MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
Identificar los factores de riesgo en las primeras etapas del embarazo es “esencial” para una “intervención precoz que permita reducir el riesgo de parto prematuro”, para lo que los cribados de parto prematuro “juegan un papel fundamental”, según explica el jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José y del Centro Médico Quirónsalud Valdebebas, el doctor Juan José López-Galián.
Según precisan desde Quirónsalud, existen varias alternativas y, aunque no hay unanimidad a la hora de determinar si deben ser universales (para mujeres asintomáticas) o dirigidos (para gestantes de riesgo), la medición de la longitud del cuello del útero mediante ecografía transvaginal entre las semanas 18 y 24 en pacientes de alto riesgo (con historia de parto pretérmino previo) es la que se ha revelado como la medida más eficaz en la prevención primaria de partos prematuros.
El parto pretérmino (aquel que se produce antes de la semana 37 de gestación) es la complicación más frecuente en medicina materno-fetal. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 6,07 por ciento de los partos que tuvieron lugar en España en 2022 fueron prematuros.
“Existen varias causas que pueden desencadenar un parto prematuro”, añade el doctor López-Galián, “pero las más aceptadas son la existencia de una inflamación dentro de los tejidos gestacionales y la disminución o la interrupción de la acción de la progesterona.”
En cuanto a estos factores de riesgo, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) distingue varios grupos, entre los que destacan, entre otros, los obstétricos, determinados por la existencia de un parto pretérmino previo, antecedentes de aborto en el segundo trimestre de la gestación (superior a 16 semanas), embarazo múltiple, crecimiento excesivo del útero o alteraciones vasculares.
Asimismo, la organización señala la existencia de riesgos maternos, caracterizados por la pérdida de tejido conectivo tras una cirugía cervical, existencia de una anomalía uterina congénita, antecedentes de dilatación cervical y/o legrado uterino o existencia de una cesárea anterior en dilatación completa prolongada; y sociodemográficos, determinados por el hábito tabáquico, bajo peso materno pregestacional (IMC inferior a 19,8), periodo entre el parto y la siguiente gestación inferior a 18 meses, ser de raza afroamericana o afrocaribeña y estrés materno.
No obstante, desde la SEGO señalan la existencia de otros factores, como la infección del líquido o de la bolsa amniótica, infecciones extrauterinas (p.e. pielonefritis, malaria o neumonía) o envejecimiento celular.
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