ROMA, 15 (EUROPA PRESS)
La abadesa de un convento benedictino situado en la localidad Viboldone, cerca de Milán, Maria Ignazia Angelini, ha criticado las “lógicas mercenarias, en las que uno se aprovecha del otro”, en una reflexión que ha pronunciado en presencia del Papa antes que se iniciaran los trabajos propiamente dichos del Sinodo, que ha entrado en su fase final y que el sábado 26 de octubre votará el documento final.
En la meditación espiritual, que ha precedido al inicio de la reflexión sobre la experiencia sinodal, ante los 368 participantes, la religiosa italiana ha dejado claro que el desafío que enfrentan los participantes del Sínodo al hilo del Instrumentum Laboris es “superar una visión estática de los lugares”, eclesiásticos incluso los más sagrados y los más populares.
La monja benedictina ha arremetido también contra las “comidas y cenas” para imponer las propias ideas, donde cada uno impulsa su propia candidatura, “lugares de los que están llenas las culturas contemporáneas”.
Angelini ha reflexionado así sobre las diferencias que existen entre el estilo de Jesús y el de la cultura dominante. Cuando Jesús, como describe Lucas en su Evangelio, participa en un banquete, “su intención es romper, sacudir las conciencias ante la mirada perturbadora de los procedimientos, los cánones, las jerarquías”. El hambre humana y el hambre de Dios se encuentran “para una nueva contestación radical de todo sistema religioso que no sitúe lo humano en el centro”, ha añadido Angelini, que ha subrayado que Jesús muestra “cómo los lugares de lo humano deben ser visitados y trascendidos por una Iglesia sinodal y misionera”.
Por otro lado, también ha señalado que la Iglesia sinodal, para llevar a cabo su misión, necesita enraizarse “en un lugar concreto, en un contexto, en una cultura”, Así, al destacado que “si el lugar de la Iglesia es siempre un espacio-tiempo concreto de encuentro, el camino del Evangelio en el mundo va de umbral en umbral: huye de toda estática, pero también de toda ‘santa alianza’ con los contextos culturales de la época”. “Ella habita en ellos y es guiada, por su Principio vital, –el Espíritu del Señor– a trascenderlos”, ha apostillado.
Para la religiosa, las proporciones de la cruz de Jesús protegen “inmediatamente de enredarse en culturas sedentarias e idólatras. En sabidurías aplanadas sobre la dinámica de la auto-salvación”.
Por su parte, el relator general del Sínodo, cardenal Hollerich, ha asegurado que “la Iglesia no puede entenderse sin estar enraizada en un lugar y en una cultura”. En este sentido, ha reflexionado sobre “las relaciones que se establecen entre lugares y culturas”.
Hollerich ha recordado también el propósito del Sínodo: “Eñ Santo Padre nos ha convocado aquí para escuchar también nuestros consejos sobre cómo hacer hoy más eficaz su servicio y el de la Curia romana”. Por ello, ha pedido a los participantes que digan lo que piensan “realmente”, “partiendo de la vida y de las necesidades del Pueblo De Dios”.
Finalmente ha destacado que la experiencia sinodal no ha estado exenta de “penurias y dificultades”, que “conduce al encuentro con el Señor y hace brotar la alegría del Evangelio”. Para que no quede en un privilegio de los participantes, ha instado a preguntarse sobre cuáles son “los caminos, las formas, también organizativas e institucionales, para que la riqueza de la experiencia que hemos vivido aquí, en este lugar, sea accesible a todo el Pueblo de Dios, y no sólo a través de nuestra historia, sino a través de la renovación de nuestras Iglesias”.
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