MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
La libra libanesa, la moneda nacional de Líbano, ha registrado esta semana un nuevo desplome histórico frente al dólar en medio de protestas en la capital, Beirut, frente a la sede del Banco Central, para exigir la renuncia inmediata de su gobernador, Riad Salamé.
El cambio del dólar se sitúa ahora mismo en el mercado paralelo en 63.000 libras y, al cambio oficial, la moneda ha perdido el 97 por ciento de su valor desde el estallido hace tres años del último episodio de la casi endémica crisis económica que arrastra el país, retroalimentada por la pobreza y la escasez energética.
Los esfuerzos del Banco de Líbano para intentar moderar la caída de la libra a través de la creación de plataformas cambiarias como Sayrafa están resultando hasta el momento infructuosas debido, apuntan expertos consultados por el ‘L’Orient le Jour’, a un estado de absoluta desconfianza política en un país donde “la Presidencia está vacante y el Consejo de Minsitros carece de plenos poderes”.
A ello hay que añadir la investigación que desde hace dos años pesa sobre el gobernador. Desde 2020, al menos seis países europeos (Alemania, Francia, Liechtenstein, Luxemburgo, Suiza y Reino Unido) han abierto investigaciones contra Salamé y determinados intermediarios financieros por diversos cargos como malversación, falsificación, blanqueo de capitales, enriquecimiento ilícito o evasión fiscal. Salamé ha rechazado categóricamente las acusaciones y una imputación todavía parece lejana, pero este caso no ha hecho nada por agraciar su figura hacia la población.
Volviendo a la crisis de divisas, algunos expertos no descartan incluso que el dólar pueda duplicar su valor a finales de año si persiste el ‘statu quo’ político y económico actual, apunta el medio, en un momento en que el país intenta ultimar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuyos términos no han satisfecho a casi nadie.
Por recordar: los, aproximadamente, 3.000 millones de dólares ofrecidos por el FMI en el plazo de los cuatro próximos años implican una completa reestructuración de su sector bancario –auditorías a sus 14 bancos principales incluidas– así como de la deuda nacional, pasando por la adopción de un tipo de cambio unificado y controles formales de capital, según se pudo extraer de los discursos de los líderes nacionales tras el acuerdo preliminar alcanzado en abril del año pasado.
Las conclusiones de la visita de septiembre de los expertos del FMI al país no arrojaron resultados esperanzadores. “La economía libanesa sigue gravemente deprimida debido a un estancamiento continuo sobre las reformas económicas muy necesarias y una gran incertidumbre”, según el comunicado final del viaje, en el que criticó la “lentitud” de las autoridades a la hora de aplicar los términos del acuerdo de abril.
“Retrasar la puesta en práctica de los términos solo repercutirá en el país y en su gente. Hay que completar las acciones previas estipuladas antes de que la dirección del FMI considere este programa: El sector bancario debe asumir sus grandes pérdidas y proteger por completo a los pequeños depositantes”, añade la institución internacional.
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