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Las personas con trastorno bipolar reivindican su “sensibilidad especial” y rechazan ser tratadas “como locos”

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MADRID, 30 (SERVIMEDIA)

Más de un millón de personas tiene trastorno bipolar en España. Sin embargo, apenas un tercio cuenta con un diagnóstico adecuado. Acertar con la enfermedad no es fácil, pues las alteraciones que provoca en el funcionamiento del cerebro y en el estado de ánimo pueden confundirse fácilmente con otras situaciones. A estas complicaciones hay que sumar las deficiencias del sistema en el cuidado de la salud mental, la incomprensión de los demás y los abundantes prejuicios sociales.

Cada 30 de marzo se celebra el Día Mundial del Trastorno Bipolar. La fecha coincide con el nacimiento de Vincent van Gogh, uno de los mejores pintores de la historia e icono del postimpresionismo. Su cuadro de ‘Los girasoles’ es mundialmente conocido y también que perdió una oreja en una pelea. Pero mucha menos gente sabe que tenía trastorno bipolar y que precisamente por eso este jueves, en el que el artista holandés cumpliría 170 años, se dedica a sensibilizar sobre esta enfermedad con la que conviven tantas personas.

Una de ellas es Luis Mariano Benito, de 52 años. Es el presidente de la Asociación Trastorno Bipolar de Madrid. Con 24 años fue diagnosticado de ansiedad. Sin embargo, tuvo que esperar dos décadas, hasta 2014, y atravesar varios ingresos en psiquiatría para recibir el diagnóstico correcto. “Desde la infancia, con ocho o diez años, ya tenía ideaciones suicidas. También tenía prácticas de riesgo como ponerme al borde del andén en el Metro e imaginaba qué me pasaría si me arrollara el tren… cosas así cosas que no son muy normales”, confiesa.

“VIVIR CON ALTIBAJOS”

Benito se acostumbró “a vivir con altibajos” y a pasar periodos de tiempo en el hospital. “Hice mi vida, me casé y tuve hijos. Mi jefe y la familia no me entendían. Hasta que encontré una psiquiatra que dio con la tecla y me prescribió la medicación correcta. Desde aquel día estoy genial, ahora estoy eutímico”, relata en una entrevista a Servimedia.

El Trastorno Afectivo Bipolar es una enfermedad mental que surge debido a una alteración en el funcionamiento de las estructuras cerebrales encargadas de regular el estado de ánimo. Hay dos tipos de pacientes: unos por causa química y genética y otros como consecuencia de un gran trauma o consumo de drogas o el alcohol. “En mi caso, es debido a un trauma de la infancia”, confiesa Luis Mariano.

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“Mi familia no admitía que yo tuviera una enfermedad mental. Cuando eres un enfermo con trastorno bipolar, tienes unos procesos maniacos y unos procesos depresivos. Es muy importante que te diagnostiquen pronto y recibas un tratamiento a base de estabilizadores para estabilizarte y estar en un término medio, ni sentirte arriba ni abajo”.

Cuando el paciente mantiene estados de ánimo alto se conoce como episodio de manía o hipomanía y cuando sucede lo contrario se habla de episodio depresivo. Por ello, Benito insiste en la importancia del diagnóstico precoz y de tratar con los fármacos adecuados para cada caso y así lograr la estabilización.

“En la fase depresiva sientes una depresión muy grande, incomprensión, abatimiento, te quieres morir, puedes caer en la autolesión. Por el contrario, en el proceso maniaco estás fuera de límite. O es una felicidad extrema o es una tristeza extrema”, cuenta el presidente de la Asociación desde su experiencia personal. Pero matiza: “Lo que sientes es lo que recibes de la sociedad y de tu familia. Si recibes rechazo, te sientes rechazado; y si recibes cariño, te sientes querido”.

El índice de divorcio entre las personas con trastorno bipolar es “muy alto” porque “es muy difícil estar con una persona que un día estás arriba y al otro abajo”. Sin embargo, la mujer de Benito permanece a su lado por amor. Sus hijos tampoco le han dado la espalda pese a que “tampoco me entendían”. “Cuando me daba un brote, actuaba como de broma, era muy ganso y ellos me recriminaban que no me tomaba las cosas en serio cuando no era así”. Por eso, reclama que el resto de la familia también debe recibir apoyo psicológico para comprender la situación y saber afrontarla porque, de lo contrario, “tu entorno no te entiende, ni aguanta”.

EL TABÚ DE LA SALUD MENTAL

El tabú de la salud mental ha saltado por los aires con la pandemia de covid-19. La muerte de más de cien mil seres queridos en España y el confinamiento durante tres meses para protegerse del coronavirus han dejado una huella severa en el corazón y en la cabeza de muchos ciudadanos. Pero esa realidad ha dejado de ocultarse y de encerrarse dentro de las casas. Ahora aparece constantemente en la prensa e incluso se debate sobre ello en el Parlamento.

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De hecho, el Gobierno de España anunció en 2021 la aprobación de un plan nacional sobre salud mental con una partida presupuestaria de 100 millones de euros hasta 2024 y muchas comunidades autónomas han aprobado sus propias estrategias para mejorar la atención de los pacientes desde sus sistemas sanitarios autonómicos.

La sociedad avanza y el estigma de la enfermedad mental retrocede. Pero todavía queda mucho por hacer. Los afectados mantienen el miedo al rechazo y a que les señalen. Por eso, “muchas personas lo ocultan y no dicen que tienen la enfermedad”. “Hay un gran estigma y por eso nos sentimos discriminados”, denuncia.

Para combatir esa discriminación también hay que cambiar el lenguaje y desterrar expresiones como “cambias mucho de opinión, pareces bipolar”. “No se puede decir eso a la ligera porque es algo muy grave. Falta mucha concienciación y formación desde los colegios”, denuncia el presidente de la Asociación de Trastorno Bipolar de Madrid, quien aplaude por ejemplo las iniciativas que ha puesto en marcha el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso “para concienciar desde los centros educativos y acabar con el estigma”.

“NO SOMOS LOCOS”

Por eso, su mayor reivindicación con motivo del Día Mundial del Trastorno Bipolar es “que no nos traten como locos, porque no somos locos, somos personas con una sensibilidad especial y queremos que se nos trate como a las personas con discapacidad física o visual. Tenemos mucho que aportar a la sociedad y merecemos nuestro espacio”, subraya.

La realidad social y laboral es que las personas con problemas de salud mental tienen más problemas que otras para encontrar un empleo. Apenas el 16% en edad de trabajar cuenta con un salario, según datos oficiales publicados por el Observatorio sobre discapacidad y mercado de trabajo en España (Odismet) de Fundación ONCE. Su tasa de actividad es 10 puntos inferior a la media de las personas con discapacidad, lo que pone de manifiesto una doble discriminación.

Quienes han trabajado expresan las incomprensiones a las que se enfrentan a pesar de su valía profesional. “Normalmente las personas con trastorno bipolar somos muy inteligentes y tenemos carreras buenas. Yo he sido director comercial de grandes empresas. Era un empleado muy rentable, con unas ideas geniales. Mi capacidad de trabajo era brutal y me quedaba hasta las 12 de la noche”, recuerda.

Pero después llegaban los momentos de sombra y el brillo desaparecía. Entonces es cuando “tu jefe no te entiende”. “Las empresas miran por su lucro, no permiten tus ausencias por acudir a las consultas médicas, a terapia con los psicólogos o a tu grupo de apoyo. Tu vida gira 180 grados y tienes que readaptarte y reinventarte”.

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Benito acudió a un Centro de Rehabilitación Laboral de la Comunidad de Madrid, que es un recurso del programa de salud mental. “Te deriva tu psiquiatra de referencia a este centro del mismo modo que a un centro de día psicosocial. Vuelves a tener otra vez hábitos laborales y cuando empiezas en un trabajo ya has avanzado los cien primeros metros de la carrera de fondo”. Así encontró trabajo en un puesto adaptado, en un centro especial de empleo de una fundación.

Para Benito fue clave contar con un psiquiatra de referencia, especializado en trastorno bipolar. Admite que gracias a la rehabilitación ha logrado reducir las consecuencias negativas, aunque el trastorno bipolar sigue latente. Mientras habla en la entrevista, recapitula algunos de los capítulos más extremos a los que les ha empujado su euforia. “En una ocasión me enfrenté a la Guardia Civil y les llamé mercenarios. Entonces, me ingresaron en el hospital por orden judicial”. En otra de sus fases maniacas entabló una cruzada contra el ayuntamiento de su localidad. “Como no estaba de acuerdo con el cobro del impuesto de la recogida de basuras, estuve alrededor de un mes tirando la bolsa de la basura dentro de la casa de la alcaldesa. Lo que no sabía es que a veces se abría y caía a su piscina”.

Aunque parezca una película, son episodios reales que narra con sinceridad para que se entienda mejor a las personas con trastorno bipolar. “Cuando sufres un brote psicótico se te altera la tensión. Te crees superhumano y no duermes”, expone. Toda su experiencia está resumida en el libro ‘Mis bendiciones”, que Benito presentó el año pasado con el propósito de abrir los ojos al trastorno bipolar. En sus páginas realiza un recorrido personal por la enfermedad y cómo seguir caminando por la vida esquivando los problemas que aparecen. En su caso ha sido posible gracias a esas “bendiciones” que dan título a la biografía y que representan a todas aquellas personas “con las que me he topado y me han ayudado a crecer”.


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