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Las clases populares del Imperio romano incumplían la ley al no celebrar banquetes funerarios

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MADRID, 24 (SERVIMEDIA)

La población común del Imperio romano no hacía una gran fiesta de la muerte de los seres queridos y utilizaba los mismos alimentos comunes de la vida cotidiana para los banquetes funerarios, contrariamente a lo que se puede pensar de pomposas comidas funerarias en la antigua Roma.

Así lo explica un equipo formado por investigadores de la Universidad de Valencia, la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) y el Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC) en un estudio publicado este miércoles en la revista ‘PLOS ONE’.

Los investigadores han reconstruido la composición de las comidas funerarias en una necrópolis situada en la plaza de la Villa de Madrid, en Barcelona, es decir, en la parte occidental del Imperio romano. El estudio compara datos biomoleculares, antropológicos y arqueozoológicos del yacimiento, y señala que las clases populares no siempre cumplían con la ley en cuanto a realizar fiestas funerarias.

Aunque el tránsito hacia el más allá fue un hito social clave en la antigua Roma, la comida consumida durante las comidas funerarias se componía principalmente de alimentos básicos del día a día.

Los investigadores han descubierto un alto grado de similitud entre los tipos de carne que se consumían habitualmente y los que se ofrecían en banquetes funerarios, lo que sugiere que la importancia del viaje al más allá no era suficiente para compensar el uso de alimentos más caros en ellos.

“MICRORRESISTENCIAS A LAS REGLAS”

La comida más común en banquetes funerarios eran principalmente carne de cerdo y ternera, por delante de las de cabra y pollo. No había muchos alimentos exóticos, ni animales salvajes, ni alimentos acuáticos.

Además, la mayoría de los entierros ni siquiera presentaban ofrendas de comida, ni sus familias hacían banquetes de ningún tipo, pese a que estos rituales estaban estipulados por ley.

“Hemos podido demostrar que la gente común no siempre cumplía la ley en cuanto a las fiestas funerarias, y cuando lo hacían, gastaban pocos recursos económicos en las comidas funerarias”, explica Domingo C. Salazar, autor principal e investigador de la Universidad de Valencia.

Salazar añade que “el dinero es dinero y cualquiera que sea la importancia del más allá en la antigua sociedad romana, claramente la prioridad eran las personas vivas”. “Las microresistencias a las reglas no razonables establecidas ya estaban presentes en ese momento”, apunta.

El más allá de la religión romana fue el hito que debía alcanzarse tras la muerte al cumplir con varios rituales funerarios. Parte de ellos consistían en ofrendas funerarias, banquetes y sacrificios de animales, llevados a cabo para garantizar la protección de las divinidades y la memoria de los difuntos. Sin embargo, se sabe poco de su composición, aparte de lo que se muestra en las fuentes escritas.

En el nuevo estudio, el equipo de investigación investiga estos banquetes funerarios mediante un enfoque directo analizando los isótopos del colágeno humano y animal, así como el análisis de los restos esqueléticos humanos y el conjunto arqueozoológico presente en la necrópolis de Barcelona.

El análisis de isótopos de los investigadores a partir de casi 100 ejemplares humanos y de fauna, combinado con el estudio osteológico de los restos humanos (edad, sexo y estado de salud) de los entierros y restos faunísticos de las comidas y ofrendas funerarias, ha revelado nuevas ideas sobre el ‘esplendor’ real de los banquetes y un posible tratamiento diferencial de los difuntos que perpetuaría las diferencias sociales en el más allá.

Para este estudio, los investigadores tuvieron que combinar las técnicas arqueozoológicas y antropológicas tradicionales con la arqueología biomolecular, y estudiaron la composición de isótopos estables de carbono y nitrógeno de los alimentos animales y huesos humanos. Con ese enfoque, reconstruyeron la composición de los banquetes funerarios de las comidas y alimentos reales que el difunto había consumido regularmente durante su vida.

¿DIFERENCIAS SOCIALES?

Es bien sabido que en la Antigua Roma había diferentes estratos sociales y que la riqueza y el estatus político eran de primordial importancia en la jerarquía social. En la necrópolis de la Villa de Madrid, los humanos enterrados eran principalmente personas con un poder adquisitivo limitado.

“Esto lo sabemos tanto por la sencilla tipología de los entierros como por el estudio antropológico, que indicaba una esperanza de vida muy baja en esta población”, señala Xavier Jordana, antropólogo físico y profesor asociado de la UVic-UCC, que analizó los restos esqueléticos humanos.

Es difícil extrapolar al sitio si la jerarquía social se tradujo al mundo simbólico del más allá al que fueron transportados los difuntos una vez muertos. Sin embargo, el estudio documenta un alto consumo de carne por parte de los hombres adultos durante su vida y una mayor presencia de ofrendas en los entierros de hombres adultos.

“Estas diferencias en el ritual y la dieta probablemente muestran desigualdades sexuales durante la vida que podrían extrapolarse al más allá a través de los rituales funerarios. Es evidente que una de las maneras en la sociedad romana de expresar las diferencias económicas y sociales entre los individuos era a través de los rituales de comida funeraria”, comenta Lídia Colominas, investigadora Ramón y Cajal del ICAC.


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