MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés) y el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) han emitido una serie de recomendaciones para controlar la llegada de casos de COVID-19 a Europa a través de vuelos procedentes de China, como el uso de mascarillas y la realización de pruebas a los viajeros, así como el control de las aguas residuales para detectar nuevas variantes.
Las recomendaciones, definidas en un apéndice del Protocolo de Seguridad Sanitaria en la Aviación publicado conjuntamente por la AESA y el ECDC, tienen por objeto “reducir el riesgo de propagación geográfica de una posible nueva variante, así como la probabilidad de transmisión durante los viajes aéreos”.
“Es una rápida respuesta coordinada europea a la rápida propagación de la COVID-19 en China, con el fin de garantizar la seguridad sanitaria en la aviación y limitar la propagación del virus a otras regiones. Está claro que estas medidas son temporales y se han diseñado como una respuesta proporcionada, que puede aplicarse en cualquier otra situación comparable si se produce un brote regional de COVID-19”, ha declarado el director de Estrategia y Gestión de la Seguridad de la AESA, Luc Tytgat.
Por su parte, la directora del ECDC, Andrea Ammon, ha resaltado que los países europeos “deben centrarse en la detección precoz de cualquier nueva variante”. “Dado que las nuevas variantes pueden aparecer en cualquier parte del mundo, la piedra angular de dicha detección es una vigilancia eficaz basada en un muestreo representativo, que puede complementarse con el cribado de muestras de los pasajeros que llegan a la UE procedentes de China, o de otras partes del mundo”, ha añadido.
Al respecto, ha insistido en que es “muy importante el refuerzo general de la vigilancia y el control genómico en los Estados miembros”. “Debemos permanecer vigilantes y seguir de cerca la situación, especialmente en un momento de co-circulación de otros virus respiratorios como el VRS y la gripe. Nuestros esfuerzos de respuesta deben ser coherentes, coordinados, proporcionados y sostenibles”, ha detallado.
RECOMENDACIONES
Las recomendaciones de la EASA y el ECDC recogen realizar pruebas de COVID-19 previas a la salida a los pasajeros de vuelos directos e indirectos desde China; el uso de mascarillas a bordo del avión, tanto para los pasajeros como para la tripulación; o la mejora de la limpieza y desinfección de las aeronaves que cubren estas rutas.
Además, y “siempre que sea posible”, instan a “tener en cuenta el estado de vacunación de los miembros de la tripulación antes de asignarles un puesto de trabajo”.
Una de las medidas estrella es realizar “pruebas aleatorias en una muestra de los pasajeros que lleguen”. La EASA y el ECDC han reclamado que aquellas pruebas que den positivo se secuencien “para obtener información temprana sobre las variantes circulantes y cualquier nueva variante que surja en la región de origen”.
En el mismo sentido, consideran que las aguas residuales “deberán controlarse en los aeropuertos con vuelos internacionales y en los aviones procedentes de China para controlar el nivel de infección y detectar cualquier nueva variante”.
La EASA y el ECDC aseguran que las medidas se han definido “de manera que no introduzcan retrasos en los vuelos ni comprometan su seguridad”. En cualquier caso, han puntualizado que estas medidas se revisarán periódicamente en consonancia con la evaluación del riesgo de las situaciones epidemiológicas llevada a cabo por el ECDC y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con cualquier revisión de las medidas actualmente acordadas por los Estados miembros a nivel europeo.
Las recomendaciones se han elaborado en consulta con el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, las autoridades nacionales de aviación y salud pública, las compañías aéreas y los aeropuertos, así como los fabricantes de aeronaves.
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