MADRID, 10 (SERVIMEDIA)
La Organización Médica Colegial (OMC), el Ministerio de Sanidad, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) se han unido fuerzas, por primera vez, para rechazar el uso de pseudoterapias por su riesgo para la salud de los pacientes.
Así lo decidieron en una jornada celebrada este jueves en la sede de la OMC, donde realizaron una declaración conjunta en la que resaltaron el valor de la buena ciencia y su aplicación a la medicina clínica y rechazaron el uso de pseudoterapias por su riesgo para la salud de los pacientes.
A través de una Declaración institucional por una buena ciencia y su mejor aplicación a la medicina clínica, las organizaciones firmantes reprobaron la utilización de técnicas o terapias sobre las que no existe evidencia probada y sobre las que la evidencia existente concluye que no son útiles e incluso que pueden ser perjudiciales para la salud.
En la presentación del documento participaron el director general de Salud Pública y equidad en salud del Ministerio de Sanidad, el doctor Pedro Gullón; el presidente de la OMC, el doctor Tomás Cobo; la vicepresidenta 2ª y coordinadora del Observatorio contra la Pseudociencias de la OMC (Oppiss), la doctora Rosa Arroyo; la directora del ISCIII, Marina Pollán; la directora general de la Fecyt, Izaskun Lacunza; y la investigadora del CSIC, Izaskun Lacunza.
En su intervención, el doctor Cobo resaltó la necesidad de “continuar aunando esfuerzos entre las profesiones y las distintas organizaciones para alejar a aquellos que juegan con la desesperanza de las personas”.
BUENA CIENCIA
En esta línea, la doctora Arroyo calificó la declaración institucional conjunta como un “hito respecto a la ciencia y contra las pseudociencias. Es una declaración institucional hacia el compromiso con la buena ciencia. Reprobamos la pseudociencia o pseudoterapias, prácticas sobre las que no existe evidencia científica y que prometen falsos resultados”.
Igualmente, el doctor Gullón expresó su agradecimiento a la OMC y al Oppiss por sumar a representantes de las instituciones competentes en la lucha contra las pseudociencias y la mala ciencia, y destacó algunos apartados que se abordan en la Declaración.
De hecho, añadió, “necesitamos que el ensayo clínico esté dentro del marco ético, que cuente con una revisión de conflictos de interés y que tengan una gran calidad. En definitiva, una cantidad de valores necesarios que están expuestos en esta Declaración”.
En cuanto al papel del CSIC en este ámbito, Campos-Sánchez resaltó el papel de los investigadores en relación con la divulgación. No obstante, la investigadora lamentó que esto no basta para acabar con estas prácticas.
PAPEL DEL INVESTIGADOR
“No es suficiente con la divulgación. Seguimos hablando de pseudoterapias y sigue habiendo víctimas. Es necesario que los investigadores salgamos de los laboratorios y expliquemos lo que hacemos y cómo lo hacemos”, agregó.
Por su parte, la doctora Pollán subrayó que la misión principal del ISCIII se basa en mejorar la salud a través de la ciencia: “Esto refleja el compromiso que tenemos por la ciencia, la única herramienta que tenemos para avanzar”.
Asimismo, la directora del ISCIII explicó que todavía queda mucho por saber y que el método científico asume un conocimiento parcial. “No lo sabemos todo y por eso basamos nuestros estudios y diseños en aquello que nos haga pensar que lo que no conocemos tiene la menor influencia posible en los resultados que encontramos”.
La directora general de Fecyt puso en valor la labor de esta fundación que “se centra en conseguir que el conocimiento científico contribuya a la calidad democrática. De poco vale tener una evidencia científica impoluta si luego no conseguimos conectar con la ciudadanía”.
DECLARACIÓN HISTÓRICA
La declaración pone de relieve que las prioridades en las políticas de investigación se basen en las necesidades de salud y bienestar y fomenten aquellos desarrollos e innovaciones que añadan valor sanitario y social; que las comunidades científica y clínica mantengan actualizadas sus competencias en metodologías de investigación, fomentando las iniciativas de colaboración ya existentes; y promover una mejor comprensión e interpretación crítica de la literatura científica en el ámbito profesional sanitario.
El documento también refleja la necesidad de aplicar los principios de la Ciencia Abierta para mejorar los procesos de revisión y publicación de los resultados de las investigaciones y poner a disposición de la ciudadanía de forma libre y gratuita el conocimiento científico, garantizando la validez de su metodología, el acceso a datos y la reproductibilidad.
Finalmente, la declaración recoge la necesidad de “impulsar canales y contenidos apropiados que permitan difundir una información veraz y comprensible de los avances científicos, sin generar falsas expectativas a pacientes y ciudadanos y saliendo al paso de comunicaciones públicas prematuras, inmaduras o engañosas de resultados de las investigaciones”.
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