MADRID, 22 (SERVIMEDIA)
Los árboles necesitan una cierta cantidad de días cálidos durante la temporada de crecimiento para agrandarse adecuadamente, pues, de lo contario, las paredes celulares de los nuevos brotes no se lignifican adecuadamente y crean ‘anillos azules’ que aparecen cuando se tiñen las muestras de madera.
Dado que los árboles y los arbustos pueden vivir cientos de años, la identificación de estos anillos azules permite detectar veranos fríos en el pasado.
Al observar pinos y arbustos de enebro del norte de Noruega, un equipo de científicos identificó dos veranos extremadamente fríos en 1902 y 1877, posiblemente causados por las erupciones del Monte Pelée (isla de Martinica) y el Cotopaxi (Ecuador).
“Los anillos azules parecen anillos de crecimiento inacabados y están asociados con las condiciones de frío durante la temporada de crecimiento”, apunta Agata Buchwal, de la Universidad Adam Mickiewicz (Polonia) y autora principal del artículo, publicado este este miércoles en la revista ‘Frontiers in Plant Science’.
Buchwal apunta: “En general, encontramos más anillos azules en los árboles que en los arbustos. Los arbustos parecen estar más adaptados a los eventos de enfriamiento que los árboles, lo que probablemente explica por qué los arbustos se encuentran más al norte. Por eso me encanta estudiar los arbustos; parecen ser los verdaderos héroes del norte”.
PINOS Y ENEBROS
Los científicos tomaron muestras de núcleos de 25 pinos silvestres y de discos de la base del tallo de 54 arbustos de enebro común en un sitio en lo alto de la línea de árboles del monte Iskoras (norte de Noruega).
El equipo cortó transversalmente y tiñó estas muestras, y luego las fotografió bajo un microscopio para poder medir y datar de forma cruzada el ancho de los anillos de crecimiento e identificar los anillos azules.
En total, solo un 2,1% de los anillos de los pinos y un 1,3% de los anillos de los arbustos de enebro analizados eran azules. Las células que no se habían lignificado correctamente se encontraron principalmente en los extremos de los anillos de crecimiento, en la madera tardía.
Los anillos azules aparecieron con mayor frecuencia en 1902 (96% de los pinos y 68% de los arbustos de enebro), seguido de 1877 (84% de los pinos y 36% de los arbustos de enebro).
Los pinos parecían ser más vulnerables a la formación de anillos azules que los arbustos de enebro, lo que podría convertirlos en un indicador más sensible de veranos fríos.
“En el caso de los pinos de las regiones boreales, los anillos azules tienen el potencial de debilitar el árbol, haciéndolo más susceptible a daños mecánicos o enfermedades”, indica Pawel Matulewski, de la Universidad Adam Mickiewicz, que agrega: “Si este fenómeno persiste durante varios años, puede impedir la recuperación del árbol en los años siguientes”.
VOLCANES
La comparación de estos datos con los registros meteorológicos locales mostró que los años 1902 y 1877 se caracterizaron por temperaturas de verano muy bajas. En 1902, el mes de junio más frío jamás registrado retrasó la temporada de crecimiento, por lo que un número total bajo de días en ese año fueron lo suficientemente cálidos para el crecimiento de los árboles.
Esto podría explicar por qué la madera temprana se formó casi normalmente en 1902, pero la madera tardía no, creando muchas células de madera tardía azuladas. La temporada de crecimiento fue demasiado corta, por lo que la madera tardía no tuvo tiempo de desarrollarse adecuadamente.
Otros estudios han vinculado los anillos azules a fenómenos climáticos globales, como el enfriamiento tras grandes erupciones volcánicas. El frío junio de 1902 podría estar relacionado con la erupción del monte Pelée en mayo. De manera similar, la erupción de finales de junio del Cotopaxi se alinea con el frío agosto de 1877, pero no hay otra evidencia reportada de enfriamiento relacionado en el norte de Noruega tras esta erupción.
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