MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
Las emisiones mundiales de metano procedentes del sector de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) y la bioenergía descendió el año pasado por primera vez tras el estallido de la pandemia de la covid-19.
Así se recoge en el ‘Rastreador global de metano’ (‘Global methane tracker’, en inglés) correspondiente a 2024, elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y dado a conocer este miércoles.
Las emisiones energéticas de metano alcanzaron 99,7 millones de toneladas liberadas a la atmósfera en 2000, cifra que subió a 115,2 millones en 2005; 123,6 millones en 2010, y 129,4 millones en 2015, hasta llegar al máximo histórico de 134,7 millones en 2019.
La serie histórica de la AIE, analizada por Servimedia, indica que la curva descendió en 2020 coincidiendo con la crisis de la covid-19 (127,1 millones de toneladas), pero volvió a subir en 2021 (130,9 millones) y 2022 (133,3 millones), para frenarse en 2023 (128,7 millones).
Este descenso se debe a políticas y regulaciones sustanciales anunciadas en los últimos meses, así como a las nuevas promesas alcanzadas el pasado diciembre en la Cumbre del Clima de Dubái, conocida como COP28.
La producción y el uso de combustibles fósiles generaron el año pasado 119,6 millones de toneladas de emisiones de metano, a lo que hay que sumar 9,1 millones procedentes de la bioenergía, principalmente el uso tradicional de biomasa para actividades como cocinar.
DIEZ PAÍSES
Según el informe, los 10 principales países emisores fueron responsables de unos 80 millones de toneladas de emisiones de metano provenientes de combustibles fósiles, dos tercios del total mundial.
Estados Unidos (el mayor productor mundial de petróleo y gas) fue también el mayor emisor procedente de operaciones de petróleo y gas, seguido de cerca por Rusia. China es, con diferencia, el mayor emisor en el sector del carbón.
Por otro lado, los satélites aportaron el año pasado mayor claridad a la comprensión mundial de las emisiones de metano y sus fuentes.
El informe de la AIE, que incorpora sus lecturas junto con datos de otras campañas de medición con base científica, señala que los satélites identificaron un aumento sustancial de las principales fugas de combustibles fósiles en 2023 en comparación con 2022, con más de cinco millones de toneladas de emisiones detectadas, incluso con el estallido de un pozo en Kazajistán que duró más de 200 días.
UN 75% MENOS
No obstante, las emisiones globales de metano siguen siendo demasiado altas para cumplir los objetivos climáticos internacionales. Para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, un objetivo clave del Acuerdo de París, las emisiones de metano provenientes de combustibles fósiles deben disminuir en un 75% esta década, según la AIE.
“Es imperativo reducir en un 75% las emisiones de metano provenientes de combustibles fósiles para 2030 para evitar que el planeta se caliente a un nivel peligroso. Me siento alentado por el impulso que hemos visto en los últimos meses, que, según nuestro análisis, podría marcar una diferencia enorme e inmediata en la lucha mundial contra el cambio climático”, según Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.
Birol añadió: “Ahora debemos centrarnos en transformar los compromisos en acciones, sin dejar de aspirar a objetivos más altos. Políticas bien conocidas y tecnologías existentes podrían reducir sustancialmente las emisiones de metano de los combustibles fósiles”.
Se espera que los esfuerzos para reducir las emisiones de metano se aceleren en 2024 y años siguientes, y que la COP28 de Dubái marque el comienzo de un cambio radical en la ambición.
No en vano, casi 200 gobiernos acordaron en Dubái reducir “sustancialmente” las emisiones de metano para 2030, mientras que Canadá, la UE y Estados Unidos anunciaron importantes iniciativas regulatorias en esa cumbre climática.
Nuevas empresas también se han comprometido a actuar con el lanzamiento de la Carta de Descarbonización del Petróleo y el Gas, y más países se han adherido al Compromiso Global del Metano, incluido, más recientemente, Azerbaiyán, que será el anfitrión de la COP29.
Si todos los compromisos de metano asumidos por los países y empresas hasta la fecha se implementaran en su totalidad y a tiempo, sería suficiente reducir las emisiones de metano de los combustibles fósiles en un 50% para 2030, según la AIE. Sin embargo, la mayoría de las promesas aún no están respaldadas por planes de implementación.
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
El metano es responsable de casi un tercio del aumento de las temperaturas globales desde la Revolución Industrial, y el sector energético es la segunda mayor fuente de emisiones de metano procedentes de la actividad humana.
Si bien el metano en la atmósfera se disipa más rápido que el dióxido de carbono (CO2), es un gas de efecto invernadero mucho más poderoso durante su corta vida útil. Reducir sus emisiones es una de las mejores formas de limitar el calentamiento global y mejorar la calidad del aire en el corto plazo.
Reducir las emisiones de metano de los combustibles fósiles en un 75% para 2030 requeriría un gasto de alrededor de 170.000 millones de dólares, menos de un 5% de los ingresos generados por la industria de los combustibles fósiles en 2023.
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