CUENCA, 27 (EUROPA PRESS)
La Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) ha presentado ‘MetaObesidad 2025’ un decálogo de posicionamiento sobre el abordaje actual de la obesidad que llama a “pasar página” respecto al uso del índice de masa corporal (IMC), o al menos a su uso exclusivo, ya que no refleja ni la distribución ni la funcionalidad del tejido adiposo, y no es una medida de salud.
En estos términos se refería Andreea Ciudin, vocal y tesorera de SEEDO y coordinadora de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Vall de Hebrón (Barcelona), en la I Jornada de ‘Periodismo y Obesidad’, un seminario de prensa organizado por la SEEDO con la colaboración de Lilly y Novo Nordisk, que ha reunido en Cuenca a profesionales de la comunicación de medios de referencia de España y a expertos en obesidad.
“El IMC no es un parámetro adecuado para diagnosticar la obesidad, una enfermedad crónica caracterizada por exceso y/o disfunción del tejido adiposo y no por número de kilos”. A su juicio, “el IMC no lo enterramos, pero es hora de pasar página”, el problema, ha señalado, es que “faltan datos a gran escala y si lo quitamos de golpe se generaría mucha ansiedad en el mundo científico”.
La SEEDO está alineada con estas recientes publicaciones en cuanto a la consideración del índice de masa corporal (IMC) como un parámetro que no refleja aspectos fundamentales para el diagnóstico y desarrollo de las comorbilidades de la obesidad, ni sobre la distribución y la funcionalidad del tejido adiposo o del músculo.
La sociedad defiende que la obesidad es una enfermedad progresiva y, por tanto, que debe ser considerada como tal en todas sus etapas. En definitiva, “es el momento de reescribir la narrativa sobre la obesidad”.
Con este fin, la SEEDO ha elaborado el documento ‘MetaObesidad 2025’ para actualizar y consolidar estos nuevos conceptos. Se trata de un decálogo que incluye las actualizaciones imprescindibles para el manejo de esta enfermedad, y que también define el posicionamiento de la sociedad sobre las nuevas propuestas realizadas hasta el momento en el campo.
Este decálogo, como subrayan María del Mar Malagón y Diego Bellido, presidenta actual y presidente electo de SEEDO, “representa el compromiso con las personas que viven con obesidad y con aquellas comprometidas con la correcta prevención de la obesidad, así como con la promoción del abordaje y tratamiento de esta enfermedad”.
La SEEDO ha mostrado durante el encuentro la necesidad de acercarse a la sociedad con mensajes claros y realistas, que eviten la estigmatización de las personas que viven con obesidad. En los últimos meses se han publicado varios estudios científicos altamente relevantes en el ámbito de la obesidad, todos los cuales coinciden en enfatizar que se trata de una enfermedad crónica, multifactorial y recurrente que supone un riesgo para la salud física y mental de las personas que la padecen y que es, además, la causa de otras enfermedades crónicas graves.
‘METAOBESIDAD 2025’, LA HOJA DE RUTA
El primer punto del decálogo recuerda que la obesidad es una enfermedad crónica y recurrente caracterizada por una acumulación anormal y/o excesiva de grasa corporal que supone un riesgo para la salud física y mental; en segundo lugar, quiere que se vea la obesidad es una enfermedad progresiva, que puede pasar de un estado asintomático a condiciones graves o discapacitantes y, por lo tanto, es una enfermedad en todas sus etapas.
En tercer lugar, la obesidad disminuye la calidad y esperanza de vida de las personas que la padecen; es un factor causante primordial de otras enfermedades crónicas graves, como la enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo 2, la esteatosis hepática o ciertos tipos de cáncer, entre otras. Además, es una enfermedad compleja y multifactorial en cuyo desarrollo intervienen factores genéticos y biológicos, además de alteraciones del sueño y el estrés, ciertos tipos de medicamentos, y factores ambientales y socioeconómicos.
“También contribuyen claramente a la ‘pandemia de obesidad’ los hábitos de vida no saludables, incluyendo la vida sedentaria e inactividad y la ingesta excesiva de alimento, fomentada por la enorme oferta de comida altamente calórica, que se suma al efecto de los factores genéticos y biológicos”, señala el décalogo en cuarto lugar.
El quinto punto es referente al índice de masa corporal (IMC) que, señalan, no refleja ni la distribución ni la funcionalidad del tejido adiposo, dos factores que son fundamentales en el diagnóstico de la obesidad y en el desarrollo de las comorbilidades. Además, el IMC no permite establecer la masa muscular, que es fundamental no solo para la movilidad, sino también para el mantenimiento del metabolismo y la salud en general.
En sexto lugar recuerdan que la acumulación de grasa abdominal se asocia a un mayor riesgo de desarrollar complicaciones cardiometabólicas, y es un factor más determinante del desarrollo de enfermedades metabólicas que el IMC (incluso en individuos con un IMC inferior a los valores de corte estándar para el diagnóstico de obesidad); y, en todo caso, cuando se use el IMC, éste se debe combinar con la circunferencia de cintura (CC) o el cociente cintura-estatura.
“La valoración conjunta de IMC y estos parámetros representan un mejor predictor del riesgo futuro para la salud. Se deben combinar, además, con el uso de técnicas específicas para evaluar la composición corporal, como la bioimpedancia eléctrica, ecografía nutricional, etc. Siempre que sea posible, hay que considerar también el uso de biomarcadores bioquímicos y moleculares en muestras de biopsias de tejido adiposo y en fluidos corporales”, advierten.
Por otro lado, señalan que la obesidad requiere un abordaje y tratamiento integral, que considere las complicaciones médicas, funcionales y psicológicas, realizado por equipos multidisciplinares y desarrollado de manera personalizada durante el tiempo que así se requiera para esta enfermedad crónica. Debe estar centrado en objetivos realistas, no siempre enfocados en la pérdida de peso, además debe incluir la prevención, la resolución o mejora de las complicaciones relacionadas con la obesidad.
Las personas con obesidad sufren prejuicios, estigmatización y discriminación por parte de la sociedad, incluyendo a muchos profesionales sanitarios, por este motivo en noveno lugar señalan la necesidad de usar un lenguaje correcto, no estigmatizante, al hablar de las personas con obesidad (lenguaje centrado en la persona); la enfermedad no define a la persona.
Finalmente, la SEEDO se compromete a la mejora en la comunicación sobre obesidad y colabora activamente para que la sociedad, incluidos los profesionales sanitarios, los responsables políticos y los profesionales de la comunicación, tengan una mayor y mejor comprensión de la obesidad y su complejidad intrínseca, liberando a las personas que la padecen de la carga y del estigma social que las rodea.
- Te recomendamos -