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Las personas con cardiopatías consumen más del doble de sodio de la cantidad diaria recomendada, según un estudio

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MADRID, 2 (EUROPA PRESS)

Un estudio presentado en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología desvela que las personas con cardiopatías son las que más pueden beneficiarse de una dieta baja en sodio, pero, por término medio, consumen más del doble de la cantidad diaria recomendada.

El sodio es un nutriente esencial, pero consumirlo en exceso puede elevar la presión arterial, lo que daña los vasos sanguíneos y obliga al corazón a trabajar más. El exceso de sodio también puede hacer que el organismo retenga líquidos, lo que agrava enfermedades como la insuficiencia cardíaca.

En este sentido, las actuales Guías Alimentarias del Departamento de Agricultura de EEUU recomiendan a la mayoría de los adultos limitar la ingesta de sodio a menos de 2.300 mg/día, lo que equivale aproximadamente a una cucharadita de sal de mesa. Para las personas con enfermedades cardiovasculares, el límite es aún más bajo, de 1.500 mg/día, según las recomendaciones del Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón.

Este nuevo estudio descubrió que entre una muestra de más de 3.100 personas con cardiopatías, el 89 por ciento consumía más del máximo diario recomendado de 1.500 mg de sodio y, de media, los participantes en el estudio consumían más del doble de esta cantidad. Según los investigadores, limitar la ingesta de sodio es una modificación fundamental del estilo de vida que ha demostrado reducir la probabilidad de sufrir posteriormente eventos cardiovasculares adversos graves. Sus hallazgos subrayan las dificultades a las que se enfrentan muchas personas para mantenerse dentro de los límites de sodio recomendados, independientemente de otros factores como el nivel socioeconómico.

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“Estimar las cantidades de sodio de una comida puede ser un reto. Las etiquetas de los alimentos ayudan en la estimación de sodio en la dieta, proporcionando cantidades de sodio en los alimentos envasados. Sin embargo, el cumplimiento de una dieta baja en sodio sigue siendo un reto, incluso para las personas con enfermedades cardiovasculares que tienen un fuerte incentivo para adherirse”, ha indicado la residente de medicina interna en el Hospital Regional Piedmont Athens de Athens (Georgia) y autora principal del estudio, Elsie Kodjoe.

El estudio utilizó datos de pacientes diagnosticados con un ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca, enfermedad arterial coronaria o angina de pecho que participaron en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) entre 2009-2018.

Los investigadores estimaron la ingesta de sodio basándose en cuestionarios en los que se pedía a los participantes que informaran de todo lo que habían consumido en 24 horas. Según los resultados, los participantes del estudio con enfermedad cardiovascular consumieron un promedio de 3,096 mg de sodio por día, que es ligeramente inferior al promedio nacional de 3,400 mg / día informado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos.

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“La diferencia relativamente pequeña en la ingesta de sodio sugiere que las personas con enfermedades cardiovasculares no están limitando mucho su ingesta en comparación con la población general y, además, consumen más del doble de lo recomendado”, ha asegurado Kodjoe, quien ha añadido que “para facilitar a los pacientes el cumplimiento de las directrices dietéticas, tenemos que encontrar formas más prácticas de que el público en general calcule los niveles de sodio en la dieta o quizá plantearnos una reducción del contenido de sodio de los alimentos que consumimos desde su origen”.

Los investigadores también compararon la ingesta de sodio entre personas de distintos grupos socioeconómicos, pero no encontraron diferencias significativas entre los participantes más ricos y los menos ricos tras tener en cuenta la edad, el sexo, la raza y el nivel educativo.

Según Kodjoe, las personas pueden tomar medidas proactivas para reducir su consumo de sodio. Por ejemplo, preparar más comidas en casa, donde se tiene un mayor control sobre el contenido de sodio, y prestar más atención a las etiquetas de los alimentos, sobre todo a los que contienen 140 mg o menos de sodio por ración. Los investigadores sugirieron que una mejor educación sobre los beneficios de limitar el sodio también podría ayudar a motivar a más personas a seguir las recomendaciones.

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“Las enfermedades cardiovasculares son reales y, según la Organización Mundial de la Salud, constituyen la primera causa de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Cumplir las directrices sobre el sodio es una de las estrategias más fáciles que los individuos podrían adoptar fácilmente para reducir las hospitalizaciones, los costes sanitarios, la morbilidad y la mortalidad asociadas a las enfermedades cardiovasculares”, ha explicado la investigadora.


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