MADRID, 26 (EUROPA PRESS)
Una nueva investigación de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón (OHSU, por sus siglas en inglés) revela consecuencias negativas para la salud de las personas que tienen sobrepeso e ignoran las señales de su cuerpo para dormir por la noche, con diferencias específicas entre hombres y mujeres, según se ha publicado en ‘The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism’.
El estudio reclutó a 30 personas, divididas equitativamente entre hombres y mujeres, que en general estaban sanas. Todos tenían un índice de masa corporal superior a 25, lo que los colocaba en la categoría de sobrepeso u obesidad.
Aportaron una muestra de saliva cada 30 minutos hasta bien entrada la noche en un laboratorio del sueño de la OHSU para determinar el momento en el que su cuerpo comenzaba a producir de forma natural melatonina. Esta hormona es el factor que inicia el proceso de conciliar el sueño y su inicio varía según el reloj biológico interno de cada individuo, según se ha determinado.
Luego, los participantes regresaron a casa y registraron sus hábitos de sueño durante los siguientes siete días.
Los investigadores evaluaron la diferencia de tiempo entre el inicio de la producción de melatonina y el tiempo promedio de sueño de cada participante, clasificándolos en dos grupos: aquellos que tenían una ventana de tiempo estrecha, con una duración corta entre el inicio de la melatonina y el sueño, y aquellos con una ventana de tiempo amplia, con una duración más larga entre el inicio de la melatonina y el sueño.
Una ventana de tiempo estrecha sugiere que alguien se queda despierto demasiado tarde para su reloj biológico interno y generalmente se asocia con peores resultados de salud. Según confirmó el estudio, en el grupo que se fue a dormir más cerca del inicio de los efectos de la melatonina hubo mayores perjuicios para su salud.
“La obesidad y las enfermedades cardiometabólicas son problemas de salud pública cada vez mayores”, ha advertido la autora principal, Brooke Shafer, que es investigadora postdoctoral del Laboratorio de Sueño, Cronobiología y Salud de la Facultad de Enfermería de la OHSU. “Nuestra investigación muestra que las alteraciones en el reloj biológico interno del cuerpo podrían contribuir a tener consecuencias negativas para la salud de las personas que ya pueden ser vulnerables debido al peso”, ha explicado.
También se encontraron diferencias entre hombres y mujeres. Los hombres de este grupo tenían niveles más altos de grasa abdominal y triglicéridos grasos en la sangre, y puntuaciones más altas de riesgo general de síndrome metabólico que los hombres que dormían mejor. Las mujeres de este grupo tenían un porcentaje de grasa corporal general, glucosa y frecuencia cardíaca en reposo más altos.
“Fue realmente sorprendente ver que estas diferencias se presentan de manera dependiente del sexo”, ha destacado el autor principal, Andrew McHill, quien es profesor adjunto en la Escuela de Enfermería de OHSU, la Escuela de Medicina y el Instituto de Ciencias de la Salud Ocupacional de Oregón en OHSU. “No hay una solución única para todos, como a veces pensamos en la medicina académica”, ha subrayado.
Por su parte, Shafer ha destacado la importancia de los buenos hábitos de sueño, tal y como resalta este estudio. Entre las buenas prácticas, se encuentran acostarse cuando uno está cansado o dejar de lado la pantalla por la noche, lo que puede ayudar a promover una buena salud general.
La siguiente fase de la investigación determinará las diferencias específicas por sexo en los grupos que experimentan cambios más severos en los patrones de sueño, como los trabajadores que realizan turnos nocturnos. “Queremos descubrir posibles intervenciones que mantengan saludable a este grupo vital de la fuerza laboral”, ha indicado la investigadora de la OHSU.
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