MADRID, 11 (SERVIMEDIA)
El suministro de electricidad a partir de fuentes de energía limpia debe duplicarse en los próximos ocho años para limitar el aumento de la temperatura mundial. De lo contrario, existe el riesgo de que el cambio climático, el clima más extremo y el estrés hídrico socaven la seguridad energética e incluso pongan en peligro los suministros de energía renovable.
Así se expone en el último informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) -agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua- sobre el estado de los servicios climáticos, dado a conocer este martes.
El trabajo incluye aportaciones de 26 organizaciones y que se centra este año en la energía por ser la clave de los acuerdos internacionales sobre el desarrollo sostenible y el cambio climático, así como de la salud del planeta.
“El sector energético es la fuente de alrededor de tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Cambiar a formas limpias de generación de energía, como la energía solar, eólica e hidroeléctrica, y mejorar la eficiencia energética, es vital si queremos prosperar en el siglo XXI. El objetivo es el cero neto para 2050. Pero solo llegaremos allí si duplicamos el suministro de electricidad de bajas emisiones en los próximos ocho años”, apuntó Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
Taalas añadió al respecto: “El tiempo no está de nuestro lado, y nuestro clima está cambiando ante nuestros ojos. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial”.
OPORTUNIDADES
El informe destaca las oportunidades para que las redes de energía verde ayuden a abordar el cambio climático, mejorar la calidad del aire, conservar los recursos hídricos, proteger el medio ambiente, crear empleos y salvaguardar un futuro mejor.
El informe incluye estudios de casos prácticos. Por ejemplo, las alertas meteorológicas tempranas salvaguardan el suministro de energía en Pekín (China), las pruebas de estrés climático aseguran que la electricidad se distribuya adecuadamente en los Dolomitas italianos, los sistemas de alerta en Tayikistán notifican con anticipación las condiciones secas para la planificación de las operaciones hidroeléctricas y las mediciones de radiación solar apoyan la colocación de paneles solares en barreras acústicas en Alemania.
Para 2050, las necesidades mundiales de electricidad, que aumentarán a lo largo de los años con la electrificación como palanca estratégica, se satisfarán principalmente con energía renovable, con la energía solar como mayor fuente de suministro.
“Necesitamos urgentemente responder al creciente impacto del cambio climático en los sistemas energéticos si queremos mantener la seguridad energética al tiempo que aceleramos la transición a cero emisiones netas. Esto requiere una planificación a largo plazo y una acción política audaz para estimular la inversión, que a su vez debe estar respaldada por datos meteorológicos y climáticos completos y fiables”, indicó Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Francesco La Camera, director general de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés), subrayó que “las crisis energética y climática entrelazadas han expuesto dramáticamente las debilidades y vulnerabilidades de un sistema económico que depende en gran medida de los combustibles fósiles”. “Avanzar en la transición a las energías renovables es una opción estratégica para llevar energía asequible, empleos, crecimiento económico y un entorno resiliente a las personas y comunidades en el terreno”, agregó.
Según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, una acción climática audaz podría generar 26 billones de dólares en beneficios económicos para 2030. Sin embargo, la inversión en energía renovable es demasiado baja, especialmente en los países en desarrollo, y se presta muy poca atención a la importancia de los servicios climáticos para la energía para apoyar tanto la adaptación al clima como las decisiones sobre cómo reducir los gases de efecto invernadero.
SEGURIDAD ENERGÉTICA
El cambio climático afecta directamente el suministro de combustible, la producción de energía, así como la resiliencia física de la infraestructura energética actual y futura. Las olas de calor y las sequías ya están poniendo bajo estrés la generación de energía existente, lo que hace que sea aún más importante reducir las emisiones de combustibles fósiles.
El impacto de los fenómenos meteorológicos extremos, hídricos y climáticos más frecuentes e intensos ya es claro. Por ejemplo, los cortes masivos de energía causados por una ola de calor histórica el pasado enero en Buenos Aires (Argentina) afectaron a unas 700.000 personas. En noviembre de 2020, la lluvia helada cubrió las líneas eléctricas en el Lejano Oriente de Rusia y dejó a cientos de miles de hogares sin electricidad durante varios días.
En 2020, el 87% de la electricidad mundial generada a partir de sistemas térmicos, nucleares e hidroeléctricos dependía de la disponibilidad de agua. Mientras, un 33% de las centrales térmicas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para el enfriamiento se encuentran en áreas de alto estrés hídrico. Es también el caso de un 15% de las centrales nucleares existentes, una proporción que se espera que aumente al un 25% en los próximos 20 años.
Un 11% de la capacidad hidroeléctrica también se encuentra en zonas con gran estrés hídrico y un 26% de las presas hidroeléctricas existentes y un 23% de las presas proyectadas se encuentran dentro de cuencas fluviales con un riesgo medio a muy alto de escasez de agua.
Las centrales nucleares no solo dependen del agua para enfriarse, sino que a menudo se encuentran en zonas costeras bajas y son potencialmente vulnerables al aumento del nivel del mar y las inundaciones relacionadas con el clima. Por ejemplo, la de Turkey Point en Florida (Estados Unidos), que se encuentra sobre nivel del mar, se verá amenazada en el futuro.
PLANES DE ACCIÓN CLIMÁTICA
A pesar de estos riesgos, solo un 40% de los planes de acción climática presentados por los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) priorizan la adaptación en el sector energético y la inversión es correspondientemente baja.
El suministro de fuentes de bajas emisiones debe duplicarse para 2030 si el mundo quiere alcanzar el cero neto para 2050, según el informe. Una transición a la energía renovable ayudará a aliviar el creciente estrés hídrico mundial porque la cantidad de agua utilizada para generar electricidad por energía solar y eólica es mucho menor que para las centrales eléctricas más tradicionales, ya sea de combustibles fósiles o nucleares.
Pero las promesas actuales de los países están muy por debajo de lo que se necesita para cumplir con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París y abren una brecha del 70% en la cantidad de reducciones de emisiones necesarias para 2030.
Las inversiones en energía renovable deben triplicarse para 2050 para poner al mundo en una trayectoria neta cero para 2050, según las cifras citadas en el informe.
En 2019 y 2020, la mayoría de las inversiones en energía renovable se realizaron en la región de Asia Oriental y el Pacífico (principalmente China y Japón), seguida de Europa Occidental y América del Norte. Los países en desarrollo están subrepresentados en acceso a financiación de energía limpia.
África ya se enfrenta a graves efectos del cambio climático, incluidas sequías masivas, a pesar de tener la menor responsabilidad en el problema.
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