MADRID, 28 (EUROPA PRESS)
Hasta 36 millones de personas en toda Europa pueden haber desarrollado COVID-19 persistente durante los primeros tres años de la pandemia, según ha señalado este martes el director regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Henri P. Kluge.
A través de un comunicado, Kluge ha resaltado que estas cifras suponen que han sufrido esta enfermedad aproximadamente 1 de cada 30 europeos en los últimos 3 años. “Eso es 1 de cada 30 a los que todavía les puede estar costando volver a la vida normal. 1 de cada 30 que podrían estar sufriendo en silencio, dejados atrás mientras otros superan la COVID-19”, ha lamentado.
El máximo dirigente de la OMS en Europa ha reconocido que la COVID-19 persistente “sigue siendo una enfermedad compleja de la que aún sabemos muy poco”. “Estamos escuchando las llamadas de los pacientes con COVID-19 persistente y de los grupos de apoyo, y sensibilizando sobre su difícil situación, pero es evidente que queda mucho por hacer para comprenderla. La COVID-19 persistente sigue siendo un evidente punto ciego en nuestros conocimientos, que urge llenar”, ha admitido.
Así, ha asegurado que el mundo no se recuperará “realmente” de la pandemia si no “desarrollemos diagnósticos y tratamientos completos para la COVID-19 persistente”. “Animamos a que se lleven a cabo más investigaciones e instamos a que se vacunen contra la COVID-19 las personas que reúnan los requisitos para ello. Esta enfermedad poco reconocida debe tomarse en serio, tanto en el sector sanitario como en el social, y debemos asegurarnos de que los pacientes disponen de una amplia asistencia”, ha reiterado al respecto.
Igualmente, ha asegurado que la “mejor manera” de evitar la COVID-19 persistente “es evitar la COVID-19 en primer lugar”. “La prioridad debe ser vacunar a las poblaciones vulnerables, los ancianos, las personas con afecciones médicas subyacentes y los inmunodeprimidos. Deberíamos garantizar una cobertura vacunal de al menos el 70 por ciento para estos grupos, incluyendo tanto las dosis primarias como las de refuerzo adicionales”, ha remachado.
Al margen de la COVID-19 persistente, Kluge ha insistido en que pese a que el virus ya no supone una emergencia de salud pública mundial, “aún no ha desaparecido”. “Cada semana siguen produciéndose cerca de 1.000 nuevas muertes por COVID-19 en toda Europa, y se trata de una subestimación debida a la disminución del número de países que notifican regularmente las muertes a la OMS”, ha especificado.
En este sentido, ha alertado de que sigue afectando “de forma desproporcionada” a los más débiles y vulnerables. “La COVID-19 se aprovechó de una epidemia de enfermedades, entre ellas cánceres, enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas, que representan hoy el 75 por ciento de la mortalidad en Europa. Las personas con estas enfermedades subyacentes eran, y siguen siendo, mucho más vulnerables a las formas graves de COVID-19”, ha avisado.
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