MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
En la actualidad, todavía se desconocen las causas que originan la sarcoidosis, pese a ello, algunas personas parecen tener una predisposición genética a desarrollar la enfermedad, que puede ser desencadenada por agentes ambientales, como algunas bacterias o sustancias químicas, según ha informado la Sociedad Española de Reumatología (SER).
La sarcoidosis se trata de una enfermedad autoinmune sistémica de origen desconocido, que se caracteriza por una inflamación crónica que genera granulomas, unos nódulos inflamatorios que pueden alterar la función de los órganos en los que se asientan.
Los pacientes, en su mayoría, sufren cansancio y dolor articular, aunque los síntomas son muy diversos dependiendo del órgano afectado. Generalmente se afectan los pulmones y los ganglios linfáticos, la piel, los ojos, y las articulaciones; así como el hígado y los riñones. La afectación del corazón y del sistema nervioso es poco habitual, pero puede suceder.
La sarcoidosis es una enfermedad rara con una frecuencia de entre 10 y 20 casos por 100.000 habitantes y sus manifestaciones clínicas suelen aparecer entre los 20 y los 60 años, con una propensión mayor en mujeres.
Con el fin de hacer visible entre la población esta enfermedad, desde la SER y la Asociación Nacional de Enfermos de Sarcoidosis (ANES) han elaborado un vídeo sobre esta patología, enmarcado en la campaña de concienciación ‘Ponle nombre al reuma’.
“La labor de las asociaciones de pacientes es fundamental, ya que se informa al paciente en todo aquello que demanda, se interactúa con otros pacientes en su misma situación y un largo etcétera. Todo paciente debería ser informado por su médico de Atención Primaria o especialista sobre la existencia de las asociaciones de pacientes y la labor que desarrollan”, ha señalado la presidenta de la Asociación ANES, Patricia Nogueira.
TRATAMIENTO Y HÁBITOS DE VIDA SALUDABLES
“No existe cura para la sarcoidosis y su manejo puede ser complejo. En algunos casos desaparece pasado un tiempo y en otros se cronifica. El tratamiento de primera línea está basado en corticoides, pero su uso continuado puede tener efectos secundarios. También se pueden utilizar inmunosupresores como el metotrexato y las terapias anti TNF alfa, aunque la evidencia científica es escasa, por lo que se requiere mayor investigación”, ha detallado la portavoz de la SER y reumatóloga del Hospital Universitario de Canarias, María García.
A los pacientes se les recomienda también recurrir a la fisioterapia y a terapia psicológica en caso de necesitarlo, acompañado siempre de hábitos de vida saludables (dieta mediterránea, ejercicio físico y descanso), además de acudir a las asociaciones de pacientes, que ofrecen una labor de apoyo.
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