Al menos 43 millones de personas sufren desnutrición en una región que cuenta con la canasta básica más cara del mundo
El recorte del presupuesto del PMA podría dejar a dos millones de personas sin ayuda alimentaria
MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
La región de América Latina y el Caribe se ha visto gravemente afectada por la crisis alimentaria, una situación que se ha exacerbado a raíz de la pandemia de coronavirus y que dificulta cada vez más el acceso a los alimentos más básicos por parte de una población que sufre las consecuencias de contar con la cesta de mercado más cara del mundo.
La inseguridad alimentaria, estrechamente relacionada en la región con los desastres naturales, los conflictos, la crisis climática y la migración, se ceba especialmente con Haití, un país sumido en la pobreza y la violencia que cuenta con unos cinco millones de personas en situación extremadamente vulnerable, casi la mitad de su población.
La directora regional para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Lola Castro, afirma que la crisis puede ser descrita como una “tormenta perfecta” que ha provocado que al menos 43 millones de personas sufran desnutrición en la región, una “policrisis” que se ha agravado durante los últimos años ante el aumento de la inflación y el recrudecimiento de la crisis climática en un continente que apenas contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Así lo ha explicado durante una entrevista con Europa Press en Casa de América, donde ha participado en una conferencia sobre sistemas alimentarios sostenibles. Castro ha aprovechado la ocasión para puntualizar que los efectos económicos de la pandemia han llevado a un repunte de la pobreza, al que se suma el poco crecimiento económico y la pérdida de cosechas debido al cambio climático. Todo esto acarrea, además, un aumento de los movimientos migratorios por parte de grupos poblacionales a los que “no les queda otra opción”.
El caso de Haití, ha indicado, es “complejísimo” y “especial” en el contexto regional: “El PMA está tratando de alcanzar a 2,5 millones de personas a medida que el 44 por ciento de la población haitiana sufre inseguridad alimentaria”. “Esta es una situación gravísima”, ha alertado antes de denunciar que se trata de una crisis “invisibilizada”.
“Todo esto se debe no solamente a la violencia de las bandas y maras, que se han expandido a zonas productivas, (…) sino también a muchos años de problemas, huracanes y terremotos de los que el pueblo no se ha recuperado. Esto ha generado violencia y esa violencia ha provocado desplazamientos internos, con mujeres y niñas en situación de gran vulnerabilidad”, ha dicho.
Castro estima, además, que el recorte del presupuesto del PMA afecte a unos dos millones de personas de cara al próximo año: “queríamos alcanzar este año a unas 10 millones de personas, que son los más vulnerables, (…) pero creemos que alrededor de dos millones se quedarán sin ayudas a pesar de que estamos haciendo todos los esfuerzos posibles”.
En este sentido, ha lamentado que unos 100.000 niños que acuden a la escuela en Haití podrían quedarse sin alimentación escolar en las zonas más afectadas, como Puerto Príncipe. “Es en Haití donde vemos esto de forma más aguda, porque los fondos humanitarios han descendido enormemente”, ha sostenido antes de aclarar que es necesario “repensar toda la financiación”, una cuestión para la que aboga por hacer uso de los “fondos climáticos”.
El problema regional de cara a 2024, tal y como ha expresado, es en gran medida la “reducción de estos fondos humanitarios” a medida que aumenta la cifra de personas que sufren inseguridad alimentaria y los principales países donantes buscan volver a niveles de aportación previas a la pandemia.
“El año que viene, debido a toda esta crisis climática y de desastres, vamos a tener graves problemas”, ha advertido, no sin antes hacer hincapié en la importancia de los “canjes de deuda” como posible solución. “La región está muy endeudada, con Europa y otros continentes. Y si esta deuda se pudiera canjear por transferencias sociales que permitan usarla para mitigar la crisis climática sería excelente porque evitaría que los gobiernos que carecen de espacio fiscal caigan en una deuda aún mayor”, ha declarado, al tiempo que ha reivindicado el uso de medidas “más innovadoras” que sitúen en el centro a “los más pobres y vulnerables”.
No obstante, ha destacado la labor de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que ha manifestado “un gran interés en América Latina y el Caribe”, algo que en su opinión “hacía falta”. “Hasta hace un año el interés era verbal pero no físico, y ahora hemos visto también una serie de proyectos con diferentes gobiernos de la región, proyectos innovadores que ayudan”, ha aseverado Castro, que afirma que las decisiones que se toman desde Europa “influyen mucho” a nivel regional.
“Es importante que la Unión Europea continúe mirando al hemisferio (…) y se ha vuelto a poner América Latina y el Caribe como socio en el mapa, un socio con el que hacer intercambios”, ha declarado.
PARADOJA REGIONAL
América Latina, que se ha constituido como líder en producción de alimentos, presenta sin embargo un coste muy elevado de los mismos. Esto se explica, en gran medida, debido a que la región cuenta con grandes exportadores de alimentos, pero también con países que importan el 80 por ciento de los cereales, como El Salvador o Haití.
A esto se suma el encarecimiento del transporte para distribuir los alimentos y el aumento de los precios de la producción, un proceso que se ha visto afectado por el coste de los fertilizantes, que ha aumentado debido a la guerra en Ucrania.
La gran desigualdad social existente, la presencia de la informalidad laboral, además de los salarios mínimos, que son especialmente bajos, contribuyen a que la población se tope con dificultades a la hora de acceder a alimentos básicos. A este respecto, Castro ha destacado la situación de las mujeres, que “no solamente están desempleadas sino subempleadas” dado que “los cuidados no se pagan”.
“Durante la pandemia nos dimos cuenta que, aunque pensábamos que había autosostenibilidad alimentaria, soberanía alimentaria y que las cadenas de suministro funcionaban bien, en realidad no funcionan tan bien”, ha manifestado en relación con los problemas de suministro y antes de aludir a la importancia del sector privado para atajar la crisis alimentaria.
Sin embargo, a medida que los gobiernos de la región avanzan en un intento por consolidar las transferencias sociales y las redes de protección, el pronóstico sigue siendo negativo para las poblaciones que hacen frente a la inseguridad alimentaria severa en una región que presenta una gran inestabilidad social.
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