Las mujeres negras son casi un tercio de la población y ocupan solo 12 de los 513 asientos de la Cámara de Diputados
RÍO DE JANEIRO, 30 (EUROPA PRESS)
Por primera vez en la historia los candidatos negros son mayoría frente a los blancos en las elecciones brasileñas, pero eso no significa que vayan a ser mayoría en los futuros órganos legislativos.
Los candidatos blancos tienen, por lo menos, el doble de posibilidades de ser elegidos en las urnas para ocupar cargos nacionales y regionales que los negros, término que para el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística incluye también a los mestizos.
Las cifras son claras. De los 3.177 candidatos negros que disputaban escaños en la Cámara de Diputados en 2018, fueron finalmente elegidas apenas 124 personas, lo que supone una tasa de éxito del 3,98 por ciento. Por el contrario, de los 4.425 blancos candidatos, finalmente fueron elegidos 386 legisladores, lo que supone una tasa de éxito del 8,72 por ciento, más de dos veces superior, según un informe publicado en marzo.
“A pesar de la ampliación de la discusión sobre la importancia de promover la diversidad en los espacios de poder en el país, la inclusión de mujeres y negros aún no es un valor arraigado en la sociedad de Brasil, un país históricamente marcado por la exclusión”, comenta Michael França, uno de los autores la investigación, realizada junto a sus compañeros del Núcleo de Estudios Raciales del instituto Insper.
“Existen diversos mecanismos operando directa e indirectamente, de forma consciente e inconsciente, que generan desventajas para los negros”, sostiene el investigador.
El 56 por ciento de los brasileños se define como negro o mestizo. Según el conocido como Índice de Equilibrio Racial, una sociedad equilibrada sería aquella en la que el número de congresistas negros fuera similar al porcentaje de población negra, pero en Brasil hay casos tan extremos como Río Grande del Norte, donde no hay ningún diputado federal negro cuando el 64 por ciento de su población pertenece a ese grupo.
UN BRASIL SUBREPRESENTADO
“Si la mayoría de la población es negra, y no estamos en el congreso ni protagonizando el debate público, entonces no somos los negros quienes estamos siendo subrepresentados, es Brasil quien está siendo subrepresentado”, defiende Sol Miranda, candidata negra a diputada federal por Río de Janeiro por el Partido Socialista Brasileño.
La postulada a ocupar un puesto en el Congreso de Brasilia creció en una de las favelas de la ciudad costera y habla mientras organiza una charla, en el centro de la urbe, con artistas negros y personas del mundo de la cultura como ella, que es actriz.
Está en plena campaña y el ritmo es frenético para la joven de 33 años, perteneciente al grupo poblacional más grande del país, el de las mujeres negras (27,8 por ciento de los electores) y que tiene, sin embargo, una casi testimonial representación en la Cámara de Diputados. Apenas 12 de los 513 asientos del hemiciclo están ocupados por mujeres negras, menos de un 3 por ciento.
“Hay dos factores para que eso ocurra. Uno es el machismo, y el otro es el racismo. Nosotras tenemos que trabajar, poner la comida en las mesas de nuestras casas, cuidar de nuestros hijos y nuestras casas”, aduce.
“La mayoría de los hogares en Brasil están dirigidos por mujeres y dentro de esa mayoría la mayor parte por mujeres negras, y ese grupo poblacional, además, necesita mantener ese espacio, no puede evadirse. Necesitamos, por ende, tener condiciones para poder formarnos, estudiar, y competir de manera justa”, reclama Miranda mientras comienza a llegar la audiencia a un recinto que ella ha conseguido prestado.
El deficiente acceso al presupuesto es el problema más aludido por los candidatos negros a puestos de elección popular. Las campañas de los candidatos blancos cuentan con más dinero. La situación es, de nuevo, peor para las mujeres negras, que en 2018 suponían el 12,9 pro ciento del total de candidaturas en las elecciones, pero sólo obtuvieron el 6,7 por ciento del fondo electoral.
“Tenemos un problema con los recursos financieros. Las campañas son muy caras y es necesario tener material, pagar personas para estar en las calles, tener un equipo de movilización de redes sociales, y el recurso financiero necesario para ello es extremadamente importante”, expone la candidata Miranda.
En 2020, el Tribunal Supremo de Brasil falló a favor de una distribución más proporcional de los fondos de campaña entre candidatos negros y blancos, así como de sus tiempos en los medios de comunicación. Ha ayudado a disminuir el problema, pero no lo ha erradicado. “Muchos de los partidos incumplen esa ley”, critica Miranda.
A esa negligencia se añaden otros problemas, a veces involuntarios. “El aumento de presupuesto para candidaturas negras es importante, pero esa falta de dinero no es el mayor problema. Los mecanismos internos de los partidos sí lo son y las jerarquías de las distintas formaciones no siempre están de acuerdo con promover candidaturas negras”, expone Ana Farranha, profesora de la Universidad de Brasilia.
Los candidatos que ya han ocupado puestos en el legislativo nacional tienen más posibilidades de ser reelegidos. Son eminentemente blancos, por lo cual, la inclusión de nuevos candidatos negros conlleva posibilidades de perder escaños para los partidos, y por eso algunos son reacios a darles un decidido apoyo.
Además, hay un problema de redes personales. Cuando el blanco es elegido, a la hora de seleccionar a sus ayudantes, preferirá a personas que conozca de su círculo laboral o personal. Lo más probable es que sean personas blancas, con las que ha crecido, sin querer decir, que ese diputado es racista, pero perpetuando ese hecho la prevalencia de los blancos en la política brasileña.
“La tendencia de los partidos es la concentración de poder, que sigue produciendo nuevas jerarquías internas y ahí necesitamos pensar mecanismos institucionales que puedan mitigar las desigualdades”, reclama Wescrey Portes, experto en relaciones raciales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
“El papel de las instituciones democráticas brasileñas es corregir las desigualdades. No tiene sentido en nuestra democracia que un país compuesto principalmente por negros, y a su vez por mujeres negras, no vea a esos grupos representados en los espacios de decisión y de poder. Hoy nuestro modelo electoral no prevé paridad de género o racial, pero podría haber un cupo para mujeres negras en el Congreso”, reclama Portes, que pide también a las cúpulas de los partidos que hagan una reflexión sobre la problemática.
“Necesitamos ampliar y construir más figuras negras. Los blancos son los cargos ejecutivos en los ministerios, las lideranzas de los partidos, de los espacios más relevantes de la sociedad civil e incluso de los movimientos sociales, así que hay una necesidad de formar nuevos líderes para que en el próximo ciclo político tengamos más personas negras con poder”, añade.
La candidata Miranda cree que es necesario la presencia de más parlamentarios negros para mejorar la situación en los lugares más humildes.
“Nosotros sabemos lo que es el hambre, lo que es la violencia física y psicológica, lo que es no poder dejar a nuestros hijos en una guardería para poder trabajar, lo que es no conseguir volver a casa en un horario decente, lo que es la violencia dentro de la ciudad, y a partir de eso luchamos por una sociedad más justa, menos desigual y más pacífica”, concluye.
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