La primera ministra tendría que aguantar hasta el 3 de enero para no ser la líder que menos tiempo ha estado en Downing Street
MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
La primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, sigue en el ojo del huracán pese a haber corregido parte de su programa fiscal y haber cambiado al titular de Finanzas. Aunque teóricamente está blindada ante una moción de censura interna, ya son varios los compañeros ‘tories’ que le han pedido públicamente que dimita.
Truss tomó posesión el 5 de septiembre, en lo que se preveía como un punto y aparte de la crisis del conservadurismo británico, tras unos últimos meses convulsos bajo la batuta del anterior primer ministro, Boris Johnson. La nueva líder llegó a Downing Street con una consigna de “disciplina fiscal” que se ha vuelto en su contra en cuestión de pocas semanas.
Un ‘mini presupuesto’ con varias medidas fiscales desató tal polémica política y financiera que el Gobierno ha tenido que corregirlo en dos ocasiones, para eliminar la reducción del impuesto de la renta sobre el tramo más alto de ingresos, primero, y para recuperar el aumento del impuesto de sociedades, después.
Truss también cesó el pasado viernes al ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, un “gran amigo” –como ella misma dijo en rueda de prensa– al que ha apartado para dejar paso a Jeremy Hunt, un ‘tory’ curtido en tareas de Gobierno y que ya había intentado en varias ocasiones ascender a Downing Street.
Corresponde a Hunt ahora tomar las riendas de la política económica y ya hay quien lo ve como un “primer ministro ‘de facto'”, como ha apuntado el diputado Kay Burley. En este sentido, ha afirmado en Sky News que el poder en Downing Street ya no está en el número diez de la calle, sede de la jefatura del Ejecutivo, sino en el número once, en el Ministerio de Finanzas.
Los diputados Crispin Blunt, Andrew Bridgen y Jamie Wallis han pedido abiertamente a Truss que dimita, bajo el argumento de que “se ha acabado el juego” y de que se han cometido “errores muy básicos y evitables” en estas últimas semanas, según los mensajes difundidos por los legisladores en los últimos días.
La semana pasada, fuentes citadas por ‘The Times’ hablaban incluso de movimientos internos para sustituir a Truss cuanto antes por una dupla de líderes formada por Rishi Sunak, segundo candidato más votado en las últimas primarias del Partido Conservador, y Penny Mordaunt.
La propia Mordaunt ha publicado un artículo en el ‘Daily Telegraph’ para instar a la calma y a poner el foco en la “misión” de gobierno, habida cuenta del complicado momento que afronta tanto el país como el conjunto del continente. “Nuestro país necesita estabilidad, no un culebrón”, ha reclamado.
¿CESE FORZADO?
El ruido de sables es tal que los medios británicos han tirado ya de hemeroteca para comprobar hasta qué punto una salida de Truss haría historia en Reino Unido. El primer ministro que menos tiempo ha estado en el cargo fue George Canning, en 1827: gobernó sólo 118 días, aunque en su caso porque falleció por problemas de salud.
Truss necesita aguantar por tanto hasta el 3 de enero de 2023 y, por ahora, no ha dado muestras de ceder a las presiones. El viernes, en una breve comparecencia ante los medios para anunciar el último giro político, subrayó su deseo de mantenerse como primera ministra.
La oposición, con el Partido Laborista a la cabeza, pide elecciones anticipadas –no están previstas hasta enero de 2025–. Los sondeos favorecen claramente al laborismo y sitúan a los ‘tories’ en niveles mínimos, por lo que parece difícil que el Partido Conservador pueda optar por esta estrategia.
El sistema parlamentario británico establece vías para cambiar al jefe de Gobierno sin pasar por las urnas –como ocurrió en el traspaso de mando entre Johnson y Truss–, entre ellas una moción de censura que podría ser impulsada por la propia bancada ‘tory’ en la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, las reglas estipulan que no se pueden celebrar dos mociones en menos de un año. La última, presentada contra Johnson, fue a principios de junio de este año, por lo que en teoría Truss estaría protegida frente a la rebelión de sus propios compañeros hasta mediados de 2023.
Nadie se atreve a descartar a estas alturas un cambio en la normativa para que no sea necesario esperar tanto. La decisión compete al Comité 1922 y su tesorero, Geoffrey Clifton-Brown, explicó el domingo en Sky News que se haría si una “abrumadora mayoría” del partido así lo apoya.
Este grupo se reunirá el miércoles, por lo que la actual líder tiene al menos unos días para tratar de convencer a propios y extraños de que tiene capacidad para “superar la tormenta”, como ella misma ha declarado en varias de sus comparecencias.
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