una ciencia más responsable”. También aboga por “la diversidad de la comunidad científica”, ya que originará un conocimiento “más útil y relevante para la sociedad”. “Las comunidades y estructuras que abren la ciencia a distintas perspectivas es probable que produzcan mejor ciencia”, ha defendido.
DERECHOS DE LOS DONANTES A BENEFICIOS
Por otro lado, la experta ha recordado que “ni en Europa ni en Estados Unidos tienen derecho los donantes a beneficios financieros resultantes de la investigación con sus muestras”; si bien en algunos casos se les puede compensar por el esfuerzo o las molestias.
No obstante, la filósofa reconoce que “aún está pendiente” la posibilidad de encontrar un sistema para que quienes contribuyen a lograr grandes beneficios económicos obtengan “un retorno económico”. Sin embargo, la obligación de retribuir por norma a los donantes podría desincentivar a científicos, farmacéuticas, empresas biomédicas. “Lo que sí hay, a veces, son incentivos para que la gente done”, ha recordado.
En lo que respecta a las donaciones para la reproducción, como las de esperma u óvulos, ha recordado que la ley española prohíbe retribuirlas, pero en Estados Unidos se hace. “Es un tema difícil. Por un lado, se intenta fomentar la solidaridad como valor social; por otro, la donación de óvulos implica ciertos riesgos de salud para las mujeres. Y choca que la de óvulos sea una contribución altruista a ese tipo de fecundación, carísima cuando es privada”, ha reflexionado. “Además, a diferencia de las donaciones de otros órganos para salvar vidas, nadie se muere por no tener hijos genéticos”, ha agragado.
En cuanto a la regulación de la edición genética, ha señalado que la mayoría de los países la prohíbe “explícita o implícitamente”. “La comunidad científica cree que no es muy apropiada, al menos por ahora, pero en algunos casos tampoco existen leyes en contra”, ha abundado.
“Lo cierto es que muy pocas veces se ha mandado a la cárcel a los responsables de faltas éticas en la investigación; se les suelen imponer multas o medidas laborales. Es muy difícil regular esos tipos de conducta para que impliquen penas de cárcel”, ha finalizado.
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