MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
La Semana Santa ha disparado la infectividad por COVID-19, alcanzando los 2.000 casos por cada 100.000 habitantes, según se desprende de los informes dados a conocer por el programa COVID-LOT de la Universidad Complutense de Madrid, que alerta de que durante las semanas previas a las vacaciones los valores se encontraban entorno a los 800 casos detectados por cada 100.000.
“El brusco incremento de la infectividad podría estar asociado a la irrupción de una nueva variante cuyo impacto debe analizarse”, advierten, al tiempo que no descartan que sea necesario una actualización de las medidas de protección colectiva.
El Observatorio Complutense ANTICIPA-COVID19, que monitoriza la infectividad por COVID-19, mantiene un seguimiento de la infección en España, a partir de los análisis rutinarios que siguen desarrollándose con periodicidad semanal entre el colectivo de personal de la Universidad.
Ante esta situación, desde el observatorio destacan la necesidad de realizar un seguimiento ante este nuevo “disparo de infectividad” para confirmar si se trata de una tendencia al alza provocada por la irrupción de nuevas capacidades infectivas, o si resulta de una fluctuación derivada del incremento de actividades colectivas de ocio y reuniones familiares.
A finales del pasado mes de marzo de este año 2023, el Programa COVID-LOT de este Observatorio sobrepasó las 150.000 muestras diferentes analizadas mediante RT-PCR en saliva para la detección cuantitativa de la presencia del virus SARS-CoV-2. Ello sigue permitiendo una monitorización permanente de la evolución de la infectividad COVID en la Comunidad de Madrid.
Como han mostrado los datos obtenidos a lo largo de más de dos años, el personal de la Universidad resulta ser una buena “sonda” del estado de infectividad, al representar una amplia población distribuida por toda la geografía de la Comunidad.
Los análisis del Observatorio ANTICIPA-COVID19 realizados en el año 2023 habían permitido observar un relativo estancamiento de la infectividad en torno a una tasa que nunca se redujo por debajo de los 800 casos por 100.000 personas analizadas.
“Resultaba esta una situación basal mucho más alta que la observada tras la finalización de otras olas de alta infectividad anteriores, sin que pudiera establecerse si esa tasa indicaba un estado de infectividad limitada pero significativa, que se mantenía activa de forma sostenida por infección de una fracción de población con relativa menor protección”, advierten.
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