MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
La exposición a altas temperaturas ambientales se asocia con una menor conectividad en tres redes cerebrales en preadolescentes, lo que sugiere que el calor puede impactar en la función cerebral.
Esa es la principal conclusión de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, y el Idibell, en colaboración con el Erasmus University Medical Center Rotterdam (Erasmus MC) y las áreas de Epidemiología Salud Pública (Ciberesp), y Salud Mental (Cibersam) del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber).
Los resultados, publicados en la revista ‘Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry’, se basan en el análisis de 2.229 niños de 9 a 12 años de la cohorte ‘Generación R’ de Róterdam (Países Bajos).
Los datos de conectividad funcional de las redes cerebrales -es decir, cómo las diferentes regiones del cerebro se comunican y colaboran entre sí- se evaluaron a partir de resonancias magnéticas en estado de reposo, cuando los niños no estaban realizando ninguna tarea activa.
Las estimaciones de temperatura media diaria se obtuvieron a partir del modelo climático urbano UrbClim, desarrollado por el Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica.
La temperatura se calculó para el periodo 2013-2015, asignando valores medios diarios a cada participante en función de la dirección de su domicilio.
DESHIDRATACIÓN
Una temperatura ambiente más alta durante la semana anterior a la evaluación por resonancia magnética se asoció con una menor conectividad funcional dentro de las redes medial-parietal, de saliencia y del hipocampo, esenciales para el buen funcionamiento del cerebro. Esto implica que las áreas del cerebro podrían trabajar de manera menos sincronizada, afectando procesos como la atención, la memoria y la toma de decisiones.
La red medial-parietal está relacionada con la introspección y la percepción sobre uno mismo; la red de saliencia se encarga de detectar estímulos en el entorno y priorizar qué merece nuestra atención; y la red del hipocampo es fundamental para la memoria y el aprendizaje.
Los resultados de la investigación indican que la asociación entre altas temperaturas y menor conectividad funcional fue más intensa el día anterior a la exploración cerebral y disminuyó progresivamente en los días posteriores. En cambio, las bajas temperaturas medias diarias no se relacionaron con la conectividad funcional.
“Nuestra hipótesis es que la deshidratación podría explicar los resultados, ya que los niños son particularmente susceptibles a la pérdida de líquidos cuando se exponen al calor, lo que puede afectar a la conectividad funcional de las redes cerebrales”, según Laura Granés, investigadora de Idibell e ISGlobal y primera autora del estudio.
Mònica Guxens, investigadora Icrea en ISGlobal y autora sénior del estudio, destaca: “En la actual situación de emergencia por el cambio climático, las políticas de salud pública dirigidas a proteger a los niños, niñas y adolescentes de las altas temperaturas pueden contribuir a reducir sus posibles efectos sobre la función cerebral”.
SALUD MENTAL
Aunque las alteraciones de la función cerebral se han sugerido como posible mecanismo que vincula la temperatura y la salud mental, hasta ahora ningún estudio había examinado los efectos de la temperatura ambiente en las redes funcionales cerebrales.
El mismo equipo investigador reveló en un otro estudio reciente que la exposición al frío y al calor puede influir en síntomas psiquiátricos, como la ansiedad, la depresión y los problemas de atención.
Además, otras investigaciones han vinculado una menor conectividad dentro de la red de saliencia del cerebro con ideaciones suicidas y conductas de autolesión en adolescentes con depresión, así como con trastornos de ansiedad.
“Dado el papel de la red de saliencia en la ideación suicida, nuestros hallazgos plantean una nueva hipótesis: las altas temperaturas podrían disminuir la conectividad funcional de esta red, contribuyendo indirectamente a un mayor riesgo de suicidio en personas con problemas de salud mental preexistentes”, explica Carles Soriano-Mas, investigador de Idibell y de la Universidad de Barcelona, y uno de los autores del estudio.
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