MADRID, 09 (SERVIMEDIA)
Las jirafas hembras tienen cuellos proporcionalmente más largos que los machos, lo que sugiere que sus altas necesidades nutricionales pueden haber impulsado esa característica.
Esa es la conclusión de un estudio realizado por ocho investigadores pertenecientes a instituciones de Estados Unidos, Suiza o Tanzania, y publicado en la revista ‘Mammalian Biology’.
La hipótesis predominante sobre el alargamiento del cuello de las jirafas es que influyó la competencia entre los machos para cortejar a las hembras.
El nuevo estudio, que exploró las proporciones corporales de jirafas salvajes y cautivas, indican que la longitud del cuello puede ser el resultado de que las hembras buscan hojas en los árboles que de otro modo serían difíciles de alcanzar.
En sus teorías clásicas de la evolución, tanto Jean Baptiste Lamarck como Charles Darwin sugirieron que los largos cuellos de las jirafas evolucionaron para ayudarlas a alcanzar las hojas más altas de los árboles, evitando la competencia con otros herbívoros.
Sin embargo, una hipótesis más reciente sugiere que la evolución de los cuellos largos fue impulsada por la competencia entre los machos, que balancean sus cuellos entre sí para afirmar su dominio, lo que se denomina combate de cuello. Es decir, los machos con cuellos más largos podrían haber tenido más éxito en la competencia, lo que habría llevado a reproducirse y transmitir sus genes a la descendencia.
“La hipótesis del cuello por sexo predijo que los machos tendrían cuellos más largos que las hembras”, indican Doug Cavener, Dorothy Foehr Huck y J. Lloyd Huck, de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos).
Estos autores añaden: “Técnicamente tienen cuellos más largos, pero todo lo relacionado con los machos es más largo; son entre un 30% y un 40% más grandes que las hembras. En este estudio, analizamos fotografías de cientos de jirafas masai salvajes y cautivas para investigar las proporciones corporales relativas de cada especie y cómo podrían cambiar a medida que las jirafas crecen y maduran”.
FOTOGRAFÍAS
Los investigadores reunieron miles de fotografías de jirafas masai cautivas de los repositorios de fotografías de acceso público Flickr y SmugMug, así como imágenes de animales adultos salvajes que se tomaron durante la última década.
Debido a que las medidas absolutas como la altura total son difíciles de determinar a partir de una fotografía sin un punto de referencia de longitud conocida, los investigadores se centraron en medidas relativas entre sí o en proporciones corporales (por ejemplo, la longitud del cuello en relación con la altura total del cuerpo) del animal.
Restringieron su análisis a imágenes que cumplían criterios estrictos, como utilizar únicamente fotos de jirafas perpendiculares a la cámara, para poder tomar una variedad de medidas de manera consistente.
“Podemos identificar jirafas individuales por su patrón único de manchas”, indica Cavener, que añade: “También tenemos el pedigrí completo o árbol genealógico de todas las jirafas masai de América del Norte en zoológicos y parques de vida silvestre, así como sus fechas de nacimiento e historial de transferencias”.
“Al considerar cuidadosamente esta información, cuándo se tomó la foto y la edad aproximada del animal, pudimos identificar al individuo específico en casi todas las fotografías de una jirafa cautiva. Esta información fue fundamental para comprender cuándo las jirafas macho y hembra comienzan a mostrar diferencias de tamaño y si crecen de manera diferente”, explica.
Al nacer, los machos y las hembras de jirafa tienen las mismas proporciones corporales. Los investigadores descubrieron que, aunque ellos generalmente crecen más rápido durante el primer año, las dimensiones no son significativamente diferentes hasta que comienzan a investigar la madurez sexual alrededor de los tres años de edad.
ADULTOS
Debido a que las proporciones corporales cambian temprano, el equipo limitó su estudio de animales salvajes (cuyas edades se desconocen en gran medida) a adultos completamente desarrollados.
En las jirafas adultas, los investigadores encontraron que las hembras tienen cuellos y troncos proporcionalmente más largos, o la sección principal de su cuerpo, que no incluye las piernas ni el cuello ni la cabeza. Los machos adultos, por el contrario, tienen las patas delanteras más largas y el cuello más ancho. Este patrón fue el mismo tanto en jirafas cautivas como salvajes.
“En lugar de estirarse para comer las hojas de las ramas más altas, a menudo se ven jirafas, especialmente hembras, metiéndose profundamente en los árboles”, recalca Cavener.
Este investigador subraya: “Las jirafas son quisquillosas con la comida: solo comen las hojas de unas pocas especies de árboles, y sus cuellos más largos les permiten llegar más profundamente a los árboles para obtener las hojas que nadie más puede. Una vez que las hembras alcanzan los cuatro o cinco años de edad, casi siempre están preñadas y amamantando, por lo que creemos que el aumento de las demandas nutricionales de las hembras impulsó la evolución de los largos cuellos de las jirafas”.
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