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La Caja de las Letras recibe el libro escolar en homenaje a Emilio Lledó, su maestro de la República

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MADRID, 17 (EUROPA PRESS)

La Caja de las Letras del Instituto Cervantes ha recibido este martes 17 de septiembre el legado del filósofo y académico Emilio Lledó (Sevilla, 1927), que ha consistido en un libro de su etapa temprana escolar con el que rinde homenaje a su maestro durante la República, varios dibujos en bandejas y papeles con los que encuentra “tranquilidad” en momentos de soledad, así como un ejemplar de ‘El silencio de la escritura’, y otros dos cuadernos con algunas de sus reflexiones.

En el legado acompañaron a Lledó el presidente del Círculo de Bellas Artes, Juan Miguel Hernández de León, el director del I Festival de las Ideas, Javier Moscoso y el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, quien ha destacado la labor como su profesor y como “uno de los grandes ejemplos de la sociedad cívica”.

“Hoy está en su casa por un doble motivo: porque es amigo de este Instituto Cervantes desde hace muchos años, pero también porque estudió su bachillerato hace muchos años en el Instituto Miguel de Cervantes”, ha afirmado García Montero según un comunicado, para después destacar su “herencia de la mejor voluntad pedagógica de la República para tender puentes”.

Por su parte, Lledó ha agradecido con humor esta iniciativa, recordando que García Montero tardó tres años en convencerle, para después rechazar la etiqueta de “maestro”.

“No soy maestro de nada, pero he sido coherente y feliz enseñando, he sido profesor durante muchos años y esa comunicación de la lectura, cultura y amor a los libros sigue siendo esencial en mi vida”, ha apuntado el filósofo.

En el legado depositado destaca un cuaderno escrito a mano con bolígrafo, incluso con alguna falta de ortografía como ha señalado el propio Lledó y escrito en 1937 cuando aún no había cumplido los diez años. Este cuaderno sirve de homenaje a su maestro de entonces, Francisco López Sancho, quien fue profesor en los años de la República durante la guerra.

“Aún no lo he olvidado, porque nos enseñó esperanza e ilusión y refleja lo que significaba un maestro en la escuela pública”, remarca el filósofo en un comunicado.

El legado también incluye “cajas enteras de dibujines” que el propio Lledó ha reconocido que fueron pintados a ratos de soledad para encontrar tranquilidad. También un ejemplar de ‘El silencio de la escritura’, publicado en Austral, y otros dos cuadernos con algunas de sus reflexiones entre los que se incluyen textos encabezados con títulos como La temporalidad del texto.


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