MADRID, 21 (SERVIMEDIA)
Cambios climáticos vinculados a condiciones cada vez más cálidas y húmedas elevan el nivel de estrés de las abejas durante el último siglo.
Así lo explican investigadores del Imperial College de Londres y el Museo de Historia Natural (Reino Unido) en sendos artículos publicados en las revistas ‘Journal of Animal Ecology’ y ‘Methods in Ecology & Evolution’.
El primero investigó la morfología (formas del cuerpo) de especímenes de abejas que datan de 1900. Gracias a imágenes digitales, los científicos investigaron la asimetría en las alas de las abejas como indicador de estrés. Una asimetría alta (alas derecha e izquierda con formas muy diferentes) indica que los insectos experimentaron estrés durante el desarrollo, un factor externo que afectó su crecimiento normal.
Al estudiar cuatro especies en Reino Unido, encontraron evidencia de que el estrés aumentaba a medida que avanzaba el siglo XX, desde su punto más bajo alrededor de 1925. Un análisis posterior mostró que cada especie de abeja mostró un indicador de estrés consistentemente más alto en la segunda mitad de la centuria.
Al considerar las condiciones climáticas durante el año de recolección, es decir, la temperatura media anual y la precipitación anual, el equipo descubrió que las abejas mostraban una mayor asimetría en las alas en los años más cálidos y húmedos.
“Usando un indicador del estrés visible en la anatomía externa de la abeja y causado por el estrés durante el desarrollo solo unos días o semanas antes, podemos buscar rastrear con mayor precisión los factores que ponen a las poblaciones bajo presión a través del espacio y el tiempo históricos”, explica Aoife Cantwell-Jones, del Departamento de Ciencias de la Vida en el Imperial College de Londres.
Andrés Arce, ahora en la Universidad de Suffolk (Reino Unido), añade: “Nuestro objetivo es comprender mejor las respuestas a factores ambientales específicos y aprender del pasado para predecir el futuro. Esperamos poder pronosticar dónde y cuándo los abejorros estarán en mayor riesgo y apuntar a una acción de conservación efectiva”.
Richard Gill, del Departamento de Ciencias de la Vida en el Imperial College, subraya que, “dado que se predicen condiciones más cálidas y húmedas que pondrán a los abejorros bajo un mayor estrés, el hecho de que estas condiciones se vuelvan más frecuentes bajo el cambio climático significa que los abejorros pueden ser en un momento difícil durante el siglo XXI”.
SEGUNDO ESTUDIO
Además de medir las formas de las alas de las abejas, en un segundo estudio paralelo, el equipo secuenció con éxito los genomas de más de 100 especímenes de museos de abejorros que datan de hace más de 130 años. En un avance pionero, los métodos de ADN antiguo que se usan típicamente para estudiar mamuts lanudos y humanos antiguos se usaron por primera vez en una población de insectos.
Científicos del Museo de Historia Natural y el Instituto Earlham (Reino Unido) cuantificaron la preservación del ADN utilizando solo una pata de abeja de cada uno de los individuos estudiados. A partir de estos desarrollos, los investigadores ahora pueden determinar cómo el estrés informado puede conducir a la pérdida de diversidad genética.
Los investigadores analizaron colecciones de abejas en el Museo de Historia Natural de Londres, los Museos Nacionales de Escocia, el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, el Museo Mundial de Liverpool y el Museo Tullie House de Carlisle.
“Las colecciones de insectos del museo ofrecen una oportunidad sin precedentes para estudiar directamente cómo los genomas de las poblaciones y las especies se han visto afectados por los cambios ambientales a lo largo del tiempo. Sin embargo, son un recurso finito y es importante comprender cómo utilizarlos mejor para los estudios genéticos”, precisa Victoria Mullin, del Museo de Historia Natural.
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