MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
La Filmoteca Nacional acogerá en su sede de Madrid hasta el 27 de abril una exposición dedicada a la Escuela Oficial de Cine, el “nido de rojos” que durante el franquismo acogió a una generación de directores que marcó el panorama cinematográfico español de la segunda mitad del siglo XX y que en su formación recorrieron los 100 metros libres de cine que contribuyeron a llevar la libertad a España a través del séptimo arte.
‘Los 100 metros libres: Vida y milagros de la Escuela de Cine (1947-1976)’ constituye una de las actividades centrales del programa con el que el Ministerio de Cultura conmemora la cuarta edición del Día del Cine Español, que se celebra este domingo.
La Escuela de Cine surge en un momento en el que en Europa convergen distintas escuelas de cine, siendo la primera la que se estableció en la URSS en 1919. A pesar de que estas escuelas nacieron en dictaduras, cuyos dirigentes las concibieron como herramientas de propaganda, pronto se convirtieron en “focos de cultura democrática”, como sucedió en Italia, en cuya escuela se sentaron las bases del neorrealismo o como la propia escuela española, que se convirtió en un “nido de rojos” para las autoridades franquistas, según atestigua el comisario de la muestra, Asier Aranzubia.
Esta institución acogió en su seno a 1.500 alumnos, varios de los cuales llegarían a ser algunos de los cineastas más destacados de la segunda mitad del siglo XX como Carlos Saura, Josefina Molina, Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem, Mario Camus, Víctor Erice, Pilar Miró, Manuel Gutiérrez Aragón, Miguel Picazo, Pedro Olea, Basilio Martín Patino, Francisco Regueiro, Iván Zulueta y Jaime Chávarri, entre otros.
En su formación, tenían que recorrer los 100 metros libres, una expresión que en la jerga de la escuela hacía referencia a un ejercicio en el que los profesores les proporcionaban 100 metros de película (tres minutos de duración) para contar con libertad una historia.
Esto permitió a los alumnos alcanzar unas “cotas impensables” de libertad en la dictadura, una época marcada por la censura y por la doctrina nacionalcatólica. Así fue como la Escuela de Cine se convirtió en una “isla de libertad” en el que los alumnos en sus trabajos hacían críticas veladas o directas a la dictadura e incluso mostraban desnudos en sus proyectos.
La muestra se ha llevado a cabo a partir de los 1.750 títulos que se impulsaron en la Escuela en forma de cortos, mediometrajes y ‘spots’ de publicidad, y el archivo documental que conserva la Filmoteca Española de esta época (exámenes, carnés, ejercicios escritos, guiones o ‘storyboards’).
Asier Aranzubia apunta que los jóvenes que ingresaron en la Escuela de Cine “soñaban una España mejor a la que les había tocado”, lo que les hizo peligrosos a ojos de las autoridades franquistas, que decretaron su cierre en 1971.
Este organismo divide sus tres décadas de existencia en dos épocas: la primera, en la década de 1950, bajo la nomenclatura de Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIGC); la segunda, durante la década 1960, con el nombre de Escuela de Cinematografía (EOC).
En sus primeros años, los alumnos tuvieron “dificultades” para dar el salto a la industria del cine, ya que ésta no confiaba un proyecto a nadie hasta que esta persona hubiera trabajado como meritorio en diez rodajes. La excepción a esta regla la personifican Bardem y Berlanga, que también ejercería como profesor en el centro.
No sería hasta la década de 1960 cuando estos cineastas se incorporaron “masivamente” a la industria, configurando lo que ha pasado a la historia como el Nuevo Cine Español. Buena parte de la responsabilidad de que esto sucediera la tuvo José Luis Sáenz de Heredia que entre 1960 y 1966, aprovechando su condición de director de la Escuela de Cine, organizó en el Palacio de la Música de Madrid visionados de sus trabajos para que aquellos pudieran el salto al cine profesional.
Coincidiendo con el Mayo del 68, los alumnos piden exhibir sus películas, algo que el director del centro en la época condicionó a que la censura se pronunciara sobre su contenido. Ésta fue muy severa con los trabajos, llegando a secuestrarlos, lo que provocó la protesta de los aquellos, una situación que desembocarían en el cierre de la Escuela.
RECORRIDO MUESTRA
La exposición explica las ocho especialidades que se impartían en la Escuela de Cine: dirección, producción, decoración, interpretación, cámaras, sonido, guion y técnico de laboratorio. También reserva un espacio al “’star system’” de actrices que se formaron en su seno, como Esmeralda Adam García, Concha Gómez Conde, María Elena Flores, Luisa Muñoz, Mercedes Juste o Julia Peña, “que se alejaron del perfil de mujer que promocionaba el régimen” y mostraron a mujeres emancipadas y con libertad a la hora de tomar las decisiones que les afectaban.
Del mismo modo, ‘Los 100 metros libres: Vida y milagros de la Escuela de Cine (1947-1976)’ presenta 33 prácticas de los alumnos de ésta resumidos en nueve minutos. Todos los trabajos tienen como motivo recurrente a personas corriendo que huyen de la autoridad.
A su vez, los visitantes podrán conocer la “radiografía del proceso creativo” de los alumnos, los materiales que utilizaban, los informes de la censura para sus trabajos e incluso la música que Antonio Pérez Olea compuso para las películas de buena parte de los cineastas que se formaron en esta institución.
Tras un espacio dedicado a los manuscritos y exámenes de alumnos y documentos de profesores (entre ellos, unos dibujos de corte erótico realizados por Berlanga), la exposición concluye la restauración, la digitalización y la difusión que la Filmoteca Española ha hecho de estos trabajos.
TESTIMONIOS ALUMNOS
El director de cine Jaime Chávarri, que fue alumno de la Escuela de Cine, reconoce que ésta “me cambió la vida”, ya que “me permitió conocer unos amigos y un mundo nuevo”. Luego de confesar que “no sé si aprendí tanto”, deja claro que “lo divertido era la gente”, y subraya que la Escuela se convirtió en un “sitio de libertad”, en “años muy duros”.
Ahora que ejerce como profesor de la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, observa que “cada generación es mejor que la anterior”. A pesar de ello, observa que “hay falta de curiosidad por aquello que no les rodea” y llama la atención ante el hecho de que, a despecho de que forman parte de una generación nacida y criada en lo audiovisual, no han visto obras cumbre del cine como ‘El padrino’.
En la misma línea, la cineastas Cecilia Bartolomé evoca que en aquella época “pudimos hacer lo que quisimos” y asevera que fue “una escuela de aprendizaje y una escuela de libertad”.
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