MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
Un equipo de investigadores de la Universidad de Ciencias de Tokio (Japón) ha demostrado los efectos antidepresivos de la exposición a ultrasonidos en un modelo de depresión en roedores.
Se sabe que la exposición de todo el cuerpo a ultrasonidos de alta frecuencia aumenta la actividad cerebral en los seres humanos. Sin embargo, se sabe poco sobre su impacto y mecanismos asociados en estados emocionales como la depresión.
El efecto de los ultrasonidos sobre el funcionamiento del cerebro humano ha sido el centro de atención de recientes investigaciones, que han señalado su potencial como método eficaz y no invasivo para la modulación de la actividad cerebral.
Mientras que los efectos de la exposición a los ultrasonidos sobre la conciencia y la cognición han sido ampliamente explorados, se sabe poco sobre su impacto en estados emocionales como la depresión. Por si fuera poco, hay limitaciones en nuestra comprensión de los mecanismos neurales y moleculares que sustentan las emociones.
Afortunadamente, las ratas experimentan emociones agradables en respuesta a vocalizaciones de ultrasonidos de alta frecuencia (USV), lo que las convierte en organismos modelo ideales para estudiar los mecanismos subyacentes a la depresión.
Estos científicos japoneses han profundizado en la comprensión de los efectos de la exposición a los ultrasonidos en la depresión, realizando experimentos con ratas carentes de lóbulos olfativos -órganos que regulan la neurotransmisión-. Estas ratas “bulbectomizadas olfativas” sufren cambios en los neurotransmisores, las secreciones endocrinas y el comportamiento, que son similares a los observados en los seres humanos con depresión.
Estas ratas “bulbectomizadas olfativas” sufren cambios en los neurotransmisores, las secreciones endocrinas y el comportamiento, que son similares a los observados en los seres humanos con depresión.
“Dado que los estudios sobre la exposición a los ultrasonidos se han realizado principalmente en seres humanos, necesitábamos establecer modelos animales robustos para dilucidar los mecanismos subyacentes mediante técnicas invasivas. En nuestro estudio actual, hemos utilizado ratas OB para estudiar los efectos de los ultrasonidos en la actividad neuronal y el comportamiento”, detalla Akiyoshi Saitoh, uno de los líderes del trabajo, publicado en la revista científica ‘NeuroReport’.
Inicialmente, el equipo expuso a ratas de tipo salvaje y OB a USV durante 24 horas, tras lo cual las calificaron en cuanto a la “hiperemocionalidad” (agitación y comportamiento similar a la ansiedad) estudiando sus respuestas al ser atacadas, al sobresaltarse, al enfrentarse a una lucha y al iniciar una pelea.
A continuación, controlaron los niveles de corticosterona plasmática (una hormona que se libera en respuesta al estrés) en las muestras de sangre de estas ratas. Además, el equipo evaluó el comportamiento ansioso de los roedores mediante el laberinto elevado (EPM), un método que desencadena la ansiedad conductual en las ratas al exponerlas a espacios abiertos en un laberinto y hace que se desplacen a espacios cerrados.
Sus hallazgos revelaron que las ratas OB expuestas a USV tenían puntuaciones de hiperemocionalidad significativamente menores y niveles de corticosterona en plasma más bajos que las ratas no expuestas. Además, en las ratas OB con una mayor latencia inicial, es decir, mayor inclinación a alcanzar las zonas abiertas del laberinto, la exposición a los ultrasonidos disminuyó significativamente su latencia. Se observaron efectos similares con una frecuencia de ultrasonidos de 50 kHz generada artificialmente.
Este estudio aporta nuevas pruebas sobre los efectos antidepresivos de la exposición a ultrasonidos en roedores. “Nuestros resultados sugieren que las ratas OB pueden ser un modelo animal útil para investigar los efectos de la exposición a los ultrasonidos y los mecanismos de influencia”, detalla el profesor Saitoh sobre las implicaciones del estudio.
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