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La cantidad de desertores norcoreanos que se dirigen a Corea del Sur ha disminuido considerablemente desde el inicio de la pandemia

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MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

La cifra de ciudadanos norcoreanos contrarios al régimen de Kim Jong Un que ha logrado abandonar el país rumbo a Corea del Sur ha sufrido un drástico descenso en los últimos años, desde el estallido de la pandemia de coronavirus, según ha destacado Choi Jae Hoon, representante de Amnistía Internacional Corea.

Durante una entrevista para Europa Press, Choi ha señalado que en 2019, un año antes de que la COVID-19 irrumpiera a nivel mundial, Amnistía Internacional registró la llegada a Corea del Sur de más de mil desertores norcoreanos. Durante los años de apogeo del coronavirus esta cifra se redujo a apenas decenas.

Actualmente, aunque la ONG ha reconocido la dificultad de registrar la cifra de ciudadanos que abandona Corea del Norte, apenas se tiene constancia de personas que huyen del régimen de Kim, que en los últimos tiempos ha aprobado leyes más restrictiva contra los desertores, que enfrentan incluso penas de muerte.

Precisamente una de las personas que logró huir de Corea del Norte en el año 2019, antes de la pandemia de coronavirus, fue Jo Eun Sil, una joven norcoreana de 26 años que se refugia bajo este seudónimo y que ha relatado su historia durante una entrevista en la sede de Amnistía Internacional en Madrid.

Jo ha detallado cómo era su vida cuando aún vivía en la zona sur de Corea del Norte, acostumbrada a la “presión” ejercida por el régimen de Kim y a la “vigilancia” exhaustiva del gobierno. En esta situación, Jo aprovechó los contactos de una tía suya exiliada en Corea del Sur para aventurarse a huir del Norte.

Aquel familiar se ofreció a sufragar los 23.000 euros que Jo necesitó para abandonar Corea del Norte, un viaje que se extendió por más de un mes y medio y que le llevó en primer lugar a China –la fase más cara del viaje–, después a Laos, más tarde a Tailandia y finalmente a Corea del Sur.

En ese periplo, la joven norcoreana tuvo que superar amplios sistemas de seguridad, verjas fronterizas e incluso tuvo que cruzar algunos de los principales ríos de la geografía de Corea del Norte. Sin embargo, la propia Jo ha reconocido que durante su viaje gozó de unas condiciones de seguridad “bastante altas”.

Recordando cómo era la vida en Corea del Norte, Jo ha señalado que allí los jóvenes, como era su caso, deben compaginar las horas de estudio con una jornada laboral en el campo o en fábricas sin percibir salario alguno. “Tampoco existe el concepto de fin de semana ni el de tiempo libre”, ha lamentado.

EN COREA DEL SUR “EL TIEMPO PASA MÁS RÁPIDO”

Por el contrario, Jo reconoce que ahora en Corea del Sur –país del que ya ha recibido la nacionalidad– “el tiempo pasa más rápido” porque estudia lo que le gusta y hace lo que quiere, no como cuando vivía en el Norte, donde el día a día se le hacía “mucho más largo” debido a la incontable lista de actividades obligatorias.

Así las cosas, Jo ha relatado aliviada cómo ha cambiado su vida al huir al sur de la península de Corea, donde además niega haber sufrido discriminación alguna y trabaja por adaptarse a las costumbres de un país donde tampoco siente miedo por poder ser deportada a Corea del Norte, pues tampoco es una exiliada política.

Interrogada por la situación de sus familiares que aún residen en Corea del Norte, Jo ha reconocido que no han sufrido una especial persecución por parte del régimen norcoreano, a la par que ha destacado que ellos “siempre apoyaron” su ambición, movida por “motivos ideológicos”, de abandonar el país.

Asimismo, la joven desertora norcoreana ha señalado que durante las contadas ocasiones en las que logra mantener contactos con sus padres y hermanos, estos le trasladan su intención de poder reunirse de nuevo. En concreto, su hermano pequeño le pide “ayuda para poder huir también a Corea del Sur”.

Amparándose en este relato, el representante de Amnistía Internacional Corea ha aprovechado la ocasión para denunciar la situación de los Derechos Humanos en Corea del Norte, y ha pedido a la comunidad internacional y organizaciones que ayuden a hacer frente a la situación.

En lo que respecta a la represión de la disidencia en Corea del Norte, Amnistía Internacional recogió ya en su informe anual que el régimen de Kim no permite la crítica abierta a las autoridades ni líderes. Según la ONG, en territorio norcoreano podría haber hasta cuatro centros penitenciarios que albergan a cerca de 120.000 opositores políticos.


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