MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
El secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, afirmó este jueves que el auge de las energías renovables es “imparable” y que “un país puede dar un paso atrás, pero otros ya están ocupando su lugar”, en alusión no directa a Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ya ha adoptado varias medidas contrarias a la lucha contra el cambio climático.
Stiell hizo esa consideración en un discurso pronunciado en el Instituto Río Branco, en Brasilia (Brasil), país que acogerá el próximo noviembre la 30ª Cumbre del Clima, conocida como COP30.
Destacó que, 10 años después del Acuerdo de París, la lucha climática ha ido “a contracorriente” y en “un mundo cada vez más dividido”, pero el planeta está camino de un calentamiento de tres grados respecto a la era preindustrial, mientras que esa cifra sería de cinco grados si no hubiera surgido la cooperación mundial para la acción climática en Brasil en 1992.
“Afortunadamente, ya hemos entrado en una nueva era”, sentenció, antes de añadir: “El cambio hacia las energías limpias es ahora imparable por la colosal escala de oportunidades económicas que presenta”.
No en vano, el año pasado se invirtieron dos billones de dólares en energías e infraestructuras renovables. “No se debe a una casualidad. Es el doble que en combustibles fósiles. Los inversores saben que la energía limpia tiene mucho más sentido. La oportunidad de hacer dinero es demasiado grande para ignorarla”, recalcó.
A este respecto, Stiell señaló que “un país puede dar un paso atrás, pero otros ya están ocupando su lugar para aprovechar la oportunidad y cosechar las enormes recompensas: mayor crecimiento económico, más empleo, menos contaminación y costes de salud pública mucho más bajos, energía más segura y asequible”.
“VELOCIDADES MUY DIFERENTES”
Sin embargo, admitió que ese cambio se está produciendo “a velocidades muy diferentes”, con “afluencias masivas de capital en las principales economías, que impulsan el crecimiento económico, pero muchas economías más pequeñas aún no pueden participar plenamente del auge y de sus enormes beneficios”.
“Hemos pasado de casi nada a dos billones de dólares en poco más de una década y eso que más de dos tercios de los países del mundo siguen luchando por conseguir la financiación necesaria para adoptar medidas climáticas a gran escala”, apostilló.
Por otro lado, Stiell subrayó que los planes climáticos nacionales son “cruciales”, con países como Brasil y Reino Unido que han enviado “señales claras” de intensificar la ambición “en interés de sus economías y de sus ciudadanos”.
“Deben trabajar para los trabajadores, dar señales claras a los mercados y garantizar que el dinero fluya para construir infraestructuras limpias y resilientes. Aprovechando el poder de una energía más económica y limpia, pueden garantizar que todos los ciudadanos se beneficien”, dijo.
Por ejemplo, algunas estimaciones sugieren que aumentar las inversiones en energías limpias en la India a un ritmo de un 2% del PIB cada año durante 20 años generará un aumento neto medio de unos 13 millones de puestos de trabajo anuales.
“Dado que estos planes nacionales se encuentran entre los documentos políticos más importantes que los gobiernos elaborarán este siglo, su calidad debe ser de la más alta consideración. La gran mayoría de los países han indicado que presentarán nuevos planes este año. Por las conversaciones que he mantenido, los países se están tomando esto muy en serio”, aseguró.
Stiell destacó que “cada dólar invertido en adaptación vale seis en pérdidas y daños evitados” y puso como ejemplo la agricultura, ya que el rendimiento de los cultivos disminuye o desaparece con el cambio climático.
“NADIE ESTÁ A SALVO”
Por otro lado, Stiell sentenció que “la financiación de la lucha contra el cambio climático no es caridad”, sino que resulta “crucial para proteger las cadenas de suministro mundiales de la espiral de desastres climáticos que alimentan las presiones inflacionistas”.
“La financiación de la lucha contra el cambio climático, sobre todo, salva vidas a gran escala”, antes de añadir: “Nadie está a salvo, en ningún país ni en ninguna parte del espectro de ingresos”.
En este sentido, indicó que el nuevo objetivo mundial de financiación climática acordado el año pasado en la COP29 de Bakú (Azerbaiyán), con 300.000 millones de dólares anuales de los países ricos a las naciones en desarrollo, es “la línea de base, no la línea final”.
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