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La contaminación atmosférica causa la muerte prematura de siete millones de personas anualmente

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MADRID, 07 (SERVIMEDIA)

Alrededor de siete millones de personas mueren cada año de forma prematura por la contaminación atmosférica, que está “íntimamente ligada” al calentamiento global.

El secretario general de la ONU, António Guterres, aporta ese dato en un mensaje con motivo del Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, que se celebra este jueves bajo el lema ‘Juntos por un aire limpio’ con el fin de reforzar las alianzas, multiplicar las inversiones y compartir la responsabilidad para superar la contaminación del aire.

Guterres señala en su mensaje, recogido por Servimedia, que “la contaminación atmosférica es una emergencia mundial”. “El 99% de la humanidad respira aire cargado de hollín, azufre y otras sustancias químicas tóxicas, y los países de renta baja y media son los que más expuestos están a esas sustancias. Siete millones de personas mueren prematuramente a consecuencia de ello, y la contaminación atmosférica está íntimamente ligada al sobrecalentamiento global”, apunta.

El titular de la ONU subraya que “la contaminación atmosférica no sabe de fronteras: transportada por el viento, puede recorrer miles de kilómetros esparciendo contaminantes”. “Y la crisis climática se hace presente en todos los continentes del planeta con efectos devastadores y cada vez más acusados”, añade.

Por ello, llama a “actuar juntos en defensa de un aire limpio”. “Tenemos que ser capaces de acelerar una transición justa y equitativa que nos aleje de los combustibles fósiles, en particular el carbón, en favor de energías renovables no contaminantes, velando al mismo tiempo por que nadie se quede atrás”, recalca.

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Guterres ya propuso durante la Cumbre del Clima del año pasado, conocida como COP27 y celebrada en Sharm el Sheij (Egipto), un Pacto de Solidaridad Climática entre países ricos y emergentes con el que todos se esfuercen esta década en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en línea con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados más respecto a la era preindustrial. “Y he propuesto una Agenda de Aceleración para potenciar esos esfuerzos. Insto a todos los países a que lleven ambos a la práctica”, subraya.

“También debemos apoyar la transición hacia soluciones limpias para cocinar y hacia los vehículos eléctricos. Debemos fomentar los desplazamientos a pie y en bicicleta en las ciudades e instaurar sistemas que conviertan la gestión responsable de los residuos en algo natural. Y debemos cumplir el compromiso de reducir las emisiones de metano. El aire que respiramos es un bien común y una responsabilidad común. Trabajemos juntos para limpiarlo, para proteger nuestra salud y para legar un planeta sano a las generaciones venideras”, concluye.

OLAS DE CALOR

Por otro lado, el cambio climático aumenta la intensidad y la frecuencia de las olas de calor y esas temperaturas extremas, agravadas por incendios forestales y polvo del desierto, tienen un impacto medible en la calidad del aire, la salud humana y el medio ambiente.

Así se desprende del último ‘Boletín sobre la calidad del aire y el clima’ de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua. Este trabajo es el tercero de una serie anual y fue difundido con motivo del Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul.

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El informe se centra en las olas de calor para llamar la atención sobre el hecho de que las altas temperaturas impactan en la contaminación resultante, que a menudo se pasa por alto.

Así, muestra cómo las olas de calor de 2022 provocaron incendios forestales en el noroeste de Estados Unidos y las olas de calor acompañadas de intrusiones de polvo del desierto condujeron a una calidad del aire peligrosa en Europa. También incluye estudios de casos de Brasil sobre cómo los parques y las áreas cubiertas de árboles dentro de las ciudades pueden mejorar la calidad del aire, absorber dióxido de carbono y bajar las temperaturas.

“Las olas de calor empeoran la calidad del aire, con efectos en cadena en la salud humana, los ecosistemas, la agricultura y, de hecho, nuestra vida cotidiana”, apuntó Petteri Taalas, secretario general de la OMM, quien añadió: “El cambio climático y la calidad del aire no pueden tratarse por separado. Van de la mano y deben abordarse juntos para romper este círculo vicioso”.

Taalas indicó que lo registrado en 2023 es “aún más extremo”. “Julio fue el mes más caluroso registrado, con un calor intenso en muchas partes del hemisferio norte y esto continuó hasta agosto”, recalcó.

“Los incendios forestales han arrasado enormes franjas de Canadá, han causado trágica devastación y muerte en Hawái, y también han infligido grandes daños y víctimas en la región mediterránea. Esto ha causado niveles peligrosos de calidad del aire para muchos millones de personas y ha enviado columnas de humo a través del Atlántico y hacia el Ártico”, apuntó.

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DIRECTIVA EUROPEA

Por otra parte, la mala calidad del aire provoca en Europa entre 300.000 y 400.000 muertes cada año, unas 30.000 en España. Con estas “dramáticas cifras”, Ecologistas en Acción urge a “tomar medidas para reducir la polución y mejorar la vida de las personas y de los ecosistemas”.

Por ello, reclama que la reforma de la Directiva europea de calidad del aire, de la que aún deben pronunciarse el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, mejore la actual por ser “obsoleta”. La Comisión Europea propone normas más estrictas sobre la contaminación atmosférica para que las personas que enfermen por respirar aire insalubre puedan ser indemnizadas y con el objetivo de que el número de muertes prematuras atribuibles al principal contaminante (las partículas finas PM2,5) se reduzca más del 75% en 10 años.

Por último, Ann Harrison, asesora de política sobre cambio climático de Amnistía Internacional, apunta que “el cambio climático y la calidad del aire están unidos inextricablemente”. “Los mismos contaminantes que provocan el cambio climático empeoran la calidad del aire, lo que crea riesgos para la salud humana, daña los ecosistemas, disminuye la productividad agrícola y pone vidas en peligro a diario”, indica.


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