MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
La fisioterapia reduce “al máximo” los grados de dependencia física derivadas del daño cerebral, según ha comentado el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), con motivo del Día del Daño Cerebral Adquirido (26 de octubre) y el Día Mundial del Ictus (29 octubre).
Se trata de una lesión repentina del cerebro, producida por un ictus, traumatismos craneoencefálicos, tumores, anoxias e infecciones. Todos estos casos producen un conjunto de secuelas físicas, psíquicas o cognitivas, según el área del cerebro dañado y su gravedad. En España, el daño cerebral afecta actualmente a 435.000 personas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
Las dos causas principales de daño cerebral adquirido son el ictus, también llamado accidente cardiovascular (ACV), que supone el 78 por ciento de los casos, junto a los traumatismos craneoencefálicos. Además, el 44 por ciento de las personas que sobreviven a un ictus desarrollan discapacidad grave, según datos de la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE).
Asimismo, el ictus puede afectar a cualquier persona, pero la prevención ayuda a reducir probabilidades. Pasa por adoptar hábitos de vida saludables que eviten factores de riesgo como: estrés, obesidad, sedentarismo o hipertensión.
En cuanto a los traumatismos craneoencefálicos, están derivados en un 70 por ciento de accidentes de tráfico. Los principales factores de riesgo a evitar cuando se está al volante son: exceso de velocidad y el consumo de drogas y alcohol.
La fisioterapia neurológica tiene como objetivo lograr el máximo potencial motor o físico para que los pacientes alcancen la mayor autonomía posible, reduciendo o manteniendo las secuelas derivadas del daño cerebral. “La fisioterapia forma parte del equipo interdisciplinar que mejora, motiva y mantiene las funciones no sólo del sistema musculoesquelético, sino también las del sistema cardiorrespiratorio, digestivo y circulatorio de estos pacientes, mejorando en definitiva su calidad de vida”, ha explicado la presidenta de la Comisión de Fisioterapia en Neurología del CPFCM, Ana Herrero de Hoyos.
Más en concreto, esos objetivos son mejorar las habilidades motoras de las personas afectadas, así como prevenir alteraciones secundarias que se producen por un movimiento anómalo o por falta de movimiento; conseguir los mayores grados de autonomía o funcionalidad del paciente para su integración en la sociedad; evaluar de forma continua los resultados e intervenciones día a día; y educar a cuidadores y familiares sobre el manejo de los pacientes; como por ejemplo, una transferencia (paso de sentado a de pie, tumbado a sentado*), teniendo en cuenta la situación motora de cada paciente y su entorno.
El tratamiento de neurorrehablitación va dirigido a reducir en lo posible las secuelas del paciente. Cada fisioterapeuta evaluará, de manera individualizada, cuál de los tratamientos será el más efectivo y eficiente para conseguir la máxima funcionalidad.
Así, los tratamientos aplicados van desde una reeducación neuromuscular; ejercicios pasivos que ayudan a estimular al cerebro; entrenamiento vestibular, que muchas veces se ve afectado, lo que ayudara a reducir caídas y a prevenir lesiones; entrenamiento de la marcha o fisioterapia acuática, entre otros, que se pueden aplicar de manera conjunta o por separado.
“La intervención de la fisioterapia ha de ser los más temprana posible. Por eso resulta necesario que participemos de manera inmediata en la atención al paciente. La evidencia científica demuestra que se consiguen mejores resultados. Ganar tiempo es fundamental para intentar reducir las secuelas”, ha zanjado Herrero de Hoyos.
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