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Las principales empresas europeas cotizadas lideran la gobernanza climática, según un estudio de A&O Shearman e IE Law School

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Apuesta por la gobernanza climática como “pilar estratégico” frente al ‘greenwashing’

MADRID, 17 (EUROPA PRESS)

Las grandes compañías cotizadas de la Unión Europea (UE) están a la vanguardia de la gobernanza climática como consecuencia de una mayor y más exigente regulación en esta materia, frente a las compañías energéticas de Estados Unidos, donde la normativa es más laxa, según el estudio ‘Gobernanza Climática Corporativa y el camino hacia ‘Net Zero’: relevancia, desafíos e impacto’, elaborado por el despacho de abogados A&O Shearman junto con IE Law School de IE University.

La publicación analiza los sistemas de gobernanza climática de 25 empresas cotizadas en cinco jurisdicciones (España, Alemania, Francia, Estados Unidos y Reino Unido) con un enfoque integral y multidimensional que evalúa un conjunto de indicadores que reflejan diferentes aspectos de su estrategia corporativa, normativa interna, remuneración, supervisión, gestión de riesgos, reporte y auditoría relacionados con los objetivos climáticos.

La comparación revela que, si bien existen sistemas de gobernanza climática en todas las jurisdicciones, en aquellas donde la regulación es más exigente, como es el caso de la Unión Europea, las empresas muestran mejores resultados, sobre todo Francia y España, frente a otras jurisdicciones como Estados Unidos, donde la muestra incluye una mayoría de empresas productoras de petróleo y gas.

Todas las empresas españolas analizadas cuentan con mecanismo de gobernanza relevantes, como la identificación de los riesgos climáticos como factores críticos o la definición de un plan o política que abarca diversos aspectos de la sostenibilidad que se actualizan periódicamente.

Sin embargo, las mejores prácticas corresponden a aquellas empresas que, por ejemplo, informan además de la evaluación realizada para determinar la consecución de los objetivos climáticos que determinan el devengo de la retribución, utilizan métodos reconocidos para evaluar la materialidad de sus riesgos climáticos o, como solo hace una de las compañías analizadas, cuentan con un sistema de gobernanza que vincula el interés social de forma estratégica con la creación de valor sostenible.

El estudio señala que “la gobernanza climática es una buena brújula del desempeño de las empresas en relación con su impacto en el clima”, así como “un factor clave para reducir riesgos y mejorar su sostenibilidad”.

“Sirve para que cada compañía pueda definir y dar a conocer sus propios objetivos, planes e instrumentos de medición del impacto ambiental con el fin de que los grupos de interés y toda la sociedad podamos valorar su posicionamiento y sus aportaciones”, sostiene el informe, que precisa que “la gobernanza climática de las empresas permite comparar sus respectivos compromisos y su contribución efectiva examinando sus respectivas normas internas y políticas corporativas que a su vez se concretan en acuerdos específicos de los órganos sociales e informes anuales”.

Por otra parte, indica que “el desafío global que representa el cambio climático impacta de lleno en la estrategia y en el modelo de negocio de las empresas”. De las 250 mayores compañías por ingresos a nivel mundial, el 96% reporta sobre temas de sostenibilidad y el 64 % reconoce que el cambio climático es un riesgo para su negocio, precisa.

La regulación y las políticas nacionales e internacionales destinadas a combatir el cambio climático impulsan a las empresas a tomar medidas para reducir su impacto ambiental y contribuir a la salud del planeta, asegura el análisis, que señala que todas ellas son “cada vez más conscientes de que su involucración en la lucha contra el cambio climático les puede reportar ventajas”, como la implicación a largo plazo de los inversores, menor nivel de riesgo, mayor resiliencia y buena reputación y oportunidades económicas derivadas del acceso a tecnologías verdes.

CLAVES CONTRA EL ‘GREENWASHING’

Por otra parte, el informe advierte de que a medida que cobra relevancia la sostenibilidad, las empresas están más expuestas a desafíos como el activismo accionarial y la movilización de otros grupos de interés, las demandas e investigaciones regulatorias y las acciones cada vez más frecuentes relacionadas con el blanqueo ecológico (greenwashing), que puede adoptar muchas formas.

Así, asegura que algunos inversores institucionales se han retirado o evitado la inversión en empresas que no cumplen con sus compromisos climáticos o que operan en sectores de alto riesgo, como el petróleo y el gas, las finanzas y los alimentos y bebidas, que suscitan la mayoría de las controversias sobre el blanqueo ecológico. Además, “el ‘greenwashing’ puede perjudicar los beneficios futuros de las empresas al dañar su reputación”, apostilla.

En definitiva, asevera el estudio, “un sistema maduro de gobernanza climática es indicativo del compromiso con la sostenibilidad y de su capacidad para integrar consideraciones climáticas en la toma de decisiones estratégicas, cuando contiene medidas específicas y reflejadas en las operaciones y/o resultados de la empresa, mientras que una gobernanza deficiente tiene un impacto negativo”.

CREAR CÓDIGOS ESPECÍFICOS DE GOBERNANZA

Por ello, como recomendación para los reguladores, el estudio indica que “la creación de códigos o directrices específicos de gobernanza climática corporativa ayudaría a los consejos de administración y a la alta dirección de las compañías y alinearía las expectativas de los grupos de interés”.

Sin embargo, advierte de la importancia de “evitar la sobrecarga y la fragmentación regulatoria, que pueden obstaculizar el avance en la consecución de los objetivos de sostenibilidad creando confusión en el mercado, arbitraje normativo y brechas regulatorias”.

Finalmente, los autores recomiendan a las empresas que sean transparentes en todos los aspectos de la comunicación y el reporte de la gobernanza climática proporcionando a los inversores, reguladores y otras partes interesadas información detallada sobre las estructuras, responsabilidades, la relación con los grupos de interés, los procesos, metodologías y prácticas existentes para lograr un buen desempeño climático y un bajo riesgo climático.


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