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Jóvenes con TEA realizan el Camino de Santiago acompañados por la Guardia Civil y los Carabinieri

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MADRID, 31 (SERVIMEDIA)

La asociación italiana Mulino Sanbuy está peregrinando a Santiago de Compostela con un grupo de once jóvenes con trastornos del espectro autista. Les acompañan monitores, científicos y 25 guardias civiles. También dos agentes italianos de los Carabinieri, que garantizan su seguridad. En paralelo, el grupo avanza en el camino de la investigación para descubrir cómo esta iniciativa, cuya preparación comenzó en marzo, ayuda a mejorar la independencia, la autonomía o la ansiedad de las personas con TEA.

La asociación Mulino Sanbuy, asentada en Turín, lleva a cabo desde el sábado y hasta este viernes la última etapa de ‘Camminautismo’, que este año cumple su segunda edición. El objetivo, como para cualquier peregrino, es “besar el santo” apostol, cuyos restos descansan en la Catedral de Santiago. Sin embargo, este proyecto tiene como fin último “avanzar científicamente” en la mejora de la vida de las personas con TEA. Su director, Grazziano Lomagistro, explica que pretende ser “un ejemplo para otras asociaciones, además de lograr beneficios individuales para los chicos”.

En el grupo de Mulino Sanbuy todos cuentan para conseguir el objetivo, empezando por los 11 jóvenes con TEA, que son los protagonistas del proyecto y los primeros que hacen un esfuerzo por enfrentarse a dificultades como relacionarse con el entorno, comunicarse en otro idioma o pernoctar por primera vez lejos de su familia y de su hogar, sin contar con la exigencia física del Camino, ya que aquí “todos sudan y cargan con su mochila”, como relata uno de los guardias civiles que les acompaña.

Grazziano también explica que, para ellos, la parte de relación y comunicación supone “un gran esfuerzo” junto con otros aspectos del día a día como lavarse o vestirse, aunque nota que mejoran y que avanzan en estos aspectos.

El reto de estos once chavales va más allá de terminar las etapas. Para algunos, subirse a un avión o dormir cada noche en un albergue distinto ya supone una prueba. Pero, según destaca Grazziano, esto permite que ellos mismos vean “que son capaces de estar con los demás” y que las familias tengan más “confianza” y se den cuenta de que “son capaces de hacer más cosas de lo que normalmente pensaban”. En este sentido, añade que “si pueden hacer el Camino con el grupo, también lo podrán hacer con su familia” y que, al ser personas que se sienten cómodas en la rutina y sabiendo lo que hacen, “aprenden una cosa más que pueden hacer”.

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Para ayudarles en su reto, desde marzo un grupo interdisciplinario de monitores, neuropsiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas les ha entrenado todas las semanas para poder llegar en el mejor estado mental y físico posible a la recta final del proyecto.

En cualquier caso, tal y como destaca Grazziano, la investigación no sería posible si no pudieran despreocuparse de la seguridad de los chicos durante la etapa, que corre a cargo de 25 guardias civiles voluntarios de la Agrupación de Reserva y Seguridad y del Seprona, de sus compañeros de las Oficinas Móviles de Atención al Peregrino y de dos Carabinieri italianos.

EL PAPEL DE LA GUARDIA CIVIL

Para los agentes que velan por su seguridad, lejos de ser una actividad laboral, la experiencia supone una enseñanza. El cabo primero Jesús Agudo asegura que el Camino “es un psicólogo” y para la guardia civil Elena Alcalá ha sido una lección de vida ver cómo los chicos tienen “las mismas ilusiones y la misma entereza” que otras personas y cómo “tienen en mente su objetivo y contabilizan los kilómetros para llegar al final de la etapa”.

La cabo Ruth Sosa también camina con el grupo y considera que “es una gran actividad” que ayuda a los jóvenes con TEA a “encontrar su sitio”. Por otro lado, peregrinar junto a los once jóvenes le ha cambiado su visión sobre la discapacidad. “Yo pensé, sinceramente, que serían personas más limitadas y me he equivocado muchísimo, son personas muy listas que pueden conseguir lo que se propongan”.

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Todos ellos coinciden en que la experiencia es gratificante y satisfactoria. La recomiendan a sus compañeros, porque, como dice Alcalá, “es una experiencia que ablanda un poquito el alma y que enriquece”. El teniente Xosé González ratifica que al final del Camino siente cómo “ganan autonomía, consiguen ser un poco más independientes y valerse un poco más por sí mismos”, aunque lo que más valora es la relación con el grupo y cómo, a pesar de la barrera del lenguaje, tratan de entenderse para compartir sus inquietudes. El cabo Aguado también pone en valor esa relación y destaca “el crecimiento personal” que le supone el peregrinaje.

LA INVESTIGACIÓN

La flecha amarilla de este Camino pasa por Santiago, pero va más lejos y dirige a sus peregrinos hacia descubrir cómo mejorar la vida de las personas con TEA. La monitorización posterior que realizaron el año pasado arrojó como conclusión que el Camino mejoraba la depresión y la ansiedad en las personas con autismo. En esta edición, por el momento ya se han logrado avances en la reducción de los movimientos y los tics ansiosos que tienen muchos de ellos, algo que “muestran con orgullo”, según explica Grazziano.

Por otro lado, el ‘Camminautismo’ este año ha incorporado una nueva dinámica en la que los chicos que hicieron la actividad el año pasado ayudan a los nuevos. La técnica se denomina “Peer educator”. Grazziano precisa que se desarrolla en varios ejes. Los peregrinos más experimentados tienen una pareja a la que deben ayudar a comprender el respeto, el conocimiento y la aplicación de las normas, motivarles cuando se encuentren estresados o fatigados para que resistan y recuerden su objetivo, notificar problemas que detecten y, por último, ayudarles a que colaboren y formen parte del grupo.

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De esta manera, la convivencia del grupo mejora y algunos de los chicos tienen una responsabilidad con el resto de sus compañeros. Además, esto les supone relacionarse entre ellos y permite monitorizar sus comportamientos.

Los avances en este ámbito no solo tienen que darse entre las personas que padecen TEA y quienes lo investigan. En primer lugar, Grazziano cree que la sociedad debería empezar a hablar de “autismos” y no solo de “autismo”, ya que esto ayuda a comprender que cada persona es “diferente y se gestiona de manera singular”. También considera que es positivo que, en los casos en los que hay chicos más agresivos, puedan acercarse a otros más inteligentes que les ayuden en su inclusión.

Desde su punto de vista, los agentes que les han acompañado en esta experiencia ponen en valor el trabajo de la Guardia Civil con la discapacidad y buscan con su servicio que las personas con discapacidad “se sientan lo más integradas posible”, según apunta Xosé González. La guardia civil Elena Alcalá también subraya que es importante “acercarse a estos colectivos porque siempre enriquece” por su “madurez”, a pesar de que algunos de ellos tienen apenas 13 o 14 años.

‘Camminautismo’ es una iniciativa que abarca ciencia y acción social para mejorar la vida de las personas con TEA, aspira a convertirse en un ejemplo para otras asociaciones, aunque por el momento persiste en su objetivo de ayudar a once jóvenes a que lleguen a Santiago, para que sientan que pueden llegar hasta donde se propongan gracias a su esfuerzo y su ilusión.


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