MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
Los mamíferos marinos, como las focas, tienen un arma secreta para sobrevivir a inmersiones prolongadas: la capacidad de detectar directamente sus propios niveles de oxígeno en sangre circulante, que la mayoría de los mamíferos no tienen, lo que les permite permanecer sumergidos más tiempo y volver a la superficie antes de que la hipoxia provoque un ahogamiento.
Esa es la conclusión principal de un estudio realizado por Chris McKnight, de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y Jessica Kendall-Bar, de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos), y publicado este jueves en la revista ‘Science’.
Los mamíferos marinos que respiran aire han desarrollado adaptaciones fisiológicas para sobrevivir en entornos acuáticos, incluida la termorregulación para soportar las presiones de las profundidades. Sin embargo, uno de los retos evolutivos más críticos para los animales buceadores es evitar ahogarse.
A pesar de las adaptaciones para almacenar más oxígeno y tolerar niveles bajos de este elemento, estos animales siguen corriendo el riesgo de ahogarse si no pueden percibir cuándo se les agota el oxígeno.
En general, se cree que el oxígeno circulante en la sangre es cognitivamente imperceptible para los mamíferos. En cambio, la mayoría de los mamíferos han desarrollado la capacidad de detectar el dióxido de carbono (CO2) elevado como una señal de bajo nivel de oxígeno, lo que desencadena sensaciones aversivas como la falta de aire.
CAPACIDAD COGNITIVA
Para evaluar si los mamíferos marinos pueden percibir directamente los niveles fluctuantes de oxígeno y responder en consecuencia, McKinght y Kendall-Bar realizaron un estudio con focas grises (‘Halichoerus grypus’) capturadas en estado salvaje para examinar cómo las variaciones controladas en los niveles de oxígeno y dióxido de carbono inhalados influyen en su comportamiento de buceo.
Descubrieron que la duración de la inmersión estaba fuertemente correlacionada con los niveles de oxígeno en sangre, pero no se vio afectada por los niveles de CO2 o el pH sanguíneo.
Según los hallazgos, incluso cuando se exponían a concentraciones de CO2 unas 200 veces superiores a las del aire ambiente, la duración de la inmersión de las focas no variaba.
Sin embargo, la alteración de los niveles de oxígeno, ya fuera duplicando o reduciendo a la mitad la concentración ambiental, afectaba significativamente el tiempo que las focos permanecían sumergidas.
Los autores sostienen que el estudio proporciona pruebas convincentes de que las focas grises poseen la capacidad cognitiva de percibir los niveles de oxígeno, lo que les permite regular la duración de sus inmersiones en consecuencia.
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