MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
El alga ‘Melosira arctica’, que crece bajo el hielo marino del Ártico, contiene 10 veces más partículas microplásticas que el agua de mar circundante.
Esa concentración en la base de la red alimentaria representa una amenaza para las criaturas que se alimentan de las algas en la superficie del mar, según un estudio dirigido por el Instituto Alfred Wegener, del Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (Alemania), y publicado en la revista ‘Environmental Science and Technology’.
El alga ‘Melosira arctica’ crece a un ritmo rápido bajo el hielo marino durante los meses de primavera y verano, y forma allí cadenas celulares de un metro de largo. Cuando mueren las células y se derrite el hielo a cuya parte inferior se adhieren, se unen para formar grumos que pueden hundirse varios miles de metros hasta el fondo de las profundidades del mar en un solo día.
Allí forman una importante fuente de alimento para los animales y las bacterias que habitan en el fondo. Sin embargo, también transportan una carga de microplásticos a las profundidades del Ártico.
“Finalmente, hemos encontrado una explicación plausible de por qué siempre medimos la mayor cantidad de microplásticos en el área del borde del hielo, incluso en sedimentos de aguas profundas”, según Melanie Bergmann, del Instituto Alfred Wegener.
Hasta ahora, los investigadores solo sabían por mediciones anteriores que los microplásticos se concentran en el hielo durante la formación del hielo marino y se liberan en el agua circundante cuando se derrite.
“La velocidad a la que desciende el alga significa que cae casi en línea recta por debajo del borde del hielo. La nieve marina, por otro lado, es más lenta y las corrientes la empujan hacia los lados, por lo que se hunde más lejos. El hecho de que ‘Melosira’ lleve microplásticos directamente al fondo ayuda a explicar por qué medimos cantidades más altas de microplásticos debajo del borde del hielo”, indica Bergmann.
EXPEDICIÓN EN 2021
En una expedición con el buque de investigación Polarstern durante el verano de 2021, Bergmann y un equipo de investigación recogieron muestras de algas ‘Melosira’ y el agua circundante de los témpanos de hielo.
Socios del Ocean Frontier Institute (OFI), la Universidad de Dalhousie (Canadá) y la Universidad de Canterbury (Reino Unido) analizaron después esas muestras en laboratorio en busca de contenido microplástico.
El resultado es que los grupos de algas contenían una media de 31.000 partículas microplásticas por metro cúbico, unas 10 veces la concentración del agua circundante. Las algas filamentosas tienen una textura viscosa y pegajosa, por lo que potencialmente recogen microplásticos de la deposición atmosférica en el mar, el agua de mar misma, el hielo circundante y cualquier otra fuente por la que pasa. Una vez atrapadas en las algas, viajan como en un ascensor hasta el fondo del mar o son devoradas por animales marinos.
Dado que esas algas son una importante fuente de alimento para muchos habitantes de las profundidades marinas, el microplástico podría ingresar allí a la red alimentaria. Pero también supone una importante fuente de alimento en la superficie del mar y podría explicar por qué los microplásticos estaban particularmente extendidos entre los organismos de zooplancton asociados con el hielo, como muestra un estudio anterior.
VARIEDAD DE PLÁSTICOS
Un análisis detallado de la composición plástica refleja que en el Ártico se encuentran una variedad de plásticos diferentes, como polietileno, poliéster, polipropileno, nailon y acrílico. Además de varios productos químicos y tintes, esto crea una mezcla de sustancias cuyo impacto en el medio ambiente y los seres vivos es difícil de evaluar.
“La gente en el Ártico depende particularmente de la red alimentaria marina para su suministro de proteínas, por ejemplo, a través de la caza o la pesca. Esto significa que también están expuestos a los microplásticos y productos químicos que contiene. Ya se han detectado microplásticos en intestinos humanos, sangre, venas, pulmones, placenta y leche materna, y pueden causar reacciones inflamatorias, pero hasta ahora apenas se han investigado las consecuencias generales”, recalca Bergmann.
Además, el ecosistema del Ártico ya está amenazado por profundos trastornos ambientales causados por la crisis climática. Los organismos pueden debilitarse más si están expuestos adicionalmente a microplásticos y productos químicos. “Entonces, tenemos una combinación de crisis planetarias que necesitamos urgentemente abordar de manera efectiva. Los cálculos científicos han demostrado que la forma más efectiva de reducir la contaminación plástica es reducir la producción de plástico nuevo”, concluye Bergmann.
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