MADRID, 07 (SERVIMEDIA)
Los denisovanos, una especie extinta de humanos antiguos, sobrevivieron en la meseta tibetana durante unos 160.000 años, según el análisis de restos óseos hallados en una cueva del Tíbet a unos 3.280 metros sobre el nivel del mar.
Esa es la conclusión de un estudio realizado por un equipo de investigadores dirigido por la Universidad de Lanzhou y el Instituto de la Meseta Tibetana (China) y la Universidad de Copenhague (Dinamarca), con la participación de la Universidad de Reading (Reino Unido). El estudio aparece publicado en la revista ‘Nature’.
Los denisovanos fueron una especie de humanos antiguos que vivieron en la misma época y en los mismos lugares que los neandertales y el Homo sapiens.
Los arqueólogos han descubierto unos pocos restos de denisovanos. Los primeros restos se encontraron en 2010 en la cueca de Denísova (Siberia meridional). Se sabe poco sobre el grupo, incluido cuándo se extinguió, pero existen pruebas que sugieren que se cruzaron con los neandertales y el Homo sapiens.
Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron más de 2.500 huesos de la cueva kárstica de Baishiva, en la gran meseta tibetana, uno de los dos únicos lugares donde se sabe que vivieron los denisovanos.
El nuevo análisis identifica un nuevo fósil denisovano y arroja luz sobre la capacidad de la especie para sobrevivir en condiciones climáticas fluctuantes (incluida la Edad de Hielo) en la meseta tibetana desde hace unos 200.000 a 40.000 años.
“Pudimos identificar que los denisovanos cazaban, masacraban y comían una variedad de especies animales. Nuestro estudio revela nueva información sobre el comportamiento y la adaptación de los denisovanos, tanto a las condiciones de gran altitud como a los cambios climáticos. Apenas estamos empezando a comprender el comportamiento de esta extraordinaria especie humana”, explica Geoff Smith, zooarqueólogo de la Universidad de Reading.
DIVERSIDAD DIETÉTICA
Los restos óseos de la cueva kárstica de Baishya se rompieron en numerosos fragmentos, lo que impidió su identificación. El equipo utilizó un nuevo método científico que aprovecha las diferencias en el colágeno óseo entre animales para determinar de qué especie provenían los restos óseos.
“La zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS) nos permite extraer información valiosa de fragmentos óseos que a menudo se pasan por alto, lo que proporciona una visión más profunda de las actividades humanas”, indica Huan Xia, de la Universidad de Lanzhou.
Los investigadores determinaron que la mayoría de los huesos pertenecían a barales o carneros azules, así como a yaks salvajes, équidos, el extinto rinoceronte lanudo y la hiena moteada. También identificaron fragmentos de huesos de pequeños mamíferos, como marmotas y aves.
“La evidencia actual sugiere que fueron los denisovanos, no cualquier otro grupo humano, quienes ocuparon la cueva e hicieron uso eficiente de todos los recursos animales disponibles para ellos durante su ocupación”, recalca Jian Wang, de la Universidad de Lanzhou.
El análisis detallado de las superficies óseas fragmentadas muestra que los denisovanos extraían carne y médula ósea de los huesos, pero también indican que los humanos los utilizaban como materia prima para producir herramientas.
NUEVO FÓSIL
Por otro lado, los científicos también identificaron una costilla perteneciente a un nuevo individuo denisovano.
La capa donde se encontró la costilla data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que implica que este individuo denisovano vivió en una época en la que los humanos modernos se estaban dispersando por el continente euroasiático.
Los resultados indican que los denisovanos vivieron durante dos periodos fríos, pero también durante una etapa interglaciar más cálida entre las eras del Pleistoceno medio y tardío.
“En conjunto, la evidencia fósil y molecular indica que la cuenca de Ganjia, donde se encuentra la cueva kárstica de Baishiya, proporcionó un entorno relativamente estable para los denisovanos, a pesar de su gran altitud. La pregunta que ahora se plantea es cuándo y por qué se extinguieron los denisovanos de la meseta tibetana”, concluye Frido Welker, de la Universidad de Copenhague.
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