MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
Las altas temperaturas invernales y las precipitaciones de marzo provocarán más polen y alergias más persistentes durante esta primavera, según datos aportados este jueves por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) .
“La primavera en el centro peninsular será variable en cuanto a la concentración de gramíneas, oscilando entre los menos de 1.000 granos/m3 de Teruel, Zaragoza y Huesca, los más de 5.000 granos/m3 de Toledo y Ciudad Real y los más de 3.000 granos/m3 de Madrid”, explicó en rueda de prensa el doctor Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la Seaic, quien agregó que en el centro peninsular son especialmente relevantes los pólenes de las gramíneas, olivo, plátano de sombra y cupresáceas.
“En Castilla y León la primavera se prevé moderada. Asimismo, en algunos puntos de Castilla-La Mancha, como Guadalajara y Albacete se espera que sea leve. Sin embargo, en Aragón, la predicción es que los alérgicos tengan una primavera leve”, puntualizó el experto.
En el primer trimestre del año, señaló Seaic, se ha observado la aparición de los primeros picos de cupresáceas como todos los años, con un comportamiento desigual, ligeramente adelantados en lugares como Madrid y con algo de retraso en otras localidades como Granada. Por otra parte, el polen de plátano de sombra se está viendo retrasado por las precipitaciones en plena época de polinización, por lo que es de esperar que concluidas las lluvias se inicie dicha polinización.
El impacto del cambio climático en las enfermedades alérgicas es cada vez más evidente, destacó la Seaic. Informes recientes señalan que el incremento de las temperaturas podría ocasionar un aumento en la producción polínica y en la cantidad de alérgenos de los granos de polen, extendiendo, además, la duración de las estaciones polínicas. Este fenómeno agrava síntomas en personas alérgicas y favorece la aparición de nuevas sensibilizaciones en la población general.
Los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, fuertes vientos, calimas o tormentas eléctricas, también desempeñan un papel clave en la dispersión de aeroalérgenos. “Estamos viendo cómo los cambios en el clima están generando un entorno más hostil para los pacientes alérgicos. Las temporadas de polen no solo son más largas, sino que los niveles son más elevados, lo que agrava los síntomas de los pacientes alérgicos”, señaló el doctor Darío Antolín, vicepresidente de la Seaic.
En la rueda de prensa también se desveló que en los últimos años, el perfil del paciente alérgico ha cambiado y que es cada vez más polisensibilizado, lo que complica el diagnóstico y tratamiento. La medicina de precisión ha revolucionado la alergología al permitir un mejor fenotipado del paciente y el desarrollo de vacunas personalizadas basadas en diagnóstico molecular. “Gracias a la innovación, hoy podemos identificar con precisión el alérgeno responsable y administrar una inmunoterapia específica, mejorando la calidad de vida de los pacientes”, destaca la doctora Arantza Vega, presidenta de la Seaic.
CONTINUIDAD
Y es que, además, el alergólogo es el especialista que atiende a los pacientes alérgicos desde la infancia hasta la edad adulta, permitiendo un seguimiento a lo largo de toda su vida. Esta continuidad asistencial es clave para comprender la evolución de la enfermedad y ofrecer tratamientos eficaces en cada etapa. “Los alergólogos somos los especialistas que acompañamos al paciente desde los 0 hasta los 100 años, garantizando un tratamiento adecuado en cada fase de su vida”, concluyó la doctora Vega, quien señaló que la formación en alergología sigue siendo una asignatura pendiente en muchos programas de Medicina, y es fundamental aumentar la presencia de alergólogos en los cuerpos docentes universitarios.
Por último, los expertos alertaron de que la contaminación del aire agrava la sensibilidad a los alérgenos y potencia sus efectos en la salud respiratoria ya que la exposición a contaminantes como el dióxido de nitrógeno (NO₂) y las partículas en suspensión (PM2.5) altera la barrera protectora de la mucosa nasal, la piel y la conjuntiva ocular, facilitando la penetración del polen y otros aeroalérgenos. Asimismo, tras eventos climáticos extremos, se ha observado un aumento de la contaminación del aire, lo que refuerza el impacto negativo sobre la salud de las personas con alergias.
- Te recomendamos -